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    Ensayo de la Ceguera , José Saramago - Camila Vallone 2°A CBU, IMAM

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    Camila F Vallone


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    Post  Camila F Vallone Sun Aug 08, 2010 7:02 pm

    Ensayo sobre la ceguera

    Esta novela relata como una extraña epidemia de una ceguera, que no era como cualquier otra, sino una "ceguera blanca", poco a poco azota a todo un país.
    Todo comienza cuando un hombre que estaba parado ante un semáforo en rojo se queda súbitamente ciego, él es el primero en padecerla ("El ciego explico que estaba en el coche esperando a que semáforo se pusiera en verde, y que de pronto se había quedado sin ver" pág.23), estando en ese estado sin poder creerlo, fue un hombre quien se propuso llevarlo hasta su casa ("No es necesario, intervino una tercera voz, yo conduciré el coche y llevo a este seño a su casa" pág.11). Ya estaba solo en su casa esperando la llegada de su mujer para comunicarle la noticia, y así lo hizo, cuando ella llegó le contó algo de lo que le había pasado. Ella estaba tan desesperada por llamar al médico, que no dejó que su marido le contase todo con detalles ("Se hizo un silencio, y él dijo, Estoy ciego, no te veo" pág.17) ("Cuéntame cómo ocurrió todo, qué sentiste, cuándo, dónde, no, aún no, espera, lo primero que hay que hacer es llamar al médico, a un oculista [...]" pág.18). La mujer habló con el médico e inmediatamente fueron hacia el hospital ("Marcó un número, preguntó si era el consultorio, si estaba el doctor, si podía hablar con él [...]" pág.18-19). Ella le preguntó donde había dejado el coche y fue ahí cuando él le contó que un hombre lo había llevado a la casa ("Dónde has dejado el coche, y, súbitamente, Pero tú así como estás no podías conducir, o ya estabas en casa cuando, No, fue en la calle cuando estaba parado en un semáforo, alguien me hizo el favor de traerme, el coche se quedó ahí, en la calle de al lado" pág.19). Juntos se dieron cuenta que el hombre se había aprovechado de la situación para robarle el auto ("Aprovechó tu desorientación, la aflicción en que estabas, y nos lo robó" pág.20). Cuando llegaron al hospital, el médico lo revisó y se sorprendió, ya que su ceguera era un caso muy extraño, que nunca había ocurrido ("No le encontró ninguna lesión, tenía los ojos perfectos" pág.24) ("Duda de que yo esté ciego, No, hombre, no, el problema es la rareza del caso, personalmente, en toda mi vida de médico, nunca vi un caso igual, y me atrevería incluso a decir que no se ha visto en toda la historia de la oftalmología" pág.24).
    Es así como la ceguera se comienza a expandir, continuando por el hombre que robó el auto ("Salió, no valía la pena cerrar el coche, estaría de vuelta en un momento, y se alejó. Aún no había andado treinta pasos cuando se quedó ciego” pág.29), luego por el médico ("Contuvo la respiración y esperó. No ocurrió nada. Ocurrió un momento después, cuando juntaba los libros para ordenarlos en la estantería. Primero se dio cuenta de que había dejado de verse las manos, después supo que estaba ciego" pág. 33), a quien fue a buscarlo una ambulancia (“Del ministro, viene una ambulancia a buscarme dentro de media hora” pág.47), la cual debió transportar también a su mujer, ya que ésta dijo que se había quedado ciega (“Sólo puedo llevarlo a él, son las órdenes que tengo, tiene usted que salir. La mujer respondió con calma, Tiene que llevarme también a mí, acabo de quedarme ciega” pág.48), otra de las infectadas fue la paciente de las gafas negras (“Cuando recuperó la conciencia, dijo, agotada y feliz, Aún lo veo todo blanco” pág.36), eran cada vez más las personas afectadas por la ceguera, por esta razón, el ministro optó por poner a todos ellos en cuarentena, en un manicomio que ya no se utilizaba. Allí dividieron a aquellas personas que ya poseían la ceguera de aquellas que habían tenido cercanía de éstos, quienes aun no padecían la enfermedad. (“En palabras al alcance de todo el mundo, se trataba de poner en cuarentena a todas aquellas personas […]” pág.49) (“Queda el manicomio, Sí, señor ministro, el manicomio, Pues el manicomio, Sin duda es el edificio más adecuado […]” pág.50). Ya estando allí, en una de las habitaciones, el médico se dio cuenta que su mujer no estaba ciega (“Tú no estás ciega, no puedo permitir que te quedes aquí, Sí, tienes razón, no estoy ciega […]” pág.52). Por eso ella pudo contarle quienes eran los otros ciegos que iban llegando (“La mujer del médico acercó la boca al oído del marido y susurró, Han entrado cuatro, una mujer, dos hombres y un niño” pág.53). Al escuchar sus voces, él reconoció que algunos eran sus pacientes.
    El gobierno se comprometió a llevarles todos los días lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas (“Tercero, en cada sala hay un teléfono que sólo podrá ser utilizado para solicitar del exterior la reposición de los productos de higiene y limpieza, cuarto, los internos lavarán manualmente sus ropas […]” pág.55-56). Los días fueron pasando y no todo fue tal como lo dijeron, la comida no era suficiente para todos las personas, las cañerías no funