Campos de Fresas
Luciana es una chica común de 18 años. Es inteligente y responsable, pero su vida toma un rumbo inesperado cuando un viernes por la noche sale con sus amigos a Pandora’s, una discoteca de la zona. Ella y sus amigos Cinta, Santi y Máximo consumen una pastilla de la droga de diseño: éxtasis, que deja a quien la toma en un estado de exaltación. Pero no todo sale como ellos esperan: Luciana tiene un golpe de calor y queda en coma.
Los médicos no saben con exactitud que pastilla pudo haber tomado, por lo que agrava su situación ya que no saben si alguna vez despertará.
Cinta, que era la mejor amiga de Luciana, se siente culpable por lo sucedido. Máximo, y Santi tratan de convencerla que fue un accidente, pero ella sigue pensando lo mismo. Los tres amigos deciden avisarles a Loreto, una amiga de Luciana, y a Eloy, el novio de Luciana, lo sucedido.
Loreto, reflexiona sobre lo que le pasó a Luciana y decide luchar contra su enfermedad: la bulimia.
Eloy va inmediatamente al hospital. Allí se entera que si puede conseguir una de las pastillas que Luciana consumió la noche anterior, podría ayudar a salvar su vida. Así que empieza una búsqueda desesperada del hombre que les vendió las drogas a sus amigos.
Mientras tanto, el inspector Espinós, investiga lo sucedido y trata de encontrar a Poli García, el hombre que les vendió las drogas a los chicos. Pero alguien se impone en su camino para atormentarlo: el periodista Mariano Zapata, quien quiere que la historia de Luciana sea la primera plana de las revistas y diarios. Así que engaña a Norma, la hermana de Luciana, para sacarle información, diciéndole que trabajaba en una asociación que ayudaba a drogadictos.
Eloy busca a Raúl, el amigo de Máximo que conocía al camello que les había vendido las drogas. Cuando lo encuentra, Eloy lo acorrala y Raúl le dice donde puede encontrar al camello, y va allí con Máximo, Cinta y Santi.
El inspector descubre que Poli vive en la pensión Costa Roja y se dirige allí de inmediato. Aunque no estaba el camello, se encuentra con una lista de discotecas donde tenía que vender las pastillas. Esa misma noche va a la discoteca Popes, que es la que se encontraba abierta.
Cuando los chicos ven a Poli en Popes, él sale corriendo y ellos los persiguen. Se suman a la desesperada persecución el inspector y su compañero. Pero Poli tropieza, y se pega en la cabeza. Tira las pastillas a la alcantarilla y muere en el acto. Los chicos ya no tenían esperanzas de que Luciana se salve… pero Cinta había agarrado una pastilla que se le había caído a Poli mientras corría.
Finalmente, Luciana gana el juego de ajedrez contra la muerte y vive.
Tema
El tema principal de la novela es la lucha de Luciana por vivir y despertar del coma. Ella imagina esta lucha como un juego de ajedrez con la muerte, en el que tiene que ganar para seguir con vida.
“Los ojos.
Quiero abrirlos.
Y no puedo.
Siento una voz, en alguna parte, pero no la distingo, ni sé lo que me está diciendo. Es como la suma de muchas voces, de muchos sentimientos. Me llaman, me llaman.
Sigo intentándolo.
A un paso de la rendición, de decir adiós, pero sigo, sigo intentándolo.
Necesito tan solo hacer el último movimiento.
Parece tan fácil…” Pág. 161
Lugar
Luciana se encuentra internada en el Hospital Clínico, en la UCI. Estaba conectada a varios aparatos que la mantenían viva, y tenía agujas clavadas por todo su brazo.
“Tenía agujas clavadas en un brazo, por los que probablemente recibía el suero, un pequeño artilugio fijado en un hombro y conectado a sondas y aparatos que desconocía; un tubo enorme, de unos tres centímetros de diámetro, de color blanco y amarillo, parecía ser el nuevo cordón umbilical de su vida. De él partía un derivado que entraba en su boca, abierta. Otro, sellado con cinta a su nariz, se incrustaba en el orificio de la derecha. Por la parte de debajo de la cama se asomaba una bolsa de plástico, donde irían los orines cuando se produjeran. Y desde luego, no parecía dormir. Con la boca abierta y los ojos cerrados, embutida en aquella parafernalia de aparatos, más bien se le antojó un conejillo de indias, o alguien a las puertas de la muerte.” Pág. 18
Tiempo
Toda la novela sucede en un solo día: el sábado.
“Le echó una rápida ojeada. Al lado de la mayoría de los nombres escritos había una cifra. No hacía falta ser muy listo para saber que era el número de pastillas vendidas en cada local. Una extraña forma de llevar la contabilidad. Las otras anotaciones correspondían a días de la semana. Se detuvo en cinco locales en concreto: Calígula Ciego, Popes, La Mirinda, El Peñón de Gabriltar y Marcha Atrás. Escrita a mano, junto a todos ellos, pudo leer la palabra “sábado”.
Sábado.” (Pág. 91)
“Estaba muy pasado, muchísimo. Probablemente habría empezado con alcohol el viernes por la noche, para darle a las pastillas de éxtasis de madrugada, tal vez un poco de coca aquella mañana, y ahora, quizás, acabara de pegarse un popperazo, por lo de reírse y no parar de moverse, que eran sus efectos. Aquella noche podía seguir con speed, y vuelta a las pastillas de nuevo de madrugada, solo que entonces comidas, inhaladas en polvo o disueltas en alcohol, para aguantar definitivamente la subida final del domingo.” (Pág. 112)
Personajes
Luciana: Era joven y bella. Tenía casi 18 años. Era fanática de la música. Era inteligente y testaruda. Amigable. Luchadora. Asimila su lucha contra la muerte a una partida de ajedrez.
“Hacían cola para comprar dos entradas del concierto de su grupo preferido.” Pág. 53
“No pudieron ir a ese concierto, pero desde entonces fueron como hermanas.” Pág. 54
“– Tu hermana es una chica joven y sana, había salido para pasarlo bien, bailar, y sin embargo, ahora puede morir. […]
– ¿Qué edad tiene tu hermana?
– Casi dieciocho.” Pág. 62
“¿A quién quería engañar? Máximo tenía razón: Luciana era tozuda. Se habría tomado aquella cosa igualmente.” Pág. 67
“Siento que una parte de mi me empuja hacia adelante, pero hay otra que me obliga a esperar y luchar.” Pág. 78
“Puede que esa sea la clave: luchar.
Sí, la paz estará siempre ahí, al final del camino, pero antes he de pasar por muchas batallas.
Ese es el sentido de la vida, de la partida. No rendirse.
No rendirse jamás.” Pág. 79
“Me toca mover. Pasa el tiempo y la partida esta de tablas. Pero me toca mover. Mi rival acaba de lanzar un ataque sobre las posiciones de mi rey y mi reina […]
Mi rival es bueno. Es el mejor que he tenido nunca.
Porque ahora sé como es.
Sé quién es.
Le he visto la cara
Mi rival es la muerte, y juega a ganar.” Pág. 97
Eloy: Tenía 19 años. Era el novio de Luciana y la amaba. Estaba enojado con los amigos. Nervioso, estudioso, responsable. Mal carácter. No ocultó su impotencia, estaba lleno de rabia. Se sentía culpable por no haber estado esa noche con ella. Tenía odio y deseos de venganza.
“Eloy apretó las mandíbulas.
– ¿Que mierdas habéis tomado? – alzó la voz de pronto.” Pág. 25
“¿Has estudiado mucho? Supongo que sí, toda la noche. Menudo eres. Y terco. Y ahora esto, ¡menudo palo!” Pág. 29
“No ocultó su impotencia llena de rabia. Frente al abatimiento y la desesperanza de Cinta, Santi y Máximo, todo en él era puro nervio, una ansiedad mal medida y peor controlada.” Pág. 32
“– Fuiste tú quien compró esa mierda, ¿verdad?
