Las intermitencias de la muerte
En un país cuyo nombre nunca se menciona, pasa algo nunca antes visto: la muerte decide suspender su trabajo letal. La gente deja de morir. Esto es el inicio de un gran problema. El país no sabe como reaccionar frente a semejante situación. El nudo de este ensayo se desata; las instituciones como las funerarias, los hospitales y hasta la Iglesia Católica, entre otros, comienzan a tener varios problemas.
Aprovechándose de este problema aparece ¨la maphia¨, un grupo de personas peligrosas que, ilegalmente, se encarga de transportar a los pobres moribundos al otro lado de la frontera, donde se seguían muriendo las personas como fue siempre.
En el desenlace, la muerte retoma su trabajo y decide dar un plazo de una semana para que las personas sepan que al cabo de siete días morirán, y así poder despedirse de sus familiares y cerrar cuentas pendientes.
Las instituciones vuelven a lo normal, festejos y sonrisas.
La muerte se enamora del violonchelista y vuelve a suspender su trabajo, rompiendo la carta color violeta y dejando vivir al pobre hombre.
Un primero de enero, en un país que nunca se menciona su nombre, no hubo ni una muerte, ni por accidente, ni suicidio, nada. La gente que estaba en coma y apunto de dar el paso fatal no moría. Incluso en la familia real, la reina madre, quien estaba apunto de expirar, quedó suspendida, es decir, no falleció. Se llamó a las morgues, funerarias y la respuesta era la misma -"No hay muertos" (Pág. 16). La situación comienza a transmitirse en los medios de comunicación, parecía que el mayor sueño de la humanidad se había cumplido, es decir, disfrutar de la vida eterna-“…otro movimiento popular de masas,…” ( Pág. 18)
El gobierno parecía preparado para encarar el problema social, económico, político y moral que la extinción de la muerte implicaba, incluso sentía orgullo de que Dios hubiese elegido a este país como su instrumento. Ante esta afirmación, la Iglesia estaba en desacuerdo y se opone -"Sin muerte no hay resurrección y sin resurrección, no hay muerte” (Pág. 23).
Todo era una fiesta, el orgullo del patriotismo se genera en la euforia colectiva, pero pronto comienzan los primeros reclamos de las agencias funerarias, que frente a no tener cuerpos que enterrar, acuden a llevar en cajones a animales domésticos. –“Se van a reír de nosotros…” (Pág. 30). Tampoco tardaron mucho en llegar los reclamos de los hospitales, repletos de personas que por lógica tenían que morir pero solo porque la muerte no quiere, no morían-“Tampoco los directores y administradores de los…” (Pág. 31) –“Afirmaban que el corriente proceso rotativo…” (Pág. 32). Los hogares del feliz ocaso, también acudieron a reclamar. Ya no había mas habitación para poder hospedar mas moribundos-“Los hogares para la tercera y cuarta edad,…” (Pág. 34). Se pensó, entonces, para solucionar el problema, construir más hogares del feliz ocaso, donde las personas moribundas y casi muertas, pero vivas, dormirían, esperando que la muerte se compadezca y los dejara dar el paso fatal, pero, en el caso de que se hagan mas hogares, se necesitaría mas personal para atender a las pobres personas -“…cementerios de vivos…” (Pág. 36).
Las compañías de seguros de vida fueron otras de las instituciones que estuvieron al punto de la quiebra, si ya no se moría, porque la gente iba a pagar un seguro de vida. El presidente de la federación de compañías de seguros declaro ante los medios que al estar recibiendo tantas miles de cartas con los mismos pedidos, que habían decidido hacer pacto de consenso en que quedaría establecido que a partir de los ochenta años ya se consideraría a la persona “virtualmente muerta” y se pasaría al cobro por parte de la familia de el monto completo del seguro correspondiente; para esto las familias tenían que pagar a las compañías en la mas perfecta normalidad hasta la fecha en que el asegurado cumpliera sus 80 años; luego los clientes podrían renovar su contrato por otros 80 años y así sucesivamente-“…teniendo en cuenta el hecho publico y notorio…”(Pág. 38).
Por momento las personas llegaron a pensar en que ellos mismos controlaban la muerte, es decir, si morían o no, hasta se llego a formar un movimiento de ciudadanos que estaban convencidos de ello-“la creación de un movimiento de ciudadanos firmemente…” (Pág.18), obviamente seguían los conservadores que pensaban que la idea era totalmente errónea, los cuales tenían razón.
