Dexter en la oscuridad
En el tercer tomo de esta increíble saga que trata como tema principal la muerte, representada en dos puntos de vista como la santería, “—Les proporcionaba borrachos, y ustedes los mataban —dije. El hombre se encogió de hombros.
—Nosotros practicamos sacrificios, Dexter, no matamos. En cualquier caso, cuando mataste a Zander, te seguimos y descubrimos lo que eres.” Pág. 308., el simple deseo de matar, “Después saqué un sedal de veinte kilos de resistencia y estuve preparado. Pronto empezaría la Oscura Danza. Zander saldría desprevenido a la noche del depredador, una noche de sorpresas afiladas, una oscuridad definitiva y salvaje acuchillada con feroz satisfacción. Muy pronto, saldría con calma de su vida y entraría en la mía.” Pág. 35.
En el principio de la novela nos cuentan la increíble noticia,“Dexter el de los Hoyuelos Mortíferos se va a casar. Ha subido al carro de la felicidad que conduce la encantadora Rita, quien toda la vida ha albergado la pasión de ver París. Casado, luna de miel en París... ¿Pertenecen estas palabras a la misma frase que se refiera, de alguna manera, a nuestro Desollador Fantasma? ¿De veras podemos imaginar a nuestro destripador de repente sobrio, con una sonrisa estúpida en la cara, en el altar de una iglesia de verdad, con esmoquin y pajarita cual Fred Astaire, deslizando el anillo en un dedo enguantado en blanco, mientras la congregación lloriquea y sonríe? ¿Y después a Demoníaco Dexter con bermudas, embobado ante la Torre Eiffel, tomando café au lait en el Are de Triomphe? ¿Cogido de la mano y paseando como un tonto lava junto al Sena, contemplando con la mirada perdida todas las baratijas chillonas del Louvre?
Claro, supongo que podría peregrinar a la Rué Morgue, un lugar sagrado para los destripadores serios. Pero hablemos un poco en serio un momento: ¿Dexter en París? Para empezar, ¿los norteamericanos pueden ir todavía a Francia? Y para terminar, ¿Dexter en París? ¿En luna de miel? ¿Cómo es posible que alguien tan persuasivo a medianoche como Dexter pueda pensar en algo tan vulgar? ¿Cómo es posible que alguien que considera el sexo algo tan interesante como un déficit en una contabilidad se plantee el matrimonio? En suma, por todo lo impío, oscuro y letal, ¿cómo puede Dexter querer hacer esto?” Pág. 15 y 16. “De algún modo, Rita tenía grabada a fuego en su cerebro la idea de que París era la capital del romance sofisticado, y la idea no podría extirparse sin una operación quirúrgica de envergadura.”Pág. 18.
“Por supuesto, estaba construyendo una fachada perfecta y casi impenetrable de acero y cristal antisépticos y relucientes sobre la fachada de horror gótico del Castillo Dexter. Por lo tanto, estaba muy decidido a jubilar al Antiguo Dexter, de modo que me había dedicado a «consolidar nuestras vidas», como decía Rita. En este caso, significaba mudarme de mi cómodo refugio en la periferia de Coconut Grove a la casa de tres habitaciones de Rita, situada más al sur, pues era lo más «sensato» que se podía hacer. Por supuesto, aparte de ser sensato, también era un Inconveniente para el Monstruo. Bajo el nuevo régimen, por más que quisiera, no había manera de mantener nada en privado. Aunque lo hacía, por supuesto.
Todo ogro devoto y responsable tiene sus secretos, y había cosas que sólo debían ver la luz del día en mis manos. Había, por ejemplo, ciertas investigaciones sobre compañeros de juegos en potencia. Y también la pequeña caja de madera, muy querida para mí, que contenía 41 placas de vidrio, cada una con una sola gota de sangre seca conservada en el centro, y cada gota representaba una vida subhumana que había terminado en mis manos, el álbum de recortes de mi vida interior. Porque yo no voy dejando grandes pilas de carne podrida por ahí. No soy un monstruo desaliñado, descuidado y demente. Soy un monstruo extremadamente pulcro y demente. Siempre procedo con mucho cuidado cuando me deshago de mis restos, y hasta un enemigo implacable empeñado en demostrar que soy un ogro malvado tendría problemas a la hora de definir qué son mis plaquitas.” Pág. 27 y 28. “Un monstruo no debe correr esos riesgos. Lo sé muy bien, porque yo también lo hago. Pero si algún día un esforzado investigador se topa con mi cajita de recuerdos, no encontrará más que unas placas de vidrio, cada una con una sola gota de sangre conservada encima, y ninguna forma de demostrar que cualquiera de ellas posea algún significado siniestro.” Pág. 22.Aunque nadie podía enterarse de este oscuro secreto, “Por eso me parecía tan importante la privacidad, aunque siempre había sido discreto en lo tocante a mis asuntos personales. Por lo que yo sabía, nadie había visto el interior de mi cajita de placas. Pero tampoco había tenido nunca una novia que limpiara mi piso, ni dos niños muy curiosos que husmearan en mis cosas para aprender a ser lo más parecidos posible a Dexter, el Oscuro Papaíto.” Pág. 28. “Daba la impresión de que Rita era consciente de mi necesidad de un espacio propio, y si bien no comprendía los motivos, había sacrificado su habitación de costura, que había transformado en algo llamado el estudio de Dexter.” Pág. 28. Y sus características le ayudaron durante estos años a ocultarlo, “La verdad, creo que quienes me conocen dirían que tengo mucha labia y un ingenio rápido, pero mientras volvía a reproducir en mi mente lo que Astor acababa de decir y trataba de encontrarle otro significado, sólo logré articular un sonido muy humano, algo así como «¿él kiur cun kiun?»” Pág. 29. “También había trabajo de verdad que hacer. Y como Dexter es muy concienzudo, estaba en ello.” Pág. 21 “—Yo casi nunca pienso —manifesté—. Se entromete en los procesos mentales.
—Eso no tiene sentido —dijo Astor.
—No tiene por qué tener sentido. Es verdad —aseveré.” Pág. 20. “Dexter es modesto, incluso humilde, y muy consciente de los límites de su considerable talento. Pero si existía un límite a lo que podía descubrir mediante el ordenador, aún no lo había hallado.” Pág. 25 y 26.
Para él, el hecho de ser un monstruo no significaba perder la pulcritud, “Un pequeño detalle me hizo reflexionar. Los cuerpos estaban dispuestos con pulcritud, casi con reverencia, con los brazos carbonizados cruzados sobre el pecho. Y en lugar de las cabezas cortadas, habían colocado una cabeza de toro de cerámica sobre cada torso.
Este es el tipo de toque encantador que siempre suscita algún comentario del Oscuro
Pasajero, o sea, un susurro jocoso, una risita, incluso una punzada de celos. Pero esta vez, mientras Dexter se decía: «¡Aja, una cabeza de toro! ¿Qué nos parece eso?», el Pasajero respondió al instante y enérgicamente con... ¿Nada?
¿Ni un susurro, ni un suspiro?
Envié una irritada petición de respuestas, y no recibí nada más que un correteo preocupado, como si el Pasajero se hubiera agazapado tras algo que le brindara protección, con la esperanza de capear el temporal sin que nadie se fijara en él.
Abrí los ojos, asombrado. No recordaba un momento en que el Pasajero no tuviera nada que decir sobre una muestra de nuestro tema favorito, y no obstante ahí lo tenía, no sólo callado, sino escondido.” Pág. 45 y 46.
Ni matar a cualquiera, “No me cabía ninguna duda de que era un mal hombre, y ansiaba sostener una conversación a la luz de la luna con él, a fin de ofrecerle agudos comentarios. Pero tenía que estar absolutamente seguro. Ése era el Código de Harry.
Siempre había seguido las reglas dictadas por Harry, mi padre adoptivo, de profesión policía, quien me enseñó a ser lo que soy con modestia y exactitud. Me había enseñado a dejar una escena del crimen limpia, como sólo puede hacerlo un policía, y me había enseñado a utilizar el mismo tipo de minuciosidad a la hora de elegir a mi pareja de baile. Si existía alguna duda, no podría invitar a Zander.” Pág. 23.
Y mucho menos dejar de valorar la caridad, “Dexter siempre aplaude el espíritu caritativo, por supuesto. Pero en general, soy tan partidario de él porque casi siempre constituye una señal de advertencia de que algo inicuo, perverso e inquietante está sucediendo detrás de la máscara de la Madre Teresa. No es que haya dudado alguna vez de que en las profundidades del corazón humano anida un espíritu de fervorosa caridad, combinado con el amor al prójimo. Pues claro que sí. O sea, estoy seguro de que debe existir en algún sitio. Sólo que yo nunca lo he visto. Y como carezco de humanidad y de corazón, estoy obligado a basarme en la experiencia, la cual me dice que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, y casi siempre también acaba ahí.
De modo que cuando veo a un joven acaudalado, apuesto y de apariencia normal dilapidar sus recursos en los débiles y los oprimidos, me cuesta aceptar el altruismo así sin más, por hermosa que sea la presentación. Al fin y al cabo, soy un especialista en vender una imagen encantadora e inocente de mí, y ya sabemos lo precisa que es, ¿verdad?” Pág. 21 y 22.
Deténganse ahí un momento, el oscuro pasajero había desaparecido, “Había un gran vacío en mi interior y era incapaz de pensar en ello, ni de afrontar una sensación que jamás había experimentado. No se trataba de angustia, una sensación que siempre he considerado excesiva, pero estaba muy intranquilo y viví todo el día en un espeso jarabe de ansioso temor.
¿Adonde había ido mi Pasajero, y por qué? ¿Regresaría? Estas cuestiones, de manera inevitable, me condujeron a especulaciones todavía más alarmantes: ¿qué era el Pasajero y por qué había venido a mí?
Me dio que pensar darme cuenta de hasta qué punto me había definido mediante algo que no era yo... ¿o sí? Tal vez el Extraño Pasajero no era más que el producto enfermizo de una mente dañada, una red tejida para capturar diminutos destellos de realidad y protegerme de la espantosa verdad de lo que soy en realidad. Era posible. Conozco bien la psicología básica, y he asumido desde hace bastante tiempo que estoy un poco al margen de las clasificaciones. Por mí, encantado. Me va estupendo existir sin el menor retazo de humanidad normal.
Hasta ahora, al menos. Pero, de repente, me encontraba solo, y las cosas no parecían tan definidas ni seguras. Por primera vez, tenía una real necesidad de saber.
Pocos trabajos permiten tiempo para la introspección, por supuesto, incluso sobre un tema tan importante como Oscuros Pasajeros desaparecidos. No, Dexter ha de desprenderse de ese fardo. Sobre todo con Deborah blandiendo el látigo.” Pág. 110.
Sin él Dexter, había dejado de ser un ser mortífero y temible, para ser un débil humano con sentimientos, “Había un gran vacío en mi interior y era incapaz de pensar en ello, ni de afrontar una sensación que jamás había experimentado. No se trataba de angustia, una sensación que siempre he considerado excesiva, pero estaba muy intranquilo y viví todo el día en un espeso jarabe de ansioso temor.
¿Adonde había ido mi Pasajero, y por qué? ¿Regresaría? Estas cuestiones, de manera inevitable, me condujeron a especulaciones todavía más alarmantes: ¿qué era el Pasajero y por qué había venido a mí?
Me dio que pensar darme cuenta de hasta qué punto me había definido mediante algo que no era yo... ¿o sí? Tal vez el Extraño Pasajero no era más que el producto enfermizo de una mente dañada, una red tejida para capturar diminutos destellos de realidad y protegerme de la espantosa verdad de lo que soy en realidad. Era posible. Conozco bien la psicología básica, y he asumido desde hace bastante tiempo que estoy un poco al margen de las clasificaciones. Por mí, encantado. Me va estupendo existir sin el menor retazo de humanidad normal.