– Oye, ¿de qué vas?
– ¡Fuiste tú!
– ¿Y qué si fui yo, eh? – acabó disparándose Máximo- ¿Qué pasa contigo, tío?
– ¡Maldito cabrón!” Pág. 33
“No iba a poder amar a nadie más como la amaba a ella. Eso lo sabía. Su padre le hablo una vez del “amor de su vida”, su primera novia.” Pág. 67
“De acuerdo, darían con ese cabrón, compraría una pastilla, apretaría los puños y las mandíbulas, se tragaría su odio, sus deseos de venganza, y luego irían al hospital y llamarían a la policía. Por ese orden. Existía la ley.” Pág. 130
Loreto: Era amiga de Luciana. Era natural en sus gestos, indiferente, muy flaca. Estaba enferma de Bulimia, y se encontraba en tratamiento psiquiátrico. Se estaba muriendo. Luchaba contra su enfermedad. Necesitaba para recuperarse de su bulimia que Luciana se salve.
“Su madre la contempló buscando, como cada mañana en los últimos días, la naturalidad en sus gestos y la indiferencia en su mirada.
Pero también como cada mañana, le fue difícil hacerlo.
Pese al camisón, que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, la delgadez de su hija era tan manifiesta que seguía horrorizándola. Los brazos y piernas eran simples huesos con apenas unos gramos de carne […]” Pág.39
“A fin de cuentas, lo importante ya no era sólo que comiera algo sin muestras de gula o ansiedad, sino que no lo vomitara después […] Pero los médicos, los psiquiatras sobre todo, no dejaban de repetirle que tenía que ser fuerte.” Pág. 40
“Tal y como le había dicho el psiquiatra.
Se estaba muriendo. Si no dejaba de comer incontroladamente para vomitar después, sintiéndose culpable y por temor a la obesidad, sería el fin.” Pág. 60
“– Por favor, no te vayas – suplicó muy débilmente–. No me dejes sola ahora. […]
– Sin ti no lo conseguiré ¿sabes? – Loreto cerró los ojos y se dejó arrastrar por el dolor –. Quiero que sepas que hoy no he vomitado. ¿Qué te parece? No he vomitado, y lo he hecho por ti, créeme. Por ti. Pero ahora no voy a poder seguir si tú te vas, si me dejas. Luciana, ¡Luciana!, por favor….” Pág. 118
Cinta: Tenía 18 años. Era la mejor amiga de Luciana. Compañera, aliada e inseparable de ella. Tenía mucho carácter. Era de estatura mediana, cabello largo, ojos grandes, labios pequeños, atractiva y sexy. Se sentía culpable. Estaba arrepentida.
“Cinta era de estatura media, tirando a baja, adolescentemente atractiva con la ropa que llevaba, pero también juvenilmente sexy: cabello largo, ojos grandes, labios pequeños, cuerpo en plena explosión.” Pág. 21
“Una mujer de dieciocho años. […]Cinta tenía carácter.
Mucho carácter.” Pág. 51
“No pudieron ir a ese concierto, pero desde entonces fueron como hermanas.” Pág. 54
“Santi sintió el peso de una culpa muy grande aplastándolo.
El mismo peso y la misma culpa que la estaban aplastando a ella.” Pág. 94
“– ¡Mierda! – Cinta llegó al límite–. ¿Por qué lo hicimos? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué….?
Iba a empezar a llorar, dejándose arrastrar por los nervios, abandonándose por completo, y en ese momento sonó el teléfono.” Pág. 115
Máximo: Tenía 18 años. Cabello escuro ondulado, despeinado. Rebelde. Tenía problemas con los padres. Drogadicto. No tenía a nadie, estaba solo, era el loco del grupo. Fue el culpable de llevar las pastillas. Estaba enamorado de Loreto. Estaba muy dolido por Luciana.