En este desorden general, en un pueblo alejado de la zona urbana, una familia campesina supo como “engañar” a la muerte. En la familia había dos personas en estado suspendido, el abuelo, y un bebe-“No morían, no estaban vivos…” (Pág. 45). La familia sufría mucho por ellos; tuvieron la idea de cruzar la frontera y fijarse si en el país limítrofe se moría, como era antes, al cruzar la línea limítrofe, los dos cuerpos dejaron de respira, y fallecieron. La familia decidió que esto quedara como un secreto familiar. Pero un vecino muy observador rápidamente se dio cuenta de que las dos personas ya no estaban. Fueron a la comisaría, donde no fueron encarcelados ni nada por el estilo, es más, fueron “creadores” de una tendencia-“…Tengo algo que pedirte dije el yerno,…” (Pág. 56). Ahora la población que sufría mucho por sus familiares moribundos, acudía a pasar la línea limítrofe donde las personas fallecían y dejaban de sufrir.
El gobierno decidió tomar medidas a esta situación a causa de la presión de los países limítrofes y de la oposición política interna; se condeno inhumana a la acción de llevar a la gente a morir a la frontera, apeló al respeto por la vida y puso a las fuerzas armadas a lo largo de toda la frontera para que impida el paso de cualquier ciudadano en estado de disminución física terminal, ya sea por deseo propio o por iniciativa de la familias. Durante dos semanas todo funciono a la perfección , pero luego , unos cuantos vigilantes comenzaron a quejarse de que recibían llamadas telefónicas con amenazas , y les exigían hacer vista gorda al trafico detrás de la frontera , provenientes de un grupo de personas que se hacia denominar maphia. En un principio el gobierno quiso hacerle frente a tal ilegalidad, pero al cabo de poco tiempo se encontraron a cuatro vigilantes en coma-“La respuesta fue inmediata, otros cuatro…” (Pág. 60). En una primera comunicación con el gobierno, la maphia le dio 48 hs. al ministro para hacer un acuerdo entre caballeros en que se decidía que el ministerio mandaba a retirar a los vigilantes y la maphia se encargaría de transportar directamente a los pacientes.-“Pasado mañana, a esta hora,…” (Pág. 61). Pero el gobierno decidió hacer una contrapropuesta, que constaba en que los vigilantes no serian retirados sino que se quedaran en sus lugares pero estarán desactivados; esta fue aceptada por la maphia pero con la condición de que solo serian desactivados los oficiales que se mantenían leales al gobierno. No solo el gobierno del país estaba molesto con el actuar de la maphia, sino que también los países limítrofes comenzaron a sentirse molestos en esta situación, hasta que la maphia concluyo en que: cruzarían con los enfermos atrás de la frontera y luego de que hayan muerto volverían a su país para enterrarlos en tierra nacional. Esta decisión no solo dio paz entre los ejércitos de los cuatro países sino que también le dio un repunte a las funerarias que volvieron a tener trabajo cuando la maphia trasladaba a los muertos de vuelta a su país-“Ahora el fututo se les presentaba fuerte y risueño,…” (Pág. 84).
La muerte volvió a su rudimentario trabajo, pero antes de que la gente siga muriendo dio la noticia de que la persona que moriría seria avisada siete días antes, para que pueda despedirse y hacer las ultimas cosas que quería hacer. Todo esto lo aviso en una carta que dejo en el escritorio del director general de televisión del país, el cual, acordó con el primer ministro que lo revelarían ese mismo día a las nueve de la noche.
En cuestión de segundos miles de personas, que durante siete meses se les negaba morir, murieron. Todo parecía volver a la normalidad, todos los problemas que ya vimos en las páginas anteriores se solucionaron en cuestión de horas:
Las funerarias tenían miles de cuerpo para enterrar. Los seguros de vida no supieron si tomarlo como algo bueno o algo malo-“Como el futuro a Dios pertenece…” (Pág. 141).
Por otro lado los hospitales volvieron a atender a las personas que todavía se podían curar, y a tratar de salvar a las que lamentablemente estaban ligados a la muerte, después de haber recibido la carta color violeta.
Los hogares del feliz ocaso no tuvieron mas problemas de “sobrecarga” de moribundos-“No pocas botellas de champagne fueron…” (Pág. 139).
En el duro trabajo de la muerte de escribir más de 300 cartas por día y mandarlas a sus pobres destinatarios, paso algo inesperado: una carta no llegaba a destino, es decir, rebotaba y volvía al escritorio de la muerte.-“Pero él, el pobre, ignora que ya tenia que estar muerto” (Pág. 197).