Hasta ahora, al menos. Pero, de repente, me encontraba solo, y las cosas no parecían tan definidas ni seguras. Por primera vez, tenía una real necesidad de saber.
Pocos trabajos permiten tiempo para la introspección, por supuesto, incluso sobre un tema tan importante como Oscuros Pasajeros desaparecidos. No, Dexter ha de desprenderse de ese fardo. Sobre todo con Deborah blandiendo el látigo.” Pág. 110.
Aunque su casamiento con Rita, “una mujer sentada, alegre y risueña, en el borde del sofá, que habla de flores, canapés y París.” Pág.15, no sea más que una máscara de lo que en realidad es sus hijos, Cody y Astor, no significaron un problema para él. “Tal vez resulte extraño que alguien cuya única pasión consiste en la vivisección humana se lo pase bien con los hijos de Rita, pero es así. Me lo paso bien. Atención, no se me inundan los ojos de lágrimas cuando pienso en que se les ha caído un diente, puesto que eso exigiría la capacidad de sentir emociones, y me siento muy a gusto sin tal mutación. Pero en conjunto, considero que los niños son mucho más interesantes que los adultos, y me pongo muy irritable con aquellos que les hacen daño. De hecho, de vez en cuando voy en su busca. Y cuando cazo a esos depredadores, y cuando estoy muy seguro de que han hecho lo que han estado haciendo, tomo las medidas pertinentes para que sean incapaces de volver a repetirlo, y con mucho gusto, sin problemas de conciencia.” Pág. 17 y 18.
“— ¿Cómo te llevas con los hijos de Rita? —preguntó.
—Oh, Cody y Astor adoran a Dexter —dijo Rita, muy contenta de haber aparcado el tema de mi condición de hombre buscado por la ley.
—Pero ¿cómo se lleva Dexter con ellos? —insistió el hombre.
—Me caen bien —dije.
El reverendo Gilíes asintió.
—Bien. Muy bien. A veces, los niños son una carga. Sobre todo cuando no son de uno.
—Cody y Astor son una carga muy pesada, pero no me importa.
—Van a necesitar mucha atención, después de todo lo que han padecido.
—Oh, ya se la presto —dije, aunque preferí no ser demasiado concreto, de modo que añadí—: están ansiosos de recibirla.” Pág. 233. “Por eso, el hecho de que Rita tenga dos hijos de su desastroso primer matrimonio no me repelió en absoluto, sobre todo cuando tuve claro que necesitaban el toque paterno de Dexter para mantener a sus Oscuros Pasajeros sujetos con el cinturón de seguridad en el Oscuro Asiento Trasero de su coche, hasta que aprendieran a dirigirlo ellos por sí mismos. Porque, probablemente como resultado de los malos tratos psíquicos, e incluso físicos, que su padre biológico drogadicto infligió a Cody y a Astor, ellos también se habían entregado a su Lado Oscuro, como yo. Y ahora iban a ser mis hijos, tanto legal como espiritualmente. Casi era suficiente para convencerme de que, al fin y al cabo, también existía un propósito rector hacia la vida.” Pág. 18.
No es casualidad que estos niños se apegaran tanto a Dexter, “la pobre Rita, maltratada por un violento e infortunado primer matrimonio, por lo visto es incapaz de diferenciar la margarina de la mantequilla.” Pág. 17. Esto no solo la afecto a “la encantadora Rita, quien toda la vida ha albergado la pasión de ver París.”Pág. 15.” sino que desató en sus hijos al ‘oscuro pasajero’, “Por suerte para nosotros, la sutil entrada de Cody y Astor me salvó de la necesidad de encontrar una forma educada de explicarle todo esto. No irrumpen en las habitaciones disparando pistolas como la mayoría de niños de siete y diez años. Como ya he dicho, estaban algo perjudicados por su querido papá biológico, y una consecuencia es que nunca los ves entrar o salir: entra i en la habitación por osmosis. En un momento dado no se los ve por parte alguna, y al siguiente los tienes al lado y en silencio, a la espera de que repares en su presencia.” Pág. 19 “Los niños son tan interesantes, ¿verdad? Algo tan insustancial como la sombra de alguien había asustado a Cody, pero estaba más ansioso que nunca por ver de cerca un caso concreto de asesinato, terror y mortalidad humana. No le culpaba por querer echar un vistazo, claro está, pero pensé que no podía permitirlo sin más. Por otra parte, no tenía ni idea de cómo explicarles esto. Me han dicho que el idioma turco, por ejemplo, posee sutilezas inimaginables, pero el inglés no era el más adecuado para una respuesta adecuada.” Pág. 141 y 142.
“Cody nunca juntaba más de cuatro palabras en un solo día. No era estúpido, ni mucho menos. Prefería no hablar casi nunca, así de sencillo.” Pág. 19 “—Vamos afuera —dijo Cody, y le miré sorprendido. Cuatro sílabas enteras. Para él era prácticamente una oración.” Pág. 19. “Cuando descubrí que Cody era igual, me había prometido que le conduciría por el Camino de Harry, le transmitiría lo que yo había aprendido, le educaría en la Oscura Rectitud. Pero esto significaba toda una galaxia de complicaciones, explicaciones y enseñanzas. Harry había tardado casi diez años en introducir todo eso en mi cerebro, antes de permitirme jugar con algo más complicado que animales extraviados. Yo ni siquiera había empezado con Cody, y si bien experimentaba la sensación de ser un Maestro Jedi, no podía empezar ahora. Sabía que, algún día, Cody se reconciliaría con la idea de ser como yo, y mi intención era ayudarle..., pero no esta noche.” Pág. 30. “—El no tiene pesadillas —observó Astor, como si todo el mundo, salvo los que estaban muy mal de la cabeza, tuviera que saberlo—. No sueña nunca.
—Me alegra saberlo —dije, puesto que yo casi nunca sueño, y por algún motivo se me antojaba importante que Cody y yo tuviéramos muchas cosas en común. Pero a Rita no le hizo gracia.
—No seas tonta, Astor —le dijo—. Claro que Cody sueña. Todo el mundo sueña.
—Yo no —insistió Cody. Ahora, no sólo nos estaba plantando cara, sino que, al mismo tiempo, estaba rompiendo su récord de hablar. Y aunque yo no tenía corazón, salvo para propósitos circulatorios, sentía afecto por él y quería apoyarle.” Pág. 59 y 60.
“—Queremos jugar al escondite —anunció Astor. Era la portavoz de la pareja.” Pág. 19. “Me miró durante un momento muy largo, y después desvió la vista hacia su hermana, que le miró. Fue una maravilla de comunicación no verbal. Intuí que estaban sosteniendo una conversación muy larga y complicada, pero no emitieron el menor sonido hasta que Astor se encogió de hombros y se volvió hacia mí.” Pág. 32. Así eran sus conversaciones, silenciosas pero llenas de significado.
Astor, la niña, definitivamente descubrió su vocación cuando conoció a Deborah, la hermana de Dexter o para ella, “La sargento Debbie”. “¿De veras es sargento? ¿Eso es mejor que ser policía?
—Significa que es la jefa de los policías —le expliqué.
— ¿Puede dar órdenes a los que van de azul?
—Sí —contesté.
—¿ Y también lleva pistola?
—Sí.
Astor se inclinó hacia delante todo cuanto le permitió el cinturón de seguridad, y miró a Deborah con algo cercano al respeto, una expresión que no veía en su cara muy a menudo.
—No sabía que las chicas podían llevar pistola y ser jefe de policía —comentó.
—Las chicas pueden hacer cualquier pu..., cualquier cosa que hagan los chicos —dijo con brusquedad Deborah—. Mejor, por lo general.” Pág. 147 y 148.
“No suelo ver sorprendida a mi hermana muy a menudo. Su control es demasiado bueno.
Por lo tanto, fue muy gratificante verla boquiabierta cuando Halpern cayó al suelo. Compuse una expresión a juego y me incliné para tomarle el pulso.” Pág. 98.
La hermana de Dexter era la única que sabía de su oscuro pasajero aparte de su padre, “Pero aunque ella había descubierto sólo en fecha muy reciente mi verdadera naturaleza, no había tenido reparos en aprovecharse de ello para que la ayudara en su trabajo. Me daba igual. Encantado de ayudarla. ¿Para qué está la familia, si no? Y me importaba un bledo que mis colegas monstruos pagaran su deuda con la sociedad en la silla eléctrica, a menos que fuera alguien que hubiera reservado para mis inocentes placeres, por supuesto.
Pero en este caso, no tenía nada que decir a Deborah. De hecho, había confiado en que ella pudiera proporcionarme alguna información, algo capaz de explicar el acto de desaparición tan peculiar y poco habitual del Oscuro Pasajero. Claro que no era el tipo de cosa que me gustaba contarle a Deborah, pero dijera lo que dijera sobre aquella doble ofrenda, no daría crédito a mis palabras. Estaría convencida de que contaba con información y una perspectiva que me impelían a callar. Lo único más suspicaz que un hermano es un hermano policía” Pág. 49.
Deborah se caracterizaba por decir malas palabras al hecho de deberle una pequeña fortuna a Astor, “— ¿Se te ha ido la puta olla trayéndolos aquí? —preguntó con brusquedad.
—No debes decir palabrotas —reprendió Astor a Deborah con una mirada feroz—. Ahora me debes cincuenta centavos. Deborah abrió la boca, enrojeció y la volvió a cerrar.
—Sácalos de aquí —consiguió decir—. No deberían ver esto.” Pág. 137. Y conducir a grandes velocidades, “Deborah nos condujo a través del tráfico a una velocidad digna de un circuito de carreras.
Intenté pensar en una manera educada de indicarle que íbamos a ver un cadáver, el cual no era probable que escapara, así que por favor fuera más despacio, pero no se me ocurrió ninguna frase que no la impulsara a levantar las manos del volante para intentar estrangularme.” Pág. 261.
Y la puntualidad nunca debía ser olvidada en caso de reunirse con ella “No obstante, había algo que comprendía muy bien, y era la actitud de Deborah hacia la puntualidad. La había heredado de su padre, y afirmaba que llegar tarde era una falta de respeto inexcusable. Me quité los dedos de Vince del brazo y sacudí la mano.” Pág. 71.
La sargento estaba en una relación con Chutsky, “Se miraron a los ojos y no hablaron durante un largo rato. Ya los había visto hacerlo en tras ocasiones, y me recordaban las conversaciones no verbales de Cody y Astor. Era agradable verlos tan compenetrados como pareja, lo cual me recordó que una boda se cernía obre mí, con un proveedor de catering chiflado de primera categoría incluido en el lote.” Pág. 87.
La sargento y Dexter estaban en un misterioso caso de asesinatos relacionados con el Dios Moloch “—Lo sé —dijo, algo irritado—, pero acudió a ti debido a un gran sufrimiento traumático.
—Está en sintonía contigo. Aunque también es un hijo bastardo de Moloch, y eso provoca que tú estés en sintonía con nosotros. —Agitó un dedo en mi dirección—. Por eso podías oír la música. Mediante la conexión efectuada por tu Vigilante. Y cuando te causemos en breve un gran dolor, volverá a ti, como la mariposa a la llama.” Pág. 308. Este Dios le manipulaba, le controlaba al punto de enloquecer “Me levanté. Por un momento me sentí mareado, como cegado por luces brillantes, y a lo lejos oí la espantosa música que empezaba a elevarse en la tarde, y por un momento no me cupo la menor duda de que el dios me estaba llamando desde algún lugar cercano, el dios verdadero, y no un bromista psicótico.
Sacudí la cabeza para que se hiciera el silencio y estuve a punto de caerme. Sentí que una mano agarraba mi brazo para sostenerme, pero no sabía si era Debs, Vince o el propio Moloch. Desde muy lejos, una voz me estaba llamando por el nombre, pero cantando, y la cadencia se elevaba al ritmo demasiado familiar de aquella música. Cerré los ojos y sentí calor en la cara. La música aumentó de volumen. Algo me sacudió y abrí los ojos.” Pág. 267. Aunque pareciese imposible,“Me negaba a tomar en serio la idea de que un dios antiguo estaba intentando matarme.