“El segundo mostraba una densa cabellera rizada, como si de la cabeza le nacieran dos o tres mil tirabuzones de color negro que luego le caían en desorden por todas partes.” Pág. 21
“– ¡A tu madre no le contestes!, ¿me oyes? ¡Mira que te doy un guantazo que te pongo las orejas del revés! ¡Casi diecinueve años, casi diecinueve años! ¡Si aún te quedan siete meses, crío de mierda!
– Bueno, no discutáis – trató de mediar la mujer.” Pág. 46
“La pelea entre sus padres a causa de él había cesado hacía rato, y ahora la casa estaba en silencio, pero su mente era un hervidero. Creía que un descanso, atemperar los nervios, le vendría bien, y descubría que no, que la soledad era peor. El silencio se convertía en un caos.
Cinta y Santi estaban juntos, pero él no tenía a nadie.
Nunca había tenido a nadie.
El loco de Máximo.” Pág. 54
“Loco o no, ahora no podía eludir su responsabilidad.
Eloy tenía razón. La culpa era suya, no toda, pero si gran parte. Fue él quien llevó las malditas pastillas a Luciana, Cinta y Santi.” Pág. 55
“Aparte de Loreto, la única chica que le había importado, y que ya no era más que una sombra de sí misma por culpa de la maldita bulimia.
¿Por qué se destruían a sí mismos?
Suspiró con fuerza para sentirse vivo, pero sólo consiguió recordar que Luciana ya no podía hacerlo. El dolor se le hizo entonces insoportable.” Pág. 56
Santi: Era el novio de Cinta. Tenía el cabello corto y la cara con acné. Estaba abatido y desesperanzado. Era conciliador (impidió la pelea entre Máximo y Eloy). Se sentía culpable.
“El primero llevaba el cabello corto y tenía la cara llena de espinillas, como si en lugar de piel tuviera un sembrado.” Pág. 21
“Nadie hizo caso ahora a Cinta. Eloy seguía dirigiéndose a Máximo.
– Fuiste tú quien compró esa mierda, ¿verdad?
– Oye, ¿de qué vas?
– ¡Fuiste tú!
– ¿Y qué si fui yo, eh? – acabó disparándose Máximo- ¿Qué pasa contigo, tío?
– ¡Maldito cabrón!
Se le echó encima, pero Santi estaba alerta y era más fuerte que el. Lo detuvo y lo obligó a retroceder.” Pág. 33
“Santi sintió el peso de una culpa muy grande aplastándolo.” Pág. 94
Poli García (Alias el Mosca): Era un hombre de unos 30 años, normal, vulgar, bajo, cabello negro y corto. Vestía traje oscuro. Tenía la nariz aguileña. Era un vendedor de pastillas de éxtasis. Era cauteloso. Temía que la policía lo descubra. Era impulsivo. Lo encontraron los chicos y murió en la corrida.
“Se movía entre los chicos y las chicas, la mayoría muy jóvenes, casi adolescentes. Y lo hacía con meticulosa cautela, igual que un pescador entre un banco de peces, solo que él no tenía que extender la mano para atrapar a ninguno.” Pág. 16
“– Era un hombre de unos treinta años, puede que menos, no tengo buen ojo para eso - se adelantó Máximo –. Me pareció normal, vulgar. Todo fue muy rápido, y estaba oscuro.
– Era la primera vez… - trató de intercalar Santi.
– ¿Alguna seña, color de ojos, de cabello, un tatuaje?
– Bajo, cabello negro y corto, vestía traje oscuro. Me chocó porque hacía calor.
– Nariz aguileña – recordó Santi.” Pág. 30
“– Nada – acabó diciendo –. Supongo que estoy un poco nervioso.
– Pues tómate una tila y cálmate, ¿vale?” Pág. 39
“Golpeó el mostrador con el puño cerrado, impulsivamente, presa de una incontenible rabia. Al instante se encontró con la mirada preocupada del camarero.
Salió del bar desorientado, sin saber adónde ir o qué hacer.” Pág. 65
“– ¡Alto Mosca! – gritó uno de ellos.