La muerte se da cuenta de que el violonchelista había cumplido 50 años y en su destino estaba escrito que viviría hasta los 49.
La muerte, enfurecida decidió transportarse al “mundo humano” en busca de su presa un violonchelista, que por el momento era inmortal. Ella, la muerte, baja a este mundo en forma de una mujer, muy atractiva, e intenta seducir al hombre-“…la muerte estaba muy guapa y era joven…” (Pág. 219). Ella acudió a su función, donde al termino de la misma, lo conoció en persona-“Se equivocaba, la vida no es así siempre…” (Pág. 232). La muerte fallo y no le entrego la carta. Quedaron en juntarse después de la segunda función del sábado, a la cual ella no acudió y el se enfadó mucho -“…creíste en sonrisas que no pasaban de meras y…” (Pág. 244). Dos días después se encontraron en la plaza, el violonchelista la invito a su casa, ella acepto y le explico que no pudo acudir a su función y que después no lo había podido llamar, el hombre le pregunto por la carta que no se la había entregado. Ella fue a la cocina a buscar la carta, prendió una cerilla y la destruyo-“Fue a la cocina, encendió una cerilla,…” (Pág. 250).
Y al día siguiente no murió nadie.
Saramago muestra como nos cambiaria lo normal, cuando algo cambia en nuestras rutina. En este caso, estas intermitencias generan problemáticas en una sociedad no preparada para semejante situación. Se desata la euforia colectiva.
Todo lo que depende de la muerte, como los seguros de vida, en un ámbito económico, hasta la Iglesia Católica, en un ámbito religioso y cultural, en cuestión de segundos, queda entre la espada y la pared, en un callejón sin salida, cuando la muerte deja de realizar su trabajo. Los hogares del feliz ocaso, las funerarias, etc., cuando en un principio pensaban que habían cumplido un sueño, la vida eterna, terminan en lo obvio, en problemas y mas problemas a los cuales se les busca soluciones rápidas y apresuradas.
Se muestra a la muerte como un fenómeno femenino y maligno, que al fin y al cabo termina siendo derrotada por las bellas y dulces sensaciones del amor de un hombre.
Alumno: Mariano Bogado
Profesora: Alejandra Giacomazzi
Instituto Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield
Curso: 3 º C
En un país cuyo nombre nunca se menciona, pasa algo nunca antes visto: la muerte decide suspender su trabajo letal. La gente deja de morir. Esto es el inicio de un gran problema. El país no sabe como reaccionar frente a semejante situación. El nudo de este ensayo se desata; las instituciones como las funerarias, los hospitales y hasta la Iglesia Católica, entre otros, comienzan a tener varios problemas.
Aprovechándose de este problema aparece ¨la maphia¨, un grupo de personas peligrosas que, ilegalmente, se encarga de transportar a los pobres moribundos al otro lado de la frontera, donde se seguían muriendo las personas como fue siempre.
En el desenlace, la muerte retoma su trabajo y decide dar un plazo de una semana para que las personas sepan que al cabo de siete días morirán, y así poder despedirse de sus familiares y cerrar cuentas pendientes.
Las instituciones vuelven a lo normal, festejos y sonrisas.
La muerte se enamora del violonchelista y vuelve a suspender su trabajo, rompiendo la carta color violeta y dejando vivir al pobre hombre.
Un primero de enero, en un país que nunca se menciona su nombre, no hubo ni una muerte, ni por accidente, ni suicidio, nada. La gente que estaba en coma y apunto de dar el paso fatal no moría. Incluso en la familia real, la reina madre, quien estaba apunto de expirar, quedó suspendida, es decir, no falleció. Se llamó a las morgues, funerarias y la respuesta era la misma -"No hay muertos" (Pág. 16). La situación comienza a transmitirse en los medios de comunicación, parecía que el mayor sueño de la humanidad se había cumplido, es decir, disfrutar de la vida eterna-“…otro movimiento popular de masas,…” ( Pág. 18)
El gobierno parecía preparado para encarar el problema social, económico, político y moral que la extinción de la muerte implicaba, incluso sentía orgullo de que Dios hubiese elegido a este país como su instrumento. Ante esta afirmación, la Iglesia estaba en desacuerdo y se opone -"Sin muerte no hay resurrección y sin resurrección, no hay muerte” (Pág. 23).
Todo era una fiesta, el orgullo del patriotismo se genera en la euforia colectiva, pero pronto comienzan los primeros reclamos de las agencias funerarias, que frente a no tener cuerpos que enterrar, acuden a llevar en cajones a animales domésticos. –“Se van a reír de nosotros…” (Pág. 30). Tampoco tardaron mucho en llegar los reclamos de los hospitales, repletos de personas que por lógica tenían que morir pero solo porque la muerte no quiere, no morían-“Tampoco los directores y administradores de los…” (Pág. 31) –“Afirmaban que el corriente proceso rotativo…” (Pág. 32). Los hogares del feliz ocaso, también acudieron a reclamar. Ya no había mas habitación para poder hospedar mas moribundos-“Los hogares para la tercera y cuarta edad,…” (Pág. 34). Se pensó, entonces, para solucionar el problema, construir más hogares del feliz ocaso, donde las personas moribundas y casi muertas, pero vivas, dormirían, esperando que la muerte se compadezca y los dejara dar el paso fatal, pero, en el caso de que se hagan mas hogares, se necesitaría mas personal para atender a las pobres personas -“…cementerios de vivos…” (Pág. 36).
Las compañías de seguros de vida fueron otras de las instituciones que estuvieron al punto de la quiebra, si ya no se moría, porque la gente iba a pagar un seguro de vida. El presidente de la federación de compañías de seguros declaro ante los medios que al estar recibiendo tantas miles de cartas con los mismos pedidos, que habían decidido hacer pacto de consenso en que quedaría establecido que a partir de los ochenta años ya se consideraría a la persona “virtualmente muerta” y se pasaría al cobro por parte de la familia de el monto completo del seguro correspondiente; para esto las familias tenían que pagar a las compañías en la mas perfecta normalidad hasta la fecha en que el asegurado cumpliera sus 80 años; luego los clientes podrían renovar su contrato por otros 80 años y así sucesivamente-“…teniendo en cuenta el hecho publico y notorio…”(Pág. 38).
Por momento las personas llegaron a pensar en que ellos mismos controlaban la muerte, es decir, si morían o no, hasta se llego a formar un movimiento de ciudadanos que estaban convencidos de ello-“la creación de un movimiento de ciudadanos firmemente…” (Pág.18), obviamente seguían los conservadores que pensaban que la idea era totalmente errónea, los cuales tenían razón.
En este desorden general, en un pueblo alejado de la zona urbana, una familia campesina supo como “engañar” a la muerte. En la familia había dos personas en estado suspendido, el abuelo, y un bebe-“No morían, no estaban vivos…” (Pág. 45). La familia sufría mucho por ellos; tuvieron la idea de cruzar la frontera y fijarse si en el país limítrofe se moría, como era antes, al cruzar la línea limítrofe, los dos cuerpos dejaron de respira, y fallecieron. La familia decidió que esto quedara como un secreto familiar. Pero un vecino muy observador rápidamente se dio cuenta de que las dos personas ya no estaban. Fueron a la comisaría, donde no fueron encarcelados ni nada por el estilo, es más, fueron “creadores” de una tendencia-“…Tengo algo que pedirte dije el yerno,…” (Pág. 56). Ahora la población que sufría mucho por sus familiares moribundos, acudía a pasar la línea limítrofe donde las personas fallecían y dejaban de sufrir.
El gobierno decidió tomar medidas a esta situación a causa de la presión de los países limítrofes y de la oposición política interna; se condeno inhumana a la acción de llevar a la gente a morir a la frontera, apeló al respeto por la vida y puso a las fuerzas armadas a lo largo de toda la frontera para que impida el paso de cualquier ciudadano en estado de disminución física terminal, ya sea por deseo propio o por iniciativa de la familias. Durante dos semanas todo funciono a la perfección , pero luego , unos cuantos vigilantes comenzaron a quejarse de que recibían llamadas telefónicas con amenazas , y les exigían hacer vista gorda al trafico detrás de la frontera , provenientes de un grupo de personas que se hacia denominar maphia. En un principio el gobierno quiso hacerle frente a tal ilegalidad, pero al cabo de poco tiempo se encontraron a cuatro vigilantes en coma-“La respuesta fue inmediata, otros cuatro…” (Pág. 60). En una primera comunicación con el gobierno, la maphia le dio 48 hs. al ministro para hacer un acuerdo entre caballeros en que se decidía que el ministerio mandaba a retirar a los vigilantes y la maphia se encargaría de transportar directamente a los pacientes.-“Pasado mañana, a esta hora,…” (Pág. 61). Pero el gobierno decidió hacer una contrapropuesta, que constaba en que los vigilantes no serian retirados sino que se quedaran en sus lugares pero estarán desactivados; esta fue aceptada por la maphia pero con la condición de que solo serian desactivados los oficiales que se mantenían leales al gobierno. No solo el gobierno del país estaba molesto con el actuar de la maphia, sino que también los países limítrofes comenzaron a sentirse molestos en esta situación, hasta que la maphia concluyo en que: cruzarían con los enfermos atrás de la frontera y luego de que hayan muerto volverían a su país para enterrarlos en tierra nacional. Esta decisión no solo dio paz entre los ejércitos de los cuatro países sino que también le dio un repunte a las funerarias que volvieron a tener trabajo cuando la maphia trasladaba a los muertos de vuelta a su país-“Ahora el fututo se les presentaba fuerte y risueño,…” (Pág. 84).