Para empezar, no existen. Y aunque existieran, ¿por qué iba uno de ellos a molestarse conmigo? Estaba claro que un ser humano estaba utilizando el rollo de Moloch como un disfraz para sentirse más poderoso e importante, y para convencer a sus víctimas de que poseía poderes mágicos.
Como la capacidad de invadir mi sueño y obligarme a oír música, por ejemplo. Un depredador humano no podía hacer eso. Ni tampoco asustar al Oscuro Pasajero.
Las únicas respuestas posibles eran imposibles. Tal vez debía atribuirlo a la fatiga, pero no se me ocurrían otras.” Pág. 229. Este Dios mataba a personas cuando descubría maldad en su interior, pero no era solo matarlos sino que se llevaba un sacrificio en “—Un horno —dijo Deborah, y Keller asintió—. ¿Y arrojaban los cuerpos allí? — preguntó, con una expresión reveladora de que le costaba creerlo, y de que todo era culpa del profesor.
—Oh, era mucho mejor que eso —comentó Keller—. Se producía un milagro durante el ritual. Era una patraña muy sofisticada, en realidad. Por eso Moloch gozó de tanta popularidad. Era convincente, y emocionante. La estatua tenía brazos que se extendían hacia la congregación. Cuando depositabas el sacrificio en sus brazos, daba la impresión de que Moloch cobraba vida y devoraba el sacrificio. Los brazos alzaban lentamente a la víctima y la depositaban en su boca.
—Para ir a parar al horno —dije, reticente a que me volvieran a ningunear—, mientras sonaba la música.
Deborah me miró de una manera extraña, y me di cuenta de que nadie había hablado de la música, pero Keller se encogió de hombros y contestó.
—Sí, exacto. Trompetas y tambores, cánticos, todo muy hipnótico. El clímax llegaba cuando el dios alzaba el cuerpo hacia su boca y lo dejaba caer. “Pág. 176. De uno de estos asesinatos se creía que Dexter había sido el culpable, su propia hermana sospechaba de él. “—Deborah, ¿por qué iba yo a...?
—Corta el rollo —me interrumpió—. Ambos sabemos que podrías haberlo hecho.
Estuviste aquí en el momento oportuno. Y tienes un móvil muy bueno, librarte de pagarle cincuenta de los grandes. O eso, o debo creer que lo hizo un tío que está en la cárcel.” Pág. 213.
Por esto quería matar a Dexter, para él Dexter “—Eres una aberración —dijo—. Algo que no debería existir.
Admito que, en algunas ocasiones, habría estado de acuerdo con ese pensamiento, pero no en ese momento.
—No quiero parecer grosero —dije—, pero me gusta existir.
—Ya no puedes elegir —dijo el hombre—. Llevas algo dentro” Pág. 308. A pesar de ser una aberración, Dexter logra matar a Moloch y recuperar su sombra lo que lo vuelve a ser el temido Dexter,
“—Tu sombra —dijo—. Ha vuelto.
Me erguí poco a poco y cerré los ojos durante un momento. Lo justo para oír una risita de bienvenida. El Pasajero había regresado.” Pág. 316.
La historia transcurre en un tiempo aproximado de dos meses.
“Había pasado las dos últimas semanas dando las pinceladas finales a mi nuevo lienzo.”Pág. 21. (14 Días)
“De modo que, una noche como tantas otras, cuando la luna arrojaba los acordes de una melodía maníaca sobre sus hijos sedientos de sangre, yo estaba canturreando mientras me preparaba para ir a jugar.” Pág. 27. “Había seguido a Zander el tiempo suficiente para conocer su rutina, y como era jueves por la noche, sabía exactamente dónde estaría.” Pág. 34. (Día 15)
“Por lo visto, habíamos caído en uno de esos períodos que Miami vive cada dos por tres, en que el asesinato parece una buena idea, y durante tres días estuve hundido en manchas de sangre hasta las cejas.
Pero el cuarto día, las cosas incluso empeoraron un poco más.” Pág. 42 (Día 18)
“A las diez de la mañana siguiente Vince y yo nos fuimos juntos del trabajo y nos dirigimos al horrible edificio nuevo que había sustituido al escenario de mi alegría infantil.” Pág. 64. (Día 19)
“Así que significó una especie de sorpresa descubrirme aquella noche, acunado en los brazos de Rita, gritando algo que no conseguía oír. Sólo percibí el eco de mi voz estrangulada que volvía a mí desde la oscuridad algodonosa, y la mano fría de Rita sobre mi frente.” Pág. 76. (Día 19)
“La mañana siguiente encontró a Deborah obsesionada con hallar las cabezas desaparecidas de los dos cuerpos de la universidad” Pág. 77. (Día 20)
“El día siguiente transcurrió sin pena ni gloria, y no obtuvimos ninguna pista nueva sobre los dos asesinatos de la universidad” Pág. 84. (Día 21)
“A la mañana siguiente, me acorraló en mi cubículo y me arrastró a comer con su novio, Kyle Chutsky.” Pág. 84. (Día 22)
“Desperté con el corazón acelerado y una sensación de alivio nada justificada y que no comprendía en absoluto. Porque no era el simple alivio del vaso de agua cuando tienes sed, ni el del descanso cuando estás agotado, aunque también lo era.” Pág. 108. (Día 23)
“Pasé el día siguiente en una neblina de incertidumbre, deseando que el Pasajero regresara, y seguro, sin embargo, de que no lo haría. A medida que transcurría el día, esta lúgubre certidumbre se fue imponiendo cada vez más.” Pág. 110. (Día 24)
“A medida que avanzaba la noche, también lo hacía la terrible y aterradora introspección.” Pág.120. (Día 24)
“El sonido y el olor del beicon frito me despertaron. Miré el reloj: las 8.32 h, más tarde que nunca. Pero era sábado por la mañana, claro.” Pág. 120. “Aquella noche no dormí, por supuesto.” Pág. 165. (Día 25)
“El día siguiente, domingo, transcurrió en una neblina de fatiga y angustia.” Pág. 165. (Día 26)
“El lunes por la mañana, un desconcertado y apalizado Dexter entró tambaleante en la cocina, donde fui asaltado de inmediato con desmedida violencia por Huracán Rita, quien se abalanzó sobre mí agitando un fajo de papeles y cedes.” Pág. 166. (Día 27).
“Al día siguiente conseguí saltar de la cama para ir a trabajar, pese a la persistente sensación de sorda desesperación que había florecido en mí como un jardín erizado de espinos.” Pág. 198. (Día 28)
“Era sábado por la mañana, y Rita había preparado crepés de arándanos, un estímulo muy agradable para reintegrarse en la vida cotidiana. Cody y Astor se lanzaron sobre ellas con entusiasmo, y en cualquier otra mañana normal yo no me habría quedado atrás. Pero la de hoy no era una mañana normal.” Pág. 199 (Día 32)
“Durante mi largo estudio de los seres humanos, he descubierto que, por más que se esfuerzan, no han descubierto una forma de impedir la llegada del lunes por la mañana.” Pág. 206. (Día 34)
“Cuando llegué al trabajo aquella mañana, no tuve tiempo de pensar algo mejor, porque recibimos una llamada sobre un doble homicidio en una tranquila casa donde cultivaban marihuana en el Grove” Pág. 229. (Día 35)
“A la tarde siguiente estaba en mi cubículo, mecanografiando un informe sobre un asesinato múltiple muy aburrido.” Pág. 238. (Día 36)
“Por eso, a las tres y media de la tarde siguiente, Cody y Astor se estaban turnando en mirar por el microscopio del laboratorio forense.” Pág. 255 (Día 37)
“El reloj anunciaba las 3.32 cuando me senté, y las 6.00 cuando Rita entró por fin.” Pág. 282.“ “Lo peor de la tormenta descargó al norte de Toro Key, y Cody, Astor y yo pasamos el resto de la noche encerrados en la elegante sala, con el sofá delante de una puerta, y una butaca grande y con un grueso relleno delante de la otra puerta.” Pág. 313. (Día 38)
“Los días se transformaron en semanas.” Pág. 315.
Las Chicas de Alambre
En la novela de Jordi Sierra i Fabra, “Las chicas de alambre” se presentan temas como “Eso representaría hablar de muchos temas, del mundo de la moda, del de las top models, de drogas, de anorexias y bulimias, del éxito y del fracaso, de las fans, de los referentes sociales, de por qué los mitos se crean y se destruyen y de por qué influyen tanto en la gente.” Pág. 47.
Esta novela transcurre aproximadamente en una duración de 20 días: “Ese día, al despertar a las diez de la mañana, me quedé sin aliento.” Pág. 9. (Día 1)
“Volví a levantarme tarde, a las diez, pero esta vez no tenía que ir a la redacción, así que podía permitírmelo.” Pág. 21. (Día 2)
“Estaba empezando a llover cuando aparqué el coche a menos de veinte metros del edificio donde Carlos Sanromán aún tenía su estudio de fotografía.“ Pág. 28 (Día 3)
“Mi puente aéreo con destino a Madrid salió veinte minutos tarde, lo cual, aun siendo habitual, era como para respirar aliviado después de los últimos retrasos de hasta una hora de la semana anterior.” Pág. 47. “Fue lo último que dije, además de: «Al aeropuerto, terminal 3», al taxista que me recogió, antes de llegar al puente aéreo de Barajas, para volver a tomar un avión que me devolviera a Barcelona.” Pág. 52. —¿Sigues siendo una chica pobre que lucha por salir adelante y a la cual la cena gratis que le debo le viene muy bien?
—Gracioso —me espetó con un tono agudo.
—¿Te recojo en una hora?
—Si vienes con la moto, sí.” Pág. 58. (Día 4)
“Me abrió la puerta en calzoncillos, y con cara evidente de haber sido despertado con mi llamada. No me sentí mal por eso. Y aún menos al verle.” Pág. 60 “Me recibió en su despacho. Tenía cuarenta y cinco años, se mantenía en forma, y después de casarse con Montse Cros, hija de los Cros de Manresa, había montado una productora de televisión que le iba viento en popa. Y no se trataba de un braguetazo. Nando Iturralde tenía pasta. Ahora se rumoreaba que iban a relanzarse sus grandes éxitos y que, a lo mejor, volvía a la escena. Los viejos roqueros nunca mueren.” Pág. 65. (Día 5)
“No lo esperaba, así que me sorprendió encontrármela allí, en la puerta de mi casa, sentada en el peldaño de la escalera y con una bolsa al lado.
Sofía. La había llamado el viernes, después de lo de Nando Iturralde, pero ya no la encontré.
Tendría algo mejor que hacer el fin de semana. Ahora era domingo por la noche.” Pág. 71. (Día 6)
“Sofía ya no estaba por la mañana, al despertar.” Pág. 78. “Acabé de hacer la maleta, metí lo imprescindible para una semana y me fui a la redacción de Z.I. intentando no pensar demasiado en mi nueva amiga. Probablemente ya no la volvería a ver. Antes de decirle adiós a mi madre pasé por administración para recoger los pasajes de avión y unos cuantos dólares en metálico para gastos. Porfirio me hizo firmar los correspondientes recibos.” Pág. 78 (Día 7)
“No sé. Ya te dije que estaría fuera más o menos una semana. Mañana me voy a Nueva York, aunque con un poco de suerte no tendré que dormir en la ciudad y por la noche me largaré a Los Ángeles.” Pág.109. (Día 8 )
“Me desperté muy tarde, tardísimo, y tuve el tiempo justo de ducharme y salir de la habitación con la bolsa ya hecha. Si llego a pasar por recepción cinco minutos después... ya me habrían cobrado un día de más por superar el límite de estancia habitual. Aboné la cuenta por dos noches y bajé al garaje para buscar el coche.” Pág. 150 “Al anochecer, un poco cansado después de la noche de marcha, y todavía con el cambio y el desfase horario afectándome, aterricé en la más hermosa —por europea— de las ciudades americanas. Los mismos habitantes de Nueva York, Chicago o Miami, y ya no digamos Los Ángeles, aseguran que en San Francisco «nunca pasa nada», sinónimo de paz y tranquilidad.” Pág. 151. (Día 9)
“—¿Has dicho en serio que tenías una pista?
—¿Sobre Vania? Sí.
La tenía desde hacía tres días, desde la tarde de mi estancia en la habitación de Bárbara Hunt, pero la había acabado de ver clara justamente en aquellos minutos, con Sofía a mi lado, sola, sin nadie, desprotegida.” Pág. 161. (Día 12)
“—Te llamo para decirte que mañana tampoco iré a la redacción —odiaba la palabra oficina.
—¿Por qué?
—Me voy a Aruba.” Pág. 170. “—¿Cuánto hace que no duermes ocho horas seguidas? Llegaste ayer de Estados Unidos y ahora quieres volver a cruzar el charco.” Pág. 171. (Día 13)
“Acabé cenando en el restaurante del hotel, «pasando» de llamar a los otros cuatro de Seroe Colorado. De día y en coche haría una inspección visual. Después de la cena paseé por Oranjestad a pie, me metí en un casino sólo por ver el ambiente, me largué rápido después de haberlo visto, y me fui a la cama temprano.” Pág. 176. (Día 14)
“Por la mañana también me levanté temprano.” Pág. 176. “Fui capaz de cenar, meditar, comprender, y después pagar, salir, subir a mi coche y dirigirme a casa de Noraima sin prisas, sin excesos ni locuras.” Pág. 197. (Día 15)
“—¿Cuántos días vas a quedarte aquí?
—No lo sé. Podría irme mañana, o pasado, o...
—Quédate un par de días, por lo menos —me ofreció—. Te enseñaré esto, iremos al Puente Natural, que es la única atracción de Aruba además de algunas cuevas, y hablaremos de ello.” Pág. 211. (Día 16).
La historia trata de un periodista llamado Jonathan Boix, “Alta, metro setenta y cinco —o sea, dos centímetros por debajo de mi estatura—, rubia, ojos limpios, transparentes, boca grande, labios espectaculares, cuerpo esbelto y perfecto, sin retoques...” Pág. 138. (Él mide 1,77 m). “Mi madre opina que «me hago querer» por las mujeres, que la mayoría «quiere adoptarme» nada más me ven, porque les despierto de forma fulminante su «instinto maternal». ¿Y quién soy yo para discutir algo tan peculiar con mamá? Ella sabe más que yo de estas cosas.” Pág.22 “Soy amable con las chicas. Un defecto como otro cualquiera. Siempre he intentado tratarlas bien, aunque ellas me traten mal. Tal vez sea porque no las entiendo, porque crecí con una madre fuerte haciendo de padre, o porque soy un romántico. Me puede un rostro bello, o alguien del sexo opuesto con el suficiente carisma como para hacerme soñar, estremecer.” Pág. 36. “—Eres demasiado confiado. ¿No tienes miedo de que te vacíen esto?
Me importaba, claro; pero no en el sentido al que se refería ella. Me encogí de hombros.
—No me gusta vivir atemorizado ni en jaulas de cristal.
Sofía parecía muy tranquila, muy relajada, como si hubiera dormido bien o se sintiera mejor que la última vez que estuvo allí.
—No tienes mucho apego a las cosas materiales, ¿verdad?
—No mucho —reconocí.” Pág. 156.
Jon es escritor en la revista ZI “¿Quién tiene la oportunidad de buscar a la chica que le hizo soñar durante la primera adolescencia, y encima que le paguen por ello? Amo mi trabajo. Creo que es el mejor de cuantos hay. Te permite viajar, conocer gente, escribir acerca de muchas cosas, fotografiar la vida —y a veces la muerte— y, en general, percibir de una forma distinta el mundo, así que también lo entiendes un poco mejor. Para muchas personas, no saber dónde vas a estar mañana es un conflicto, una suerte de caos mental. Para mí, no. Es parte del sabor, parte de la emoción. Claro que no puedes quedar con una chica a tres días vista, pero... Tampoco es tan grave.” Pág. 15.
En la cual su madre, la directora de la revista, le pide hacer un reportaje sobre ‘Las chicas de alambre’. “— ¿Qué es lo que quieres, una exclusiva?
Me lo preguntó cuando estaba bebiendo, así que tuve que tragar el agua antes de responder.
—No soy de ésos —dije—. Yo sólo quería escribir un reportaje.” Pág. 203.
A pesar de amar su trabajo un aspecto más le conmovió a la hora de compenetrarse al máximo con él. “— ¿De verdad tenías un póster mío puesto en tu habitación?
—Como que estaba enamorado de ti —reconocí sin ambages.
Pero no le dije que había quitado el póster tan sólo tres o cuatro años antes.” Pág. 212.
Y eso era su amor en la adolescencia por Vania. Ella era una modelo muy bonita, “Vania, con su largo cabello negro, sus ojos grises, profundos, dulcemente tristes siempre, la nariz recta y afilada, el mentón redondo, los labios carnosos, su imagen de perenne inocencia juvenil que tantos estragos había causado entre fans y admiradores.” Pág. 16. Por lo que los fotógrafos la destacaban de las demás. “Todas han sido hermosas, o han tenido algo especial... De lo contrario, no servirían para eso; pero cuando vi a Vania a través del visor de la cámara... Estaba ahí, ¿entiendes? Se puede estudiar para ser modelo, sí, pero nadie puede enseñarte a mirar a una cámara. Esa mirada lo es todo. Y en su caso toda ella se salía, atravesaba el espacio, se te metía dentro. ¡La misma cámara la quería, que es algo esencial! No sólo eran aquellos ojos siempre tristes, su aspecto lánguido, su inocencia plagada de ternuras, también era el morbo que eso producía. Tenía trece años.
¡Trece años! Pero no me equivoqué. En cuatro años ya estaba arriba. Yo creo que Vania nació sin edad. Te podría decir la clásica frase de que era una mujer atrapada en un cuerpo de niña y bla, bla, bla, pero era más.” Pág. 33. Aparte de bonita era una persona agradable, “—¿Cómo era?
—Era una pura energía —mirar hacia dentro le hizo brillar los ojos—. No por ser una loca, no parar, reír siempre o andar de un lado a otro, porque no era así. Me refiero a que era como la luz, te transmitía unos enormes deseos de protegerla, darle amparo, quererla, acariciarla. Ella daba energía a los demás, ¿entiendes? Sin embargo, en sí misma, necesitaba muy poca para vivir. Se movía despacio, hablaba poco. Aquella melancólica delgadez que la dominaba...
—Pero ese aire enfermizo venía de su anorexia y de un posible consumo de drogas.
—No tomaba drogas” Pág. 67 y 68.
Aunque no solo su carrera, sino también en el ambito amoroso empezó con temprana edad “Por último, estaba Vania. Después de andar con un noviete a los dieciséis años, noviete que por supuesto salió a la luz más tarde para sacar tajada del tema, a los diecisiete le había llegado el éxito internacional por aquella portada. A partir de ese instante lo rentabilizó al máximo. A los veinte fue muy sonado su idilio con un famoso cantante roquero español. La Bella y la Bestia. Y a los veintitrés, su boda inesperada con un marchante de arte neoyorquino, seguida de un divorcio rápido; todo ello en plena cumbre profesional. Un año después todo se torció definitivamente. La muerte de Cyrille, la muerte de Jess, el juicio del novio de Jess en el que ella tuvo que testificar, y el adiós. Tenía veinticinco años. La misma edad que yo en este momento. Veinticinco años y dijo adiós, lo dejó todo. La desaparición más inesperada. Su última pista provenía de una clínica en la que Vania intentó recuperarse de su anorexia, casi al límite.” Pág. 19
Este mundo de la moda la llevó a desordenes alimenticios, “La anorexia casi la mató, debes saberlo, pero aun con ella... era preciosa, única. Ahora tendría treinta y cinco años, así que... La plenitud, chico. La plenitud. Toda una mujer. Se me puso un nudo en la garganta. A veces pienso que las cosas hermosas deberían existir eternamente.
— ¿Siempre fue anoréxica?
—No, que va. Al comienzo era una chica normal, alta y delgada, por supuesto, pero normal. Lo de pasarse, porque se pasó, fue a partir de los quince o dieciséis. En aquellos días el culto al esqueleto más que a la forma femenina se hizo religión oficial.” Pág. 32. “Vania, es decir, Vanessa Molins Cadafalch, nacida en Barcelona, España, hija natural de una mujer llena de voluntad y decisión que fue siempre el ángel tutelar de su carrera hasta que el éxito le dio alas y la independencia. El padre, casado, por lo menos la reconoció; pero eso fue todo. Más tarde, la madre murió de un cáncer de pecho. Su única familia, al margen del padre que no volvió a ver, era una tía soltera, hermana de su madre, que nunca quiso figurar en los periódicos. Al contrario que Cyrille y que Jess, a Vania no la descubrió ningún cazatalentos paseando por el Paseo de Gracia de Barcelona, ni fue Miss nada. Por voluntad propia, porque quería ser modelo, se matriculó en una agencia para aprender siendo una niña, y pasó por todos los grados de la servidumbre
antes de dar el salto. Interinamente, sin embargo, quien sí la descubrió fue el fotógrafo que a los trece años le hizo su primera sesión «como mujer» y le vaticinó el futuro. Vania creyó en él además de en sí misma.” Pág. 17 y 18. “—Vania era especial —se arrancó, tras un prolongado suspiro en el cual se miró las manos, muy cuidadas y limpias—. Especial en todo. Era una persona sensible, buena, encantadora, romántica, emotiva. Un ser humano lleno de luz metido en el rostro y el cuerpo de una mujer que supo cautivar al mundo con ella.
— ¿Disfrutaba con lo que hacía?
—Al comienzo, sí. ¿Quién no quiere el éxito en lo que hace? Pero la diferencia entre ser modelo y ser top model es muy fuerte. Un abismo. Las tops estaban ya en el ojo del huracán, eran noticia en sí mismas, personajes públicos. En los últimos tres años, desde antes de casarse con aquel hombre, Vania ya no era así. No estaba delgada por necesidad estética. Lo estaba porque apenas comía, y el cansancio había hecho mella en ella. La profesión de modelo la llenaba, pero no le había dado lo más importante: el orgullo de sentirse bien consigo misma. Así que todo le daba igual. Era Vania, la top model. Vania, la Wiregirl. Vania, la compañera de Jess y de Cyrille. Vania, Vania, Vania. Creó un pequeño mito fugaz, y un día reconoció que lo único que deseaba era volver a ser Vanessa; pero para entonces ya era tarde. En los meses finales nada la satisfacía, ni ayudar a los demás. Pasé por alto la expresión «meses finales». Sólo sé que me entró un ramalazo de frío en la espina dorsal. Preferí seguir dando cuerda a mi anfitriona.
—¿Cómo ayudaba a los demás?
—Se hizo socia de Médicos Sin Fronteras, Ayuda en Acción, Aldeas Infantiles, Amnistía Internacional, Greenpeace y una docena de Organizaciones No Gubernamentales más. Aportaba siempre mucho dinero para todo tipo de causas, pero en silencio, sin querer destacar. No era de ésas, de las que usan eso como publicidad añadida. Nada de fotos con niños africanos muertos de hambre o con enfermos en Calcuta. Ella llegó a estar más delgada que esos niños.
—La anorexia.
—Sí —convino.” Pág. 181 y 182.