– ¡Quieto! – ordenó el otro.
No tenía ni idea de quiénes eran, pero desde luego iban tras su perseguido igualmente. No perdió tiempo en dudas o vacilaciones.” Pág. 161
“Santi llegaba ya, lo mismo que los dos hombres por el otro lado. Cinta aún estaba lejos.
– Está… muerto – dijo Máximo.” Pág. 163
Vicente Espinós: Era un inspector de policía, investigador del origen de las pastillas consumidas por Luciana. Era hipocondríaco. Buscaba intensamente al Mosca, vendedor de las pastillas.
“– ¿Policía? –se extrañó Santi.
– ¿Qué creéis? – hizo un gesto explícito–. Se trata de un delito, ¿no os parece?” Pág. 30
“Vicente Espinós salió por la puerta de urgencias del Hospital Clínico y se detuvo en la acera para tomar aire y decidir qué rumbo seguir. La mañana era agradable. Una típica mañana de primavera, a las puertas del verano y en tiempo de verbena, pero aún sin los calores caniculares. No le gustaban los hospitales. Debía de ser hipocondriaco.” Pág. 42
“– Estoy buscando al Mosca – le informó tras echar también una ojeada por detrás de Loles, por los confines caóticos de la habitación, que más se asemejaba a una sucursal del infierno que a otra cosa.” Pág. 70
Mariano Zapata: Era un periodista sensacionalista, manipulador de las noticias. Se aprovecha de la crítica situación de la familia para vender prensa. Es inescrupuloso. Quería la foto de Luciana en coma para publicarla y consiguió la foto sin permiso de los padres. Publicó un artículo terrible sobre las drogas.
“– Depende de cómo se dé.
– ¿Quiere decir que yo la manipulo?
No le contestó directamente, aunque le hubiera gustado. Siempre había existido una coexistencia más o menos pacífica entre la ley y la prensa. Pero Mariano Zapata era otra cosa. Un sensacionalista.” Pág. 43
“– Esta noche, cientos de chicos y chicas tomarán la misma porquería que ha llevado a Luciana a ese estado, señor Salas – insistió él.
– Todo esto acaba de ocurrir. Todavía… - balbuceó Esther Salas.
– Se lo ruego, señor Zapata – pidió Luis Salas.
– ¿Podría hacerle una fotografía a Luciana?
– ¡No!” Pág. 48
“Apenas había dado dos pasos, de espaldas a él, cuando Mariano Zapata ya había sacado la pequeña cámara de alta sensibilidad del bolsillo de su cazadora. Al tercer paso de Norma, el periodista entró a la habitación.
Hizo una, dos, tres fotografías rápidas. La primera a los pies de la cama, las otras dos de cerca, muy cerca. Por el ojo de su objetivo pudo ver a Luciana llenando la cámara, impregnándole de su realidad.
Como impregnaría la portada del periódico y las conciencias de los lectores.” Pág. 87
Dexter en la oscuridad
Dexter no es un ser humano común, como toda la gente piensa. Bajo su disfraz de forense, él, con ayuda de su Oscuro Pasajero, aquella voz interior suave y perentoria que exigía acción y que nunca se equivocaba, asesina a personas que lograron escapar de la justicia, asesinos en serie como él. Pero cuando Dexter se encuentra implicado en la investigación de un caso extraño de homicidio de dos jóvenes, su Oscuro Pasajero desaparece. Dos chicas habían sido quemadas y decapitadas, por un misterioso ritual de santería. Deborah, confía en que Dexter podría resolver este caso, como había hecho con todos los anteriores. Pero Dexter había perdido su Oscuro Pasajero, ese experto testimonio que le decía que había pasado en esas ocasiones.
Dexter se empieza a sentir desconcertado e inútil sin su compañero habitual, su voz interior. Se empieza a preguntar de dónde provenía ese misterioso Pasajero, por qué había venido a él y por qué había desaparecido… o si había estado poseído por el diablo. Comienza a sentirse perseguido, paranoico, desprotegido.
