Foro de Literatura

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    Paula - Isabel Allende

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    Bárbara Colloca


    Posts : 2
    Join date : 10/05/2010

    Paula - Isabel Allende Empty Paula - Isabel Allende

    Post  Bárbara Colloca Wed May 19, 2010 7:29 pm

    Alumna: Bárbara Colloca
    Curso: 2do Mercantil
    Instituto María Ana Mogas

    Novela: Paula
    Escritora: Isabel Allende


    En diciembre de 1991, Paula, hija de Isabel Allende, cae en coma irreversible en un hospital de Madrid “Cuando llegué a Madrid dos días antes ya te sentías muy mal” (Pág. 27) a raíz de su enfermedad, la porfiria “- […] ¿Qué te pasa hija? – Porfiria – replicaste sin vacilar” (Pág. 27). Este libro es una carta a su hija, para que cuando despierte pueda recordar su vida “Escucha, Paula, voy a contarte una historia, para que cuando despiertes no estés tan perdida” (Pág. 11). Es una novela de “insólita emotividad”, que trata sobre la vida de la escritora, su hija y de los de su alrededor “[…] por ahora te contaré de mí y de otros miembros de la familia a la cual las dos pertenecemos” (Pág. 16). Y hablando de sus familiares, la narradora, como está mencionada antes, es su madre, Isabel Allende, que toma la decisión de liberarse escribiendo, en consecuencia de un consejo de su madre y su psicóloga, y para poder, de cierta forma seguir comunicada a su hija “Mi madre me dio un cuaderno para registrar lo que antes pintaba: un cuaderno de anotar la vida. Toma, desahógate escribiendo, me dijo” (Pág. 67) “-Escríbele una carta a Paula…La ayudará a saber lo que le pasó en este tiempo que ha estado dormida” (Pág. 87). Quien toma la situación de su hija con muchas dudas: insegura “¿Sabrás que soy tu madre cuando despiertes, Paula?” (Pág. 88) “¿Dónde andas, Paula? ¿Cómo serás cuando despiertes? ¿Serás la misma mujer o deberemos aprender a conocernos como dos extrañas? ¿Tendrás memoria o tendré que contarte pacientemente los veintiocho años de tu vida y los cuarenta y nueve de la mía? (Pág. 15), al principio desesperadamente: con muchos deseos de que se recupere y volver a tener a su hija sana en sus brazos “Este 8 de enero de 1992 te escribo, Paula, para traerte de nuevo a la vida” (Pág. 17) “He cambiado mucho en estas interminables semanas, todos los que hemos vivido esta experiencia hemos cambiado, por sobre todo Ernesto, que parece haber envejecido un siglo. ¿Cómo puedo consolarlo si yo misma estoy desesperada?” (Pág. 86). Por momentos con esperanzas: tratando de convencerse a sí misma y a su yerno de su seguridad “-Se recuperará por completo, Ernesto, pero la convalecencia será larga, prepárate para eso. Te la llevarás a casa, estoy segura.” (Pág. 95) “Esta es la prueba más difícil de sus vidas, pero la superarán, Ernesto” (Pág. 212). Ella estaba obstinada que en iba a sobrevivir, tenía una omnipotencia en lo que creía, no aceptaba otras opiniones e insistía en que la ayuden “[…] Estas páginas no tienen destinatario, Paula nunca podrá leerlas… ¡No! ¿Por qué repito lo que otros dicen si en verdad no lo creo?” (Pág. 227) “¡Usted no sabe lo que está diciendo! ¡Nunca vio a Paula sana, no sospecha cómo es mi hija!” (Pág. 228) “¿No entiende que nunca la dejaré? Ayúdeme, doctor, cueste lo que cueste, tengo que llevármela…” “Me aseguran que no hay remedio para Paula, pero no lo creo, la trasladaré a los Estados Unidos, allá podrán ayudarnos” (Pág. 229) “- ¡No!- replico sin darme cuenta de que estoy gritando -. No pienso escuchar tus nefastas profecías. ¡Paula sanará!” (Pág. 176). Pero finalmente se resigna, prefiere aliviarle el dolor a su hija, calmar su agonía y al fin parar la espera: dejarla ir al otro mundo de la mejor manera, en su cama al lado de sus seres queridos “- Paula no volverá a la Unidad de Cuidados Intensivos, tampoco la torturaremos con nuevas transfusiones de sangre, drogas o exámenes dolorosos. Si su estado es grave, estaremos a su lado para ayudarla a morir –dije, con una voz tan firme, que no pude reconocer como mía” (Pág. 258) “[…] ha terminado la etapa de eficiencia y entramos a la de amor” (Pág. 259) “No quiero más exámenes, sólo quiero envolverte en una manta y salir corriendo contigo en brazos hasta el otro lado de la tierra, donde hay una familia esperándote” (Pág. 180).