SIGUE EN UN COMENTARIO
En el tercer tomo de esta increíble saga que trata como tema principal la muerte, representada en dos puntos de vista como la santería, “—Les proporcionaba borrachos, y ustedes los mataban —dije. El hombre se encogió de hombros.
—Nosotros practicamos sacrificios, Dexter, no matamos. En cualquier caso, cuando mataste a Zander, te seguimos y descubrimos lo que eres.” Pág. 308., el simple deseo de matar, “Después saqué un sedal de veinte kilos de resistencia y estuve preparado. Pronto empezaría la Oscura Danza. Zander saldría desprevenido a la noche del depredador, una noche de sorpresas afiladas, una oscuridad definitiva y salvaje acuchillada con feroz satisfacción. Muy pronto, saldría con calma de su vida y entraría en la mía.” Pág. 35.
En el principio de la novela nos cuentan la increíble noticia,“Dexter el de los Hoyuelos Mortíferos se va a casar. Ha subido al carro de la felicidad que conduce la encantadora Rita, quien toda la vida ha albergado la pasión de ver París. Casado, luna de miel en París... ¿Pertenecen estas palabras a la misma frase que se refiera, de alguna manera, a nuestro Desollador Fantasma? ¿De veras podemos imaginar a nuestro destripador de repente sobrio, con una sonrisa estúpida en la cara, en el altar de una iglesia de verdad, con esmoquin y pajarita cual Fred Astaire, deslizando el anillo en un dedo enguantado en blanco, mientras la congregación lloriquea y sonríe? ¿Y después a Demoníaco Dexter con bermudas, embobado ante la Torre Eiffel, tomando café au lait en el Are de Triomphe? ¿Cogido de la mano y paseando como un tonto lava junto al Sena, contemplando con la mirada perdida todas las baratijas chillonas del Louvre?
Claro, supongo que podría peregrinar a la Rué Morgue, un lugar sagrado para los destripadores serios. Pero hablemos un poco en serio un momento: ¿Dexter en París? Para empezar, ¿los norteamericanos pueden ir todavía a Francia? Y para terminar, ¿Dexter en París? ¿En luna de miel? ¿Cómo es posible que alguien tan persuasivo a medianoche como Dexter pueda pensar en algo tan vulgar? ¿Cómo es posible que alguien que considera el sexo algo tan interesante como un déficit en una contabilidad se plantee el matrimonio? En suma, por todo lo impío, oscuro y letal, ¿cómo puede Dexter querer hacer esto?” Pág. 15 y 16. “De algún modo, Rita tenía grabada a fuego en su cerebro la idea de que París era la capital del romance sofisticado, y la idea no podría extirparse sin una operación quirúrgica de envergadura.”Pág. 18.
“Por supuesto, estaba construyendo una fachada perfecta y casi impenetrable de acero y cristal antisépticos y relucientes sobre la fachada de horror gótico del Castillo Dexter. Por lo tanto, estaba muy decidido a jubilar al Antiguo Dexter, de modo que me había dedicado a «consolidar nuestras vidas», como decía Rita. En este caso, significaba mudarme de mi cómodo refugio en la periferia de Coconut Grove a la casa de tres habitaciones de Rita, situada más al sur, pues era lo más «sensato» que se podía hacer. Por supuesto, aparte de ser sensato, también era un Inconveniente para el Monstruo. Bajo el nuevo régimen, por más que quisiera, no había manera de mantener nada en privado. Aunque lo hacía, por supuesto.
Todo ogro devoto y responsable tiene sus secretos, y había cosas que sólo debían ver la luz del día en mis manos. Había, por ejemplo, ciertas investigaciones sobre compañeros de juegos en potencia. Y también la pequeña caja de madera, muy querida para mí, que contenía 41 placas de vidrio, cada una con una sola gota de sangre seca conservada en el centro, y cada gota representaba una vida subhumana que había terminado en mis manos, el álbum de recortes de mi vida interior. Porque yo no voy dejando grandes pilas de carne podrida por ahí. No soy un monstruo desaliñado, descuidado y demente. Soy un monstruo extremadamente pulcro y demente. Siempre procedo con mucho cuidado cuando me deshago de mis restos, y hasta un enemigo implacable empeñado en demostrar que soy un ogro malvado tendría problemas a la hora de definir qué son mis plaquitas.” Pág. 27 y 28. “Un monstruo no debe correr esos riesgos. Lo sé muy bien, porque yo también lo hago. Pero si algún día un esforzado investigador se topa con mi cajita de recuerdos, no encontrará más que unas placas de vidrio, cada una con una sola gota de sangre conservada encima, y ninguna forma de demostrar que cualquiera de ellas posea algún significado siniestro.” Pág. 22.Aunque nadie podía enterarse de este oscuro secreto, “Por eso me parecía tan importante la privacidad, aunque siempre había sido discreto en lo tocante a mis asuntos personales. Por lo que yo sabía, nadie había visto el interior de mi cajita de placas. Pero tampoco había tenido nunca una novia que limpiara mi piso, ni dos niños muy curiosos que husmearan en mis cosas para aprender a ser lo más parecidos posible a Dexter, el Oscuro Papaíto.” Pág. 28. “Daba la impresión de que Rita era consciente de mi necesidad de un espacio propio, y si bien no comprendía los motivos, había sacrificado su habitación de costura, que había transformado en algo llamado el estudio de Dexter.” Pág. 28. Y sus características le ayudaron durante estos años a ocultarlo, “La verdad, creo que quienes me conocen dirían que tengo mucha labia y un ingenio rápido, pero mientras volvía a reproducir en mi mente lo que Astor acababa de decir y trataba de encontrarle otro significado, sólo logré articular un sonido muy humano, algo así como «¿él kiur cun kiun?»” Pág. 29. “También había trabajo de verdad que hacer. Y como Dexter es muy concienzudo, estaba en ello.” Pág. 21 “—Yo casi nunca pienso —manifesté—. Se entromete en los procesos mentales.
—Eso no tiene sentido —dijo Astor.
—No tiene por qué tener sentido. Es verdad —aseveré.” Pág. 20. “Dexter es modesto, incluso humilde, y muy consciente de los límites de su considerable talento. Pero si existía un límite a lo que podía descubrir mediante el ordenador, aún no lo había hallado.” Pág. 25 y 26.
Para él, el hecho de ser un monstruo no significaba perder la pulcritud, “Un pequeño detalle me hizo reflexionar. Los cuerpos estaban dispuestos con pulcritud, casi con reverencia, con los brazos carbonizados cruzados sobre el pecho. Y en lugar de las cabezas cortadas, habían colocado una cabeza de toro de cerámica sobre cada torso.
Este es el tipo de toque encantador que siempre suscita algún comentario del Oscuro
Pasajero, o sea, un susurro jocoso, una risita, incluso una punzada de celos. Pero esta vez, mientras Dexter se decía: «¡Aja, una cabeza de toro! ¿Qué nos parece eso?», el Pasajero respondió al instante y enérgicamente con... ¿Nada?
¿Ni un susurro, ni un suspiro?
Envié una irritada petición de respuestas, y no recibí nada más que un correteo preocupado, como si el Pasajero se hubiera agazapado tras algo que le brindara protección, con la esperanza de capear el temporal sin que nadie se fijara en él.
Abrí los ojos, asombrado. No recordaba un momento en que el Pasajero no tuviera nada que decir sobre una muestra de nuestro tema favorito, y no obstante ahí lo tenía, no sólo callado, sino escondido.” Pág. 45 y 46.
Ni matar a cualquiera, “No me cabía ninguna duda de que era un mal hombre, y ansiaba sostener una conversación a la luz de la luna con él, a fin de ofrecerle agudos comentarios. Pero tenía que estar absolutamente seguro. Ése era el Código de Harry.
Siempre había seguido las reglas dictadas por Harry, mi padre adoptivo, de profesión policía, quien me enseñó a ser lo que soy con modestia y exactitud. Me había enseñado a dejar una escena del crimen limpia, como sólo puede hacerlo un policía, y me había enseñado a utilizar el mismo tipo de minuciosidad a la hora de elegir a mi pareja de baile. Si existía alguna duda, no podría invitar a Zander.” Pág. 23.
Y mucho menos dejar de valorar la caridad, “Dexter siempre aplaude el espíritu caritativo, por supuesto. Pero en general, soy tan partidario de él porque casi siempre constituye una señal de advertencia de que algo inicuo, perverso e inquietante está sucediendo detrás de la máscara de la Madre Teresa. No es que haya dudado alguna vez de que en las profundidades del corazón humano anida un espíritu de fervorosa caridad, combinado con el amor al prójimo. Pues claro que sí. O sea, estoy seguro de que debe existir en algún sitio. Sólo que yo nunca lo he visto. Y como carezco de humanidad y de corazón, estoy obligado a basarme en la experiencia, la cual me dice que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, y casi siempre también acaba ahí.
De modo que cuando veo a un joven acaudalado, apuesto y de apariencia normal dilapidar sus recursos en los débiles y los oprimidos, me cuesta aceptar el altruismo así sin más, por hermosa que sea la presentación. Al fin y al cabo, soy un especialista en vender una imagen encantadora e inocente de mí, y ya sabemos lo precisa que es, ¿verdad?” Pág. 21 y 22.
Deténganse ahí un momento, el oscuro pasajero había desaparecido, “Había un gran vacío en mi interior y era incapaz de pensar en ello, ni de afrontar una sensación que jamás había experimentado. No se trataba de angustia, una sensación que siempre he considerado excesiva, pero estaba muy intranquilo y viví todo el día en un espeso jarabe de ansioso temor.
¿Adonde había ido mi Pasajero, y por qué? ¿Regresaría? Estas cuestiones, de manera inevitable, me condujeron a especulaciones todavía más alarmantes: ¿qué era el Pasajero y por qué había venido a mí?
Me dio que pensar darme cuenta de hasta qué punto me había definido mediante algo que no era yo... ¿o sí? Tal vez el Extraño Pasajero no era más que el producto enfermizo de una mente dañada, una red tejida para capturar diminutos destellos de realidad y protegerme de la espantosa verdad de lo que soy en realidad. Era posible. Conozco bien la psicología básica, y he asumido desde hace bastante tiempo que estoy un poco al margen de las clasificaciones. Por mí, encantado. Me va estupendo existir sin el menor retazo de humanidad normal.
Hasta ahora, al menos. Pero, de repente, me encontraba solo, y las cosas no parecían tan definidas ni seguras. Por primera vez, tenía una real necesidad de saber.
Pocos trabajos permiten tiempo para la introspección, por supuesto, incluso sobre un tema tan importante como Oscuros Pasajeros desaparecidos. No, Dexter ha de desprenderse de ese fardo. Sobre todo con Deborah blandiendo el látigo.” Pág. 110.
Sin él Dexter, había dejado de ser un ser mortífero y temible, para ser un débil humano con sentimientos, “Había un gran vacío en mi interior y era incapaz de pensar en ello, ni de afrontar una sensación que jamás había experimentado. No se trataba de angustia, una sensación que siempre he considerado excesiva, pero estaba muy intranquilo y viví todo el día en un espeso jarabe de ansioso temor.
¿Adonde había ido mi Pasajero, y por qué? ¿Regresaría? Estas cuestiones, de manera inevitable, me condujeron a especulaciones todavía más alarmantes: ¿qué era el Pasajero y por qué había venido a mí?
Me dio que pensar darme cuenta de hasta qué punto me había definido mediante algo que no era yo... ¿o sí? Tal vez el Extraño Pasajero no era más que el producto enfermizo de una mente dañada, una red tejida para capturar diminutos destellos de realidad y protegerme de la espantosa verdad de lo que soy en realidad. Era posible. Conozco bien la psicología básica, y he asumido desde hace bastante tiempo que estoy un poco al margen de las clasificaciones. Por mí, encantado. Me va estupendo existir sin el menor retazo de humanidad normal.