Además, ahora su vida está por tomar otro rumbo y se siente más desconcertado. Se está por casar con Rita, y tendrá que ser el padre de Astor y Cody, los hijos de Rita, quienes quieren que Dexter les enseñe su especialidad.
Dexter logra encontrar a un sospechoso del asesinato, con la ayuda de un tal Wilkins, profesor de la universidad donde concurrían las jóvenes asesinadas. Pero luego lo dan por descartado, ya que lo encierran y nuevamente se cometen otros asesinatos, de la misma forma. Es por eso, que Dexter se pone a investigar sobre esos sacrificios. Así es como averigua que son rituales a un dios llamado Moloch. Pero esa religión no existía desde hace unos 3000 o 4000 años. Buscó en su ordenador y encontró una página sobre ese dios, que le asustó ya que tenía la misma música que escuchaba continuamente en sus pesadillas… Dexter se comienza a sentir cada vez más perseguido.
Cuando está a punto de llegar el huracán a Miami, los seguidores de Moloch deciden que es hora de mostrarse ante Dexter y sacrificarlo ante su dios. Secuestran a Astor y Cody para que los vaya a buscar. Luego secuestran a Dexter. Los seguidores de Moloch le explican a Dexter lo que le estaba sucediendo: la paranoia causada por ellos mismos, la pérdida del Oscuro Pasajero, las pesadillas con esa música incesante… Dexter estaba a punto de entregarse al dios Moloch, pero en el último momento se arrepiente y salva a Astor y Cody. Más tarde todos regresan a casa de Rita.
Semanas después del huracán, es la boda de Dexter y Rita. Dexter comienza a pensar sobre su nueva vida: monótona y sin sentido. Esos pensamientos lo hacen sufrir como nunca en su vida… y es así como recupera a su Oscuro Pasajero. Su sombra había vuelto.
Tema
El tema principal son los asesinatos reiterados que suceden a medida que avanza la historia. Todos fueron sacrificios al dios Moloch.
“–Creo que ya lo sabes –dijo–. Nos has estado investigando bastante. –Avanzó otro paso y mis rodillas flaquearon–. Pero para proseguir una agradable conversación, somos los seguidores de Moloch. Los herederos del rey Salomón. Durante tres mil años, hemos mantenido vivo el culto al dios y protegido sus tradiciones y su poder.
–Sigue hablando el plural –observé.
Asintió, y el movimiento me hizo daño.
–Hay más aquí –dijo–. Pero el plural se refiere, como estoy seguro de que sabes, a Moloch. Existe dentro de mí.
– ¿De modo que fue usted quien mató a aquellas chicas? ¿Y me siguió a todas partes? –pregunté, y admito que me sorprendió pensar en el anciano dedicado a aquellos menesteres.”
Sonrió, pero una sonrisa carente de humor, y no consiguió que me sintiera mejor.
–Yo no lo hice en persona, no. Fueron los Vigilantes.” Pág. 306
Personajes
Dexter: Era un asesino en serie. Se califica a sí mismo como un ser humano “artificial” sin humanidad ni corazón. Era minucioso y detallista. Muy pulcro. Era joven y apuesto. Tenía un humor sarcástico y tenía instintos paternales. Era engreído y egocéntrico. Creía que no tenía sentimientos. Era listo y astuto. Creativo.