La muerte volvió a su rudimentario trabajo, pero antes de que la gente siga muriendo dio la noticia de que la persona que moriría seria avisada siete días antes, para que pueda despedirse y hacer las ultimas cosas que quería hacer. Todo esto lo aviso en una carta que dejo en el escritorio del director general de televisión del país, el cual, acordó con el primer ministro que lo revelarían ese mismo día a las nueve de la noche.
En cuestión de segundos miles de personas, que durante siete meses se les negaba morir, murieron. Todo parecía volver a la normalidad, todos los problemas que ya vimos en las páginas anteriores se solucionaron en cuestión de horas:
Las funerarias tenían miles de cuerpo para enterrar. Los seguros de vida no supieron si tomarlo como algo bueno o algo malo-“Como el futuro a Dios pertenece…” (Pág. 141).
Por otro lado los hospitales volvieron a atender a las personas que todavía se podían curar, y a tratar de salvar a las que lamentablemente estaban ligados a la muerte, después de haber recibido la carta color violeta.
Los hogares del feliz ocaso no tuvieron mas problemas de “sobrecarga” de moribundos-“No pocas botellas de champagne fueron…” (Pág. 139).
En el duro trabajo de la muerte de escribir más de 300 cartas por día y mandarlas a sus pobres destinatarios, paso algo inesperado: una carta no llegaba a destino, es decir, rebotaba y volvía al escritorio de la muerte.-“Pero él, el pobre, ignora que ya tenia que estar muerto” (Pág. 197).
La muerte se da cuenta de que el violonchelista había cumplido 50 años y en su destino estaba escrito que viviría hasta los 49.
La muerte, enfurecida decidió transportarse al “mundo humano” en busca de su presa un violonchelista, que por el momento era inmortal. Ella, la muerte, baja a este mundo en forma de una mujer, muy atractiva, e intenta seducir al hombre-“…la muerte estaba muy guapa y era joven…” (Pág. 219). Ella acudió a su función, donde al termino de la misma, lo conoció en persona-“Se equivocaba, la vida no es así siempre…” (Pág. 232). La muerte fallo y no le entrego la carta. Quedaron en juntarse después de la segunda función del sábado, a la cual ella no acudió y el se enfadó mucho -“…creíste en sonrisas que no pasaban de meras y…” (Pág. 244). Dos días después se encontraron en la plaza, el violonchelista la invito a su casa, ella acepto y le explico que no pudo acudir a su función y que después no lo había podido llamar, el hombre le pregunto por la carta que no se la había entregado. Ella fue a la cocina a buscar la carta, prendió una cerilla y la destruyo-“Fue a la cocina, encendió una cerilla,…” (Pág. 250).
Y al día siguiente no murió nadie.
Saramago muestra como nos cambiaria lo normal, cuando algo cambia en nuestras rutina. En este caso, estas intermitencias generan problemáticas en una sociedad no preparada para semejante situación. Se desata la euforia colectiva.
Todo lo que depende de la muerte, como los seguros de vida, en un ámbito económico, hasta la Iglesia Católica, en un ámbito religioso y cultural, en cuestión de segundos, queda entre la espada y la pared, en un callejón sin salida, cuando la muerte deja de realizar su trabajo. Los hogares del feliz ocaso, las funerarias, etc., cuando en un principio pensaban que habían cumplido un sueño, la vida eterna, terminan en lo obvio, en problemas y mas problemas a los cuales se les busca soluciones rápidas y apresuradas.
Se muestra a la muerte como un fenómeno femenino y maligno, que al fin y al cabo termina siendo derrotada por las bellas y dulces sensaciones del amor de un hombre.
Alumno: Mariano Bogado
Profesora: Alejandra Giacomazzi
Instituto Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield
Curso: 3 º C