Hasta ahora, al menos. Pero, de repente, me encontraba solo, y las cosas no parecían tan definidas ni seguras. Por primera vez, tenía una real necesidad de saber.
Pocos trabajos permiten tiempo para la introspección, por supuesto, incluso sobre un tema tan importante como Oscuros Pasajeros desaparecidos. No, Dexter ha de desprenderse de ese fardo. Sobre todo con Deborah blandiendo el látigo.” Pág. 110.
Aunque su casamiento con Rita, “una mujer sentada, alegre y risueña, en el borde del sofá, que habla de flores, canapés y París.” Pág.15, no sea más que una máscara de lo que en realidad es sus hijos, Cody y Astor, no significaron un problema para él. “Tal vez resulte extraño que alguien cuya única pasión consiste en la vivisección humana se lo pase bien con los hijos de Rita, pero es así. Me lo paso bien. Atención, no se me inundan los ojos de lágrimas cuando pienso en que se les ha caído un diente, puesto que eso exigiría la capacidad de sentir emociones, y me siento muy a gusto sin tal mutación. Pero en conjunto, considero que los niños son mucho más interesantes que los adultos, y me pongo muy irritable con aquellos que les hacen daño. De hecho, de vez en cuando voy en su busca. Y cuando cazo a esos depredadores, y cuando estoy muy seguro de que han hecho lo que han estado haciendo, tomo las medidas pertinentes para que sean incapaces de volver a repetirlo, y con mucho gusto, sin problemas de conciencia.” Pág. 17 y 18.
“— ¿Cómo te llevas con los hijos de Rita? —preguntó.
—Oh, Cody y Astor adoran a Dexter —dijo Rita, muy contenta de haber aparcado el tema de mi condición de hombre buscado por la ley.
—Pero ¿cómo se lleva Dexter con ellos? —insistió el hombre.
—Me caen bien —dije.
El reverendo Gilíes asintió.
—Bien. Muy bien. A veces, los niños son una carga. Sobre todo cuando no son de uno.
—Cody y Astor son una carga muy pesada, pero no me importa.
—Van a necesitar mucha atención, después de todo lo que han padecido.
—Oh, ya se la presto —dije, aunque preferí no ser demasiado concreto, de modo que añadí—: están ansiosos de recibirla.” Pág. 233. “Por eso, el hecho de que Rita tenga dos hijos de su desastroso primer matrimonio no me repelió en absoluto, sobre todo cuando tuve claro que necesitaban el toque paterno de Dexter para mantener a sus Oscuros Pasajeros sujetos con el cinturón de seguridad en el Oscuro Asiento Trasero de su coche, hasta que aprendieran a dirigirlo ellos por sí mismos. Porque, probablemente como resultado de los malos tratos psíquicos, e incluso físicos, que su padre biológico drogadicto infligió a Cody y a Astor, ellos también se habían entregado a su Lado Oscuro, como yo. Y ahora iban a ser mis hijos, tanto legal como espiritualmente. Casi era suficiente para convencerme de que, al fin y al cabo, también existía un propósito rector hacia la vida.” Pág. 18.
No es casualidad que estos niños se apegaran tanto a Dexter, “la pobre Rita, maltratada por un violento e infortunado primer matrimonio, por lo visto es incapaz de diferenciar la margarina de la mantequilla.” Pág. 17. Esto no solo la afecto a “la encantadora Rita, quien toda la vida ha albergado la pasión de ver París.”Pág. 15.” sino que desató en sus hijos al ‘oscuro pasajero’, “Por suerte para nosotros, la sutil entrada de Cody y Astor me salvó de la necesidad de encontrar una forma educada de explicarle todo esto. No irrumpen en las habitaciones disparando pistolas como la mayoría de niños de siete y diez años. Como ya he dicho, estaban algo perjudicados por su querido papá biológico, y una consecuencia es que nunca los ves entrar o salir: entra i en la habitación por osmosis. En un momento dado no se los ve por parte alguna, y al siguiente los tienes al lado y en silencio, a la espera de que repares en su presencia.” Pág. 19 “Los niños son tan interesantes, ¿verdad? Algo tan insustancial como la sombra de alguien había asustado a Cody, pero estaba más ansioso que nunca por ver de cerca un caso concreto de asesinato, terror y mortalidad humana. No le culpaba por querer echar un vistazo, claro está, pero pensé que no podía permitirlo sin más. Por otra parte, no tenía ni idea de cómo explicarles esto. Me han dicho que el idioma turco, por ejemplo, posee sutilezas inimaginables, pero el inglés no era el más adecuado para una respuesta adecuada.” Pág. 141 y 142.
“Cody nunca juntaba más de cuatro palabras en un solo día. No era estúpido, ni mucho menos. Prefería no hablar casi nunca, así de sencillo.” Pág. 19 “—Vamos afuera —dijo Cody, y le miré sorprendido. Cuatro sílabas enteras. Para él era prácticamente una oración.” Pág. 19. “Cuando descubrí que Cody era igual, me había prometido que le conduciría por el Camino de Harry, le transmitiría lo que yo había aprendido, le educaría en la Oscura Rectitud. Pero esto significaba toda una galaxia de complicaciones, explicaciones y enseñanzas. Harry había tardado casi diez años en introducir todo eso en mi cerebro, antes de permitirme jugar con algo más complicado que animales extraviados. Yo ni siquiera había empezado con Cody, y si bien experimentaba la sensación de ser un Maestro Jedi, no podía empezar ahora. Sabía que, algún día, Cody se reconciliaría con la idea de ser como yo, y mi intención era ayudarle..., pero no esta noche.” Pág. 30. “—El no tiene pesadillas —observó Astor, como si todo el mundo, salvo los que estaban muy mal de la cabeza, tuviera que saberlo—. No sueña nunca.
—Me alegra saberlo —dije, puesto que yo casi nunca sueño, y por algún motivo se me antojaba importante que Cody y yo tuviéramos muchas cosas en común. Pero a Rita no le hizo gracia.
—No seas tonta, Astor —le dijo—. Claro que Cody sueña. Todo el mundo sueña.
—Yo no —insistió Cody. Ahora, no sólo nos estaba plantando cara, sino que, al mismo tiempo, estaba rompiendo su récord de hablar. Y aunque yo no tenía corazón, salvo para propósitos circulatorios, sentía afecto por él y quería apoyarle.” Pág. 59 y 60.
“—Queremos jugar al escondite —anunció Astor. Era la portavoz de la pareja.” Pág. 19. “Me miró durante un momento muy largo, y después desvió la vista hacia su hermana, que le miró. Fue una maravilla de comunicación no verbal. Intuí que estaban sosteniendo una conversación muy larga y complicada, pero no emitieron el menor sonido hasta que Astor se encogió de hombros y se volvió hacia mí.” Pág. 32. Así eran sus conversaciones, silenciosas pero llenas de significado.
Astor, la niña, definitivamente descubrió su vocación cuando conoció a Deborah, la hermana de Dexter o para ella, “La sargento Debbie”. “¿De veras es sargento? ¿Eso es mejor que ser policía?
—Significa que es la jefa de los policías —le expliqué.
— ¿Puede dar órdenes a los que van de azul?
—Sí —contesté.
—¿ Y también lleva pistola?
—Sí.
Astor se inclinó hacia delante todo cuanto le permitió el cinturón de seguridad, y miró a Deborah con algo cercano al respeto, una expresión que no veía en su cara muy a menudo.
—No sabía que las chicas podían llevar pistola y ser jefe de policía —comentó.
—Las chicas pueden hacer cualquier pu..., cualquier cosa que hagan los chicos —dijo con brusquedad Deborah—. Mejor, por lo general.” Pág. 147 y 148.
“No suelo ver sorprendida a mi hermana muy a menudo. Su control es demasiado bueno.
Por lo tanto, fue muy gratificante verla boquiabierta cuando Halpern cayó al suelo. Compuse una expresión a juego y me incliné para tomarle el pulso.” Pág. 98.
La hermana de Dexter era la única que sabía de su oscuro pasajero aparte de su padre, “Pero aunque ella había descubierto sólo en fecha muy reciente mi verdadera naturaleza, no había tenido reparos en aprovecharse de ello para que la ayudara en su trabajo. Me daba igual. Encantado de ayudarla. ¿Para qué está la familia, si no? Y me importaba un bledo que mis colegas monstruos pagaran su deuda con la sociedad en la silla eléctrica, a menos que fuera alguien que hubiera reservado para mis inocentes placeres, por supuesto.
Pero en este caso, no tenía nada que decir a Deborah. De hecho, había confiado en que ella pudiera proporcionarme alguna información, algo capaz de explicar el acto de desaparición tan peculiar y poco habitual del Oscuro Pasajero. Claro que no era el tipo de cosa que me gustaba contarle a Deborah, pero dijera lo que dijera sobre aquella doble ofrenda, no daría crédito a mis palabras. Estaría convencida de que contaba con información y una perspectiva que me impelían a callar. Lo único más suspicaz que un hermano es un hermano policía” Pág. 49.
Deborah se caracterizaba por decir malas palabras al hecho de deberle una pequeña fortuna a Astor, “— ¿Se te ha ido la puta olla trayéndolos aquí? —preguntó con brusquedad.
—No debes decir palabrotas —reprendió Astor a Deborah con una mirada feroz—. Ahora me debes cincuenta centavos. Deborah abrió la boca, enrojeció y la volvió a cerrar.
—Sácalos de aquí —consiguió decir—. No deberían ver esto.” Pág. 137. Y conducir a grandes velocidades, “Deborah nos condujo a través del tráfico a una velocidad digna de un circuito de carreras.
Intenté pensar en una manera educada de indicarle que íbamos a ver un cadáver, el cual no era probable que escapara, así que por favor fuera más despacio, pero no se me ocurrió ninguna frase que no la impulsara a levantar las manos del volante para intentar estrangularme.” Pág. 261.
Y la puntualidad nunca debía ser olvidada en caso de reunirse con ella “No obstante, había algo que comprendía muy bien, y era la actitud de Deborah hacia la puntualidad. La había heredado de su padre, y afirmaba que llegar tarde era una falta de respeto inexcusable. Me quité los dedos de Vince del brazo y sacudí la mano.” Pág. 71.
La sargento estaba en una relación con Chutsky, “Se miraron a los ojos y no hablaron durante un largo rato. Ya los había visto hacerlo en tras ocasiones, y me recordaban las conversaciones no verbales de Cody y Astor. Era agradable verlos tan compenetrados como pareja, lo cual me recordó que una boda se cernía obre mí, con un proveedor de catering chiflado de primera categoría incluido en el lote.” Pág. 87.
La sargento y Dexter estaban en un misterioso caso de asesinatos relacionados con el Dios Moloch “—Lo sé —dijo, algo irritado—, pero acudió a ti debido a un gran sufrimiento traumático.
—Está en sintonía contigo. Aunque también es un hijo bastardo de Moloch, y eso provoca que tú estés en sintonía con nosotros. —Agitó un dedo en mi dirección—. Por eso podías oír la música. Mediante la conexión efectuada por tu Vigilante. Y cuando te causemos en breve un gran dolor, volverá a ti, como la mariposa a la llama.” Pág. 308. Este Dios le manipulaba, le controlaba al punto de enloquecer “Me levanté. Por un momento me sentí mareado, como cegado por luces brillantes, y a lo lejos oí la espantosa música que empezaba a elevarse en la tarde, y por un momento no me cupo la menor duda de que el dios me estaba llamando desde algún lugar cercano, el dios verdadero, y no un bromista psicótico.