“Y Dexter es muy comprensivo. No en materia de humanos, romance, amor y todo ese galimatías. No. Lo que Dexter comprende es el sonriente y mortífero punto esencial, cómo descubrir, entre los numerosísimos candidatos de Miami, aquel que merece figurar de verdad en el modesto Salón de la Fama de Dexter.” Pág. 17
“Y como Dexter es muy concienzudo, estaba en ello.” Pág. 21
“Y como carezco de humanidad y de corazón, estoy obligado a basarme en la experiencia, la cual me dice que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, y casi siempre también acaba ahí.” Pág. 22
“En cualquier caso, demostrar afecto mediante el contacto físico es algo que no consigo entender, y me siento un poco incómodo, pero la rodeé con un brazo, pues sabía que era la reacción humana correcta, y seguimos a los niños al interior de la casa.” Pág. 280
“Sorprendentemente joven, incluso apuesto. Un aire de encanto inocente.” Pág. 41
“Me había enseñado a dejar una escena del crimen limpia, como sólo puede hacerlo un policía, y me había enseñado a utilizar el mismo tipo de minuciosidad a la hora de elegir a mi pareja de baile.” Pág. 23
“No soy un monstruo desaliñado, descuidado y demente. Soy un monstruo extremadamente pulcro y demente. Pág. 27-28
“¿Se habría acordado Cody de cepillarse los dientes? Últimamente se olvidaba, y Rita se resistía a sacarla de la cama una vez acostado.” Pág. 35
“Como ya he dicho, se me habría tenido que ocurrir al instante, pero mi hermana de leche, ahora sargento de Homicidios, lo había pensado antes, aunque se suponía que yo era el listo.” Pág. 47
“–Te necesito aquí ahora mismo.
–Estoy ocupadísimo con unos canapés muy importantes –dije–. ¿Puedes prestarme veinte mil dólares?” Pág. 68
“En mi especialidad, me vanaglorio de ser creativo, como había demostrado hacía poco con Zander.” Pág. 89
“El Oscuro Pasajero me estaba advirtiendo a gritos que algo me había escogido, algo con un interés enfermizo por ese ser especial y maravilloso que soy yo, y no me gustaba la sensación.” Pág. 89
“–Rita –dije, con toda la serenidad que pude reunir, y entonces, utilizando la astucia desarrollada a los largo de los años de fingir que era un humano adulto, añadí–: Creo que ésta es una de las ocasiones de las que habló el reverendo Gilles, cuando reclaman mi atención.” Pág. 250
Rita: Era la prometida de Dexter. Sufrió mucho en su anterior matrimonio. No era muy inteligente. Era muy educada.
“Pero, ay, la pobre Rita, maltratada por un violento e infortunado primer matrimonio, por lo visto es incapaz de diferenciar la margarina de la mantequilla.” Pág. 17
“–Saben todo cuanto necesitan saber sobre ese hijo de puta –soltó Rita. Me sorprendió. Nunca le había oído utilizar un lenguaje grosero.” Pág. 283
Astor: No era una niña normal por haber sido maltratada por su padre biológico. Tenía 10 años y era la hermana mayor de Cody. Era curiosa y astuta. Tenía mucha imaginación.
“Porque, probablemente como resultado de los malos tratos psíquicos, e incluso físicos, que su padre biológico drogadicto infligió a Cody y a Astor, ellos también se habían entregado a su Lado Oscuro, como yo.” Pág. 18
“Pero tampoco había tenido nunca una novia que limpiara mi piso, ni dos niños muy curiosos que husmearan en mis cosas para aprender a ser lo más parecidos a Dexter, el Oscuro Papaíto.” Pág. 28
“–Bueno –contesté–, dejando aparte lo de las palabrotas, estos dos niños son muy listos, y el agente Suchinsky nunca será invitado a engrosar las filas de la Asociación Internacional de Superdotados.” Pág. 276
“Pero eran niños resistentes, algo demostrado ampliamente por el hecho de que aún eran capaces de hablar, teniendo en cuenta lo que su padre biológico les había hecho.” Pág. 278
“Sólo su imaginación limita las posibilidades, y Cody y Astor estaban bien provistos de imaginación.” Pág. 294
Cody: Tenía 7 años. Era inteligente, pero no hablaba mucho. Era curioso como su hermana. Tenía una “sombra” como Dexter.