    Esta mujer, como todo ser humano pasó por muchos estados de ánimo ante una etapa difícil; en cambio, quien siempre fue firme en su posición fue el marido de Paula, Ernesto. En todo momento se lo observó muy optimista, desde el principio “No está tan mal como dicen, siento el corazón de Paula latiendo fuerte junto al mío” (Pág.29) “Tal vez se asoma al balcón a mirar las estrellas en el cielo de Madrid y se repite que no puede perder la esperanza, todo saldrá bien, pronto estarás de nuevo a su lado” (Pág. 90), hasta el final “-Espérame, amor, regresaré pronto y ya no volveremos a separarnos, te lo prometo. Ánimo, no te des por vencida – le dijo besándola antes de partir” (Pág. 234). Se nota que es un hombre muy seguro, amoroso, tierno y atento, tanto…que enamora muy fácilmente “Creo que las enfermeras están un poco enamoradas de tu marido, les conmueve tanto amor; lo ven inclinado sobre tu cama hablándote en susurros, como si pudieras oírlo y quisieran ser amadas así” (Pág. 68). Amaba mucho a Paula. En el libro habla de una conexión muy fuerte entre ellos: “Te siente en su propio cuerpo, se adelanta a los diagnósticos clínicos, percibe signos invisibles para otros ojos, es el único que pareciera comunicarse contigo” (Pág. 107) “- Paula […] me dijo que a veces, cuando ustedes estaban con otra gente, medio aturdidos por el ruido de las conversaciones cruzadas, les bastaba una mirada para decirse cuánto se querían” (Pág. 231). Puede ser que su seguridad tenga que ver con su fe, ya que era muy practicante “-Nada podemos hacer, Paula está en manos de Dios. – Para ti debe ser más fácil aceptarlo porque al menos cuentas con tu religión” (Pág. 30) “Tu marido es el único tranquilo, los demás estamos aterrados, pero también él habla de la muerte y de otras posibilidades peores” (Pág. 95). Demuestra mucho amor por su mujer, como cualquier hombre enamorado. A partir de la internación de Paula, la vida de él cambió drásticamente, persiste desesperadamente en la curación de su mujer “- […] ¡Siento a Paula tan lejos! Si supieras cuánto la quiero y la necesito... Sin ella mi vida perdió el color, todo se ha vuelto gris. Siempre estoy esperando que suene el teléfono y seas tú con la voz alborotada anunciándome que Paula despertó y me llama.” (Pág. 211). En los últimos momentos de Paula, Ernesto le confiesa a Isabel que estaba muy cansado y que estaba dispuesto a despedirse de su mujer; aunque su amor por ella nunca terminará “La última noche se quebró y se dio cuenta por fin que no habrá milagro capaz de devolverle a su novia eterna y por mucho que busque nada encontrará en el tremendo abismo de sus ojos vacíos” (Pág. 321 – 322). Tanto Isabel como Ernesto tratan de consolarse mutuamente y han creado una relación a base de ello “¡Qué extraña es la vida, hija! Hasta hace poco yo era para Ernesto una suegra distante y algo formal, hoy somos confidentes, amigos íntimos” (Pág. 91). Hablando de relaciones, vale mencionar que la narradora va contando paralelamente la historia de su infancia y hechos sucedidos antes de la internación de su hija, en donde hay que destacar a sus abuelos “El Tata”, de carácter fuerte, religioso. “Creía que la existencia es sólo esfuerzo y trabajo, y que un hombre honorable no puede ir por este mundo sin ayudar al prójimo” (Pág. 12) y “La Memé” (Teresa) que predecía el futuro, leía la mente ajena, dialogaba con animales y movía objetos con la mirada. “Cuentan que una vez desplazó una mesa de billar por el salón, pero en verdad lo único que vi moverse en su presencia fue un azucarero insignificante” (Pág. 12).
    También como otro personaje muy importante en su vida actual es Nicolás, hermano de Paula, hijo de Isabel. Lo que se puede decir de él es que siempre brindó su apoyo a distancia, ya que su vida estaba en California junto a su mujer, su hijo Alejandro y su nena en camino llamada Andrea “Nicolás no puede viajar, su visa no le permite entrar de vuelta a los Estados Unidos y tampoco puede dejar solos a Celia y al niño, es mejor así, prefiero que tu hermano no te vea como estás” (Pág. 88). “Nicolás había seguido los detalles de la enfermedad día a día a través del teléfono, pero no estaba preparado para lo que vio” (Pág. 233). Cómplice, compañero de Paula, compinche ”Mi hermano lo sabe y es el único con suficiente coraje para liberarme, yo haría lo mismo por él. Nicolás no ha olvidado nuestra antigua complicidad, tiene las ideas diáfanas y el corazón sereno” (Pág. 349) “Nicolás y Celia nos acompañan, pasamos juntos buena parte del día en la habitación de Paula” (Pág. 354).
    En la madrugada del 6 de diciembre de 1992 fallece Paula, junto con todos sus familiares en el regazo de su madre.

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