Sacudí la cabeza para que se hiciera el silencio y estuve a punto de caerme. Sentí que una mano agarraba mi brazo para sostenerme, pero no sabía si era Debs, Vince o el propio Moloch. Desde muy lejos, una voz me estaba llamando por el nombre, pero cantando, y la cadencia se elevaba al ritmo demasiado familiar de aquella música. Cerré los ojos y sentí calor en la cara. La música aumentó de volumen. Algo me sacudió y abrí los ojos.” Pág. 267. Aunque pareciese imposible,“Me negaba a tomar en serio la idea de que un dios antiguo estaba intentando matarme.
Para empezar, no existen. Y aunque existieran, ¿por qué iba uno de ellos a molestarse conmigo? Estaba claro que un ser humano estaba utilizando el rollo de Moloch como un disfraz para sentirse más poderoso e importante, y para convencer a sus víctimas de que poseía poderes mágicos.
Como la capacidad de invadir mi sueño y obligarme a oír música, por ejemplo. Un depredador humano no podía hacer eso. Ni tampoco asustar al Oscuro Pasajero.
Las únicas respuestas posibles eran imposibles. Tal vez debía atribuirlo a la fatiga, pero no se me ocurrían otras.” Pág. 229. Este Dios mataba a personas cuando descubría maldad en su interior, pero no era solo matarlos sino que se llevaba un sacrificio en “—Un horno —dijo Deborah, y Keller asintió—. ¿Y arrojaban los cuerpos allí? — preguntó, con una expresión reveladora de que le costaba creerlo, y de que todo era culpa del profesor.
—Oh, era mucho mejor que eso —comentó Keller—. Se producía un milagro durante el ritual. Era una patraña muy sofisticada, en realidad. Por eso Moloch gozó de tanta popularidad. Era convincente, y emocionante. La estatua tenía brazos que se extendían hacia la congregación. Cuando depositabas el sacrificio en sus brazos, daba la impresión de que Moloch cobraba vida y devoraba el sacrificio. Los brazos alzaban lentamente a la víctima y la depositaban en su boca.
—Para ir a parar al horno —dije, reticente a que me volvieran a ningunear—, mientras sonaba la música.
Deborah me miró de una manera extraña, y me di cuenta de que nadie había hablado de la música, pero Keller se encogió de hombros y contestó.
—Sí, exacto. Trompetas y tambores, cánticos, todo muy hipnótico. El clímax llegaba cuando el dios alzaba el cuerpo hacia su boca y lo dejaba caer. “Pág. 176. De uno de estos asesinatos se creía que Dexter había sido el culpable, su propia hermana sospechaba de él. “—Deborah, ¿por qué iba yo a...?
—Corta el rollo —me interrumpió—. Ambos sabemos que podrías haberlo hecho.
Estuviste aquí en el momento oportuno. Y tienes un móvil muy bueno, librarte de pagarle cincuenta de los grandes. O eso, o debo creer que lo hizo un tío que está en la cárcel.” Pág. 213.
Por esto quería matar a Dexter, para él Dexter “—Eres una aberración —dijo—. Algo que no debería existir.
Admito que, en algunas ocasiones, habría estado de acuerdo con ese pensamiento, pero no en ese momento.
—No quiero parecer grosero —dije—, pero me gusta existir.
—Ya no puedes elegir —dijo el hombre—. Llevas algo dentro” Pág. 308. A pesar de ser una aberración, Dexter logra matar a Moloch y recuperar su sombra lo que lo vuelve a ser el temido Dexter,
“—Tu sombra —dijo—. Ha vuelto.
Me erguí poco a poco y cerré los ojos durante un momento. Lo justo para oír una risita de bienvenida. El Pasajero había regresado.” Pág. 316.
La historia transcurre en un tiempo aproximado de dos meses.
“Había pasado las dos últimas semanas dando las pinceladas finales a mi nuevo lienzo.”Pág. 21. (14 Días)
“De modo que, una noche como tantas otras, cuando la luna arrojaba los acordes de una melodía maníaca sobre sus hijos sedientos de sangre, yo estaba canturreando mientras me preparaba para ir a jugar.” Pág. 27. “Había seguido a Zander el tiempo suficiente para conocer su rutina, y como era jueves por la noche, sabía exactamente dónde estaría.” Pág. 34. (Día 15)
“Por lo visto, habíamos caído en uno de esos períodos que Miami vive cada dos por tres, en que el asesinato parece una buena idea, y durante tres días estuve hundido en manchas de sangre hasta las cejas.
Pero el cuarto día, las cosas incluso empeoraron un poco más.” Pág. 42 (Día 18)
“A las diez de la mañana siguiente Vince y yo nos fuimos juntos del trabajo y nos dirigimos al horrible edificio nuevo que había sustituido al escenario de mi alegría infantil.” Pág. 64. (Día 19)
“Así que significó una especie de sorpresa descubrirme aquella noche, acunado en los brazos de Rita, gritando algo que no conseguía oír. Sólo percibí el eco de mi voz estrangulada que volvía a mí desde la oscuridad algodonosa, y la mano fría de Rita sobre mi frente.” Pág. 76. (Día 19)
“La mañana siguiente encontró a Deborah obsesionada con hallar las cabezas desaparecidas de los dos cuerpos de la universidad” Pág. 77. (Día 20)
“El día siguiente transcurrió sin pena ni gloria, y no obtuvimos ninguna pista nueva sobre los dos asesinatos de la universidad” Pág. 84. (Día 21)
“A la mañana siguiente, me acorraló en mi cubículo y me arrastró a comer con su novio, Kyle Chutsky.” Pág. 84. (Día 22)
“Desperté con el corazón acelerado y una sensación de alivio nada justificada y que no comprendía en absoluto. Porque no era el simple alivio del vaso de agua cuando tienes sed, ni el del descanso cuando estás agotado, aunque también lo era.” Pág. 108. (Día 23)
“Pasé el día siguiente en una neblina de incertidumbre, deseando que el Pasajero regresara, y seguro, sin embargo, de que no lo haría. A medida que transcurría el día, esta lúgubre certidumbre se fue imponiendo cada vez más.” Pág. 110. (Día 24)
“A medida que avanzaba la noche, también lo hacía la terrible y aterradora introspección.” Pág.120. (Día 24)
“El sonido y el olor del beicon frito me despertaron. Miré el reloj: las 8.32 h, más tarde que nunca. Pero era sábado por la mañana, claro.” Pág. 120. “Aquella noche no dormí, por supuesto.” Pág. 165. (Día 25)
“El día siguiente, domingo, transcurrió en una neblina de fatiga y angustia.” Pág. 165. (Día 26)
“El lunes por la mañana, un desconcertado y apalizado Dexter entró tambaleante en la cocina, donde fui asaltado de inmediato con desmedida violencia por Huracán Rita, quien se abalanzó sobre mí agitando un fajo de papeles y cedes.” Pág. 166. (Día 27).
“Al día siguiente conseguí saltar de la cama para ir a trabajar, pese a la persistente sensación de sorda desesperación que había florecido en mí como un jardín erizado de espinos.” Pág. 198. (Día 28)
“Era sábado por la mañana, y Rita había preparado crepés de arándanos, un estímulo muy agradable para reintegrarse en la vida cotidiana. Cody y Astor se lanzaron sobre ellas con entusiasmo, y en cualquier otra mañana normal yo no me habría quedado atrás. Pero la de hoy no era una mañana normal.” Pág. 199 (Día 32)
“Durante mi largo estudio de los seres humanos, he descubierto que, por más que se esfuerzan, no han descubierto una forma de impedir la llegada del lunes por la mañana.” Pág. 206. (Día 34)
“Cuando llegué al trabajo aquella mañana, no tuve tiempo de pensar algo mejor, porque recibimos una llamada sobre un doble homicidio en una tranquila casa donde cultivaban marihuana en el Grove” Pág. 229. (Día 35)
“A la tarde siguiente estaba en mi cubículo, mecanografiando un informe sobre un asesinato múltiple muy aburrido.” Pág. 238. (Día 36)
“Por eso, a las tres y media de la tarde siguiente, Cody y Astor se estaban turnando en mirar por el microscopio del laboratorio forense.” Pág. 255 (Día 37)
“El reloj anunciaba las 3.32 cuando me senté, y las 6.00 cuando Rita entró por fin.” Pág. 282.“ “Lo peor de la tormenta descargó al norte de Toro Key, y Cody, Astor y yo pasamos el resto de la noche encerrados en la elegante sala, con el sofá delante de una puerta, y una butaca grande y con un grueso relleno delante de la otra puerta.” Pág. 313. (Día 38)
“Los días se transformaron en semanas.” Pág. 315.
Las Chicas de Alambre
En la novela de Jordi Sierra i Fabra, “Las chicas de alambre” se presentan temas como “Eso representaría hablar de muchos temas, del mundo de la moda, del de las top models, de drogas, de anorexias y bulimias, del éxito y del fracaso, de las fans, de los referentes sociales, de por qué los mitos se crean y se destruyen y de por qué influyen tanto en la gente.” Pág. 47.
Esta novela transcurre aproximadamente en una duración de 20 días: “Ese día, al despertar a las diez de la mañana, me quedé sin aliento.” Pág. 9. (Día 1)
“Volví a levantarme tarde, a las diez, pero esta vez no tenía que ir a la redacción, así que podía permitírmelo.” Pág. 21. (Día 2)
“Estaba empezando a llover cuando aparqué el coche a menos de veinte metros del edificio donde Carlos Sanromán aún tenía su estudio de fotografía.“ Pág. 28 (Día 3)
“Mi puente aéreo con destino a Madrid salió veinte minutos tarde, lo cual, aun siendo habitual, era como para respirar aliviado después de los últimos retrasos de hasta una hora de la semana anterior.” Pág. 47. “Fue lo último que dije, además de: «Al aeropuerto, terminal 3», al taxista que me recogió, antes de llegar al puente aéreo de Barajas, para volver a tomar un avión que me devolviera a Barcelona.” Pág. 52. —¿Sigues siendo una chica pobre que lucha por salir adelante y a la cual la cena gratis que le debo le viene muy bien?
—Gracioso —me espetó con un tono agudo.
—¿Te recojo en una hora?
—Si vienes con la moto, sí.” Pág. 58. (Día 4)
“Me abrió la puerta en calzoncillos, y con cara evidente de haber sido despertado con mi llamada. No me sentí mal por eso. Y aún menos al verle.” Pág. 60 “Me recibió en su despacho. Tenía cuarenta y cinco años, se mantenía en forma, y después de casarse con Montse Cros, hija de los Cros de Manresa, había montado una productora de televisión que le iba viento en popa. Y no se trataba de un braguetazo. Nando Iturralde tenía pasta. Ahora se rumoreaba que iban a relanzarse sus grandes éxitos y que, a lo mejor, volvía a la escena. Los viejos roqueros nunca mueren.” Pág. 65. (Día 5)
“No lo esperaba, así que me sorprendió encontrármela allí, en la puerta de mi casa, sentada en el peldaño de la escalera y con una bolsa al lado.
Sofía. La había llamado el viernes, después de lo de Nando Iturralde, pero ya no la encontré.
Tendría algo mejor que hacer el fin de semana. Ahora era domingo por la noche.” Pág. 71. (Día 6)
“Sofía ya no estaba por la mañana, al despertar.” Pág. 78. “Acabé de hacer la maleta, metí lo imprescindible para una semana y me fui a la redacción de Z.I. intentando no pensar demasiado en mi nueva amiga. Probablemente ya no la volvería a ver. Antes de decirle adiós a mi madre pasé por administración para recoger los pasajes de avión y unos cuantos dólares en metálico para gastos. Porfirio me hizo firmar los correspondientes recibos.” Pág. 78 (Día 7)
“No sé. Ya te dije que estaría fuera más o menos una semana. Mañana me voy a Nueva York, aunque con un poco de suerte no tendré que dormir en la ciudad y por la noche me largaré a Los Ángeles.” Pág.109. (Día 8 )
“Me desperté muy tarde, tardísimo, y tuve el tiempo justo de ducharme y salir de la habitación con la bolsa ya hecha. Si llego a pasar por recepción cinco minutos después... ya me habrían cobrado un día de más por superar el límite de estancia habitual. Aboné la cuenta por dos noches y bajé al garaje para buscar el coche.” Pág. 150 “Al anochecer, un poco cansado después de la noche de marcha, y todavía con el cambio y el desfase horario afectándome, aterricé en la más hermosa —por europea— de las ciudades americanas. Los mismos habitantes de Nueva York, Chicago o Miami, y ya no digamos Los Ángeles, aseguran que en San Francisco «nunca pasa nada», sinónimo de paz y tranquilidad.” Pág. 151. (Día 9)
“—¿Has dicho en serio que tenías una pista?