“–Queremos jugar al escondite – anunció Astor. Era la portavoz de la pareja. Cody nunca juntaba más de cuatro palabras en un solo día. No era estúpido, ni mucho menos. Prefería no hablar casi nunca, así de sencillo.” (Pág. 19)
“–Él no tiene pesadillas –observó Astor, como si todo el mundo, salvo los que estaban muy mal de la cabeza, tuviera que saberlo–. No sueña nunca.” Pág. 60
Deborah: Era testaruda y era feminista. Era muy suspicaz y era puntual. Tenía un vocabulario grosero. Vivía de mal humor.
“–Suchinsky –le ordenó–. Vigile a los putos niños.
–Por favor, sargento –protestó el hombre–. ¡Santo Dios!
–No se separe de los niños, maldita sea –insistió Deborah–. Tal vez aprenda algo. ¡Dexter, sube a la jodida lancha de una maldita vez!” Pág. 265
“Estaría convencida de que contaba con información y una perspectiva que me impelían a callar. Lo único más suspicaz que un hermano es un hermano policía.” Pág. 49
“No obstante, había algo que comprendía muy bien, y era la actitud de Deborah hacia la puntualidad. La había heredado de su padre, y afirmaba que llegar tarde era una falta de respeto inexcusable.” Pág. 71
“Era tan bueno que ni siquiera el perpetuo malhumor de Deborah era capaz de estropearlo.” Pág. 85
“–No pienso ser una de esas mujeres que necesitan ayuda –dijo.” Pág. 87
Vince: Era de estatura pequeña. No se expresaba mucho. Era vergonzoso.
“Cogí mi equipo de análisis de manchas de sangre y salí con Vince Masuoka, quien pese a su pequeño tamaño había conseguido apoderarse de dos donuts rellenos, incluido el de crema bávara con glaseado de chocolate.” Pág. 42-43
“Vince compuso una expresión ofendida, una de las pocas expresiones sinceras que había visto en su cara.” Pág. 56
“Y por supuesto, el rostro de Vince se tiñó de escarlata todo cuanto permitía su tez.” Pág.66
Manny: Era famoso, y su trabajo era el catering. Tenía mal genio y era muy exigente. Era muy rico.
“–Manny Borque –dijo–. El del catering.
– ¿El de la MTV?
–Sí, exacto –confirmó Vince–. El tipo que ha ganado todos los premios, y que escribe en la revista Gourmet.” Pág. 57
“Por supuesto, Manny Borque vivía en South Beach. Residía en el último piso de uno de los nueve rascacielos que florecían en Miami como setas después de una fuerte lluvia.” Pág. 64
“–Tiene muy mal genio –dijo–. Puede llegar a ser muy exigente.” Pág. 64
“Manny Borque, si en realidad era él y no un extraño holograma de La guerra de las galaxias, medía un metro setenta, desde la suela de sus botas plateadas de tacón alto bordadas hasta la punta de su cabeza teñida de naranja. Llevaba el pelo corto, salvo unos mechones negros erizados que se dividían sobre su frente como la cola de una golondrina y caían sobre un par de enormes gafas tachonadas de piedras preciosas falsas.” Pág. 65
Lugar
El lugar de la acción principal, cuando Dexter estaba a punto de ser entregado al dios Moloch, es Toro Key.
“El anciano me adelantó y abrió la puerta, y un viento caliente azotó mi cara cuando salí y vi al dios, la fuente de la música, la fuente de todo, la gran y maravillosa fuente de éxtasis con cuernos de toro. Se alzaba sobre todo lo demás, con su gran cabeza de bronce de siete metros y medio, sus poderosos brazos extendidos hacia mí, y un maravilloso y cálido resplandor brotaba de su estómago abierto […] Caminé hacia el dios, vi el resplandor del fuego en su interior, vi que las llamas de su estomago destellaban y saltaban debido al viento que soplaba a nuestro alrededor. Y cuando estuve lo más cerca posible, justo delante del horno abierto de su vientre, me detuve y esperé.” Pág. 310
Tiempo
La novela transcurre en un período aproximado de dos a cuatro meses.
“La vida continuaba. Los días se transformaron en semanas.” Pág. 315