—¿Sobre Vania? Sí.
La tenía desde hacía tres días, desde la tarde de mi estancia en la habitación de Bárbara Hunt, pero la había acabado de ver clara justamente en aquellos minutos, con Sofía a mi lado, sola, sin nadie, desprotegida.” Pág. 161. (Día 12)
“—Te llamo para decirte que mañana tampoco iré a la redacción —odiaba la palabra oficina.
—¿Por qué?
—Me voy a Aruba.” Pág. 170. “—¿Cuánto hace que no duermes ocho horas seguidas? Llegaste ayer de Estados Unidos y ahora quieres volver a cruzar el charco.” Pág. 171. (Día 13)
“Acabé cenando en el restaurante del hotel, «pasando» de llamar a los otros cuatro de Seroe Colorado. De día y en coche haría una inspección visual. Después de la cena paseé por Oranjestad a pie, me metí en un casino sólo por ver el ambiente, me largué rápido después de haberlo visto, y me fui a la cama temprano.” Pág. 176. (Día 14)
“Por la mañana también me levanté temprano.” Pág. 176. “Fui capaz de cenar, meditar, comprender, y después pagar, salir, subir a mi coche y dirigirme a casa de Noraima sin prisas, sin excesos ni locuras.” Pág. 197. (Día 15)
“—¿Cuántos días vas a quedarte aquí?
—No lo sé. Podría irme mañana, o pasado, o...
—Quédate un par de días, por lo menos —me ofreció—. Te enseñaré esto, iremos al Puente Natural, que es la única atracción de Aruba además de algunas cuevas, y hablaremos de ello.” Pág. 211. (Día 16).
La historia trata de un periodista llamado Jonathan Boix, “Alta, metro setenta y cinco —o sea, dos centímetros por debajo de mi estatura—, rubia, ojos limpios, transparentes, boca grande, labios espectaculares, cuerpo esbelto y perfecto, sin retoques...” Pág. 138. (Él mide 1,77 m). “Mi madre opina que «me hago querer» por las mujeres, que la mayoría «quiere adoptarme» nada más me ven, porque les despierto de forma fulminante su «instinto maternal». ¿Y quién soy yo para discutir algo tan peculiar con mamá? Ella sabe más que yo de estas cosas.” Pág.22 “Soy amable con las chicas. Un defecto como otro cualquiera. Siempre he intentado tratarlas bien, aunque ellas me traten mal. Tal vez sea porque no las entiendo, porque crecí con una madre fuerte haciendo de padre, o porque soy un romántico. Me puede un rostro bello, o alguien del sexo opuesto con el suficiente carisma como para hacerme soñar, estremecer.” Pág. 36. “—Eres demasiado confiado. ¿No tienes miedo de que te vacíen esto?
Me importaba, claro; pero no en el sentido al que se refería ella. Me encogí de hombros.
—No me gusta vivir atemorizado ni en jaulas de cristal.
Sofía parecía muy tranquila, muy relajada, como si hubiera dormido bien o se sintiera mejor que la última vez que estuvo allí.
—No tienes mucho apego a las cosas materiales, ¿verdad?
—No mucho —reconocí.” Pág. 156.
Jon es escritor en la revista ZI “¿Quién tiene la oportunidad de buscar a la chica que le hizo soñar durante la primera adolescencia, y encima que le paguen por ello? Amo mi trabajo. Creo que es el mejor de cuantos hay. Te permite viajar, conocer gente, escribir acerca de muchas cosas, fotografiar la vida —y a veces la muerte— y, en general, percibir de una forma distinta el mundo, así que también lo entiendes un poco mejor. Para muchas personas, no saber dónde vas a estar mañana es un conflicto, una suerte de caos mental. Para mí, no. Es parte del sabor, parte de la emoción. Claro que no puedes quedar con una chica a tres días vista, pero... Tampoco es tan grave.” Pág. 15.
En la cual su madre, la directora de la revista, le pide hacer un reportaje sobre ‘Las chicas de alambre’. “— ¿Qué es lo que quieres, una exclusiva?
Me lo preguntó cuando estaba bebiendo, así que tuve que tragar el agua antes de responder.
—No soy de ésos —dije—. Yo sólo quería escribir un reportaje.” Pág. 203.
A pesar de amar su trabajo un aspecto más le conmovió a la hora de compenetrarse al máximo con él. “— ¿De verdad tenías un póster mío puesto en tu habitación?
—Como que estaba enamorado de ti —reconocí sin ambages.
Pero no le dije que había quitado el póster tan sólo tres o cuatro años antes.” Pág. 212.
Y eso era su amor en la adolescencia por Vania. Ella era una modelo muy bonita, “Vania, con su largo cabello negro, sus ojos grises, profundos, dulcemente tristes siempre, la nariz recta y afilada, el mentón redondo, los labios carnosos, su imagen de perenne inocencia juvenil que tantos estragos había causado entre fans y admiradores.” Pág. 16. Por lo que los fotógrafos la destacaban de las demás. “Todas han sido hermosas, o han tenido algo especial... De lo contrario, no servirían para eso; pero cuando vi a Vania a través del visor de la cámara... Estaba ahí, ¿entiendes? Se puede estudiar para ser modelo, sí, pero nadie puede enseñarte a mirar a una cámara. Esa mirada lo es todo. Y en su caso toda ella se salía, atravesaba el espacio, se te metía dentro. ¡La misma cámara la quería, que es algo esencial! No sólo eran aquellos ojos siempre tristes, su aspecto lánguido, su inocencia plagada de ternuras, también era el morbo que eso producía. Tenía trece años.
¡Trece años! Pero no me equivoqué. En cuatro años ya estaba arriba. Yo creo que Vania nació sin edad. Te podría decir la clásica frase de que era una mujer atrapada en un cuerpo de niña y bla, bla, bla, pero era más.” Pág. 33. Aparte de bonita era una persona agradable, “—¿Cómo era?
—Era una pura energía —mirar hacia dentro le hizo brillar los ojos—. No por ser una loca, no parar, reír siempre o andar de un lado a otro, porque no era así. Me refiero a que era como la luz, te transmitía unos enormes deseos de protegerla, darle amparo, quererla, acariciarla. Ella daba energía a los demás, ¿entiendes? Sin embargo, en sí misma, necesitaba muy poca para vivir. Se movía despacio, hablaba poco. Aquella melancólica delgadez que la dominaba...
—Pero ese aire enfermizo venía de su anorexia y de un posible consumo de drogas.
—No tomaba drogas” Pág. 67 y 68.
Aunque no solo su carrera, sino también en el ambito amoroso empezó con temprana edad “Por último, estaba Vania. Después de andar con un noviete a los dieciséis años, noviete que por supuesto salió a la luz más tarde para sacar tajada del tema, a los diecisiete le había llegado el éxito internacional por aquella portada. A partir de ese instante lo rentabilizó al máximo. A los veinte fue muy sonado su idilio con un famoso cantante roquero español. La Bella y la Bestia. Y a los veintitrés, su boda inesperada con un marchante de arte neoyorquino, seguida de un divorcio rápido; todo ello en plena cumbre profesional. Un año después todo se torció definitivamente. La muerte de Cyrille, la muerte de Jess, el juicio del novio de Jess en el que ella tuvo que testificar, y el adiós. Tenía veinticinco años. La misma edad que yo en este momento. Veinticinco años y dijo adiós, lo dejó todo. La desaparición más inesperada. Su última pista provenía de una clínica en la que Vania intentó recuperarse de su anorexia, casi al límite.” Pág. 19
Este mundo de la moda la llevó a desordenes alimenticios, “La anorexia casi la mató, debes saberlo, pero aun con ella... era preciosa, única. Ahora tendría treinta y cinco años, así que... La plenitud, chico. La plenitud. Toda una mujer. Se me puso un nudo en la garganta. A veces pienso que las cosas hermosas deberían existir eternamente.
— ¿Siempre fue anoréxica?
—No, que va. Al comienzo era una chica normal, alta y delgada, por supuesto, pero normal. Lo de pasarse, porque se pasó, fue a partir de los quince o dieciséis. En aquellos días el culto al esqueleto más que a la forma femenina se hizo religión oficial.” Pág. 32. “Vania, es decir, Vanessa Molins Cadafalch, nacida en Barcelona, España, hija natural de una mujer llena de voluntad y decisión que fue siempre el ángel tutelar de su carrera hasta que el éxito le dio alas y la independencia. El padre, casado, por lo menos la reconoció; pero eso fue todo. Más tarde, la madre murió de un cáncer de pecho. Su única familia, al margen del padre que no volvió a ver, era una tía soltera, hermana de su madre, que nunca quiso figurar en los periódicos. Al contrario que Cyrille y que Jess, a Vania no la descubrió ningún cazatalentos paseando por el Paseo de Gracia de Barcelona, ni fue Miss nada. Por voluntad propia, porque quería ser modelo, se matriculó en una agencia para aprender siendo una niña, y pasó por todos los grados de la servidumbre
antes de dar el salto. Interinamente, sin embargo, quien sí la descubrió fue el fotógrafo que a los trece años le hizo su primera sesión «como mujer» y le vaticinó el futuro. Vania creyó en él además de en sí misma.” Pág. 17 y 18. “—Vania era especial —se arrancó, tras un prolongado suspiro en el cual se miró las manos, muy cuidadas y limpias—. Especial en todo. Era una persona sensible, buena, encantadora, romántica, emotiva. Un ser humano lleno de luz metido en el rostro y el cuerpo de una mujer que supo cautivar al mundo con ella.
— ¿Disfrutaba con lo que hacía?
—Al comienzo, sí. ¿Quién no quiere el éxito en lo que hace? Pero la diferencia entre ser modelo y ser top model es muy fuerte. Un abismo. Las tops estaban ya en el ojo del huracán, eran noticia en sí mismas, personajes públicos. En los últimos tres años, desde antes de casarse con aquel hombre, Vania ya no era así. No estaba delgada por necesidad estética. Lo estaba porque apenas comía, y el cansancio había hecho mella en ella. La profesión de modelo la llenaba, pero no le había dado lo más importante: el orgullo de sentirse bien consigo misma. Así que todo le daba igual. Era Vania, la top model. Vania, la Wiregirl. Vania, la compañera de Jess y de Cyrille. Vania, Vania, Vania. Creó un pequeño mito fugaz, y un día reconoció que lo único que deseaba era volver a ser Vanessa; pero para entonces ya era tarde. En los meses finales nada la satisfacía, ni ayudar a los demás. Pasé por alto la expresión «meses finales». Sólo sé que me entró un ramalazo de frío en la espina dorsal. Preferí seguir dando cuerda a mi anfitriona.
—¿Cómo ayudaba a los demás?
—Se hizo socia de Médicos Sin Fronteras, Ayuda en Acción, Aldeas Infantiles, Amnistía Internacional, Greenpeace y una docena de Organizaciones No Gubernamentales más. Aportaba siempre mucho dinero para todo tipo de causas, pero en silencio, sin querer destacar. No era de ésas, de las que usan eso como publicidad añadida. Nada de fotos con niños africanos muertos de hambre o con enfermos en Calcuta. Ella llegó a estar más delgada que esos niños.
—La anorexia.
—Sí —convino.” Pág. 181 y 182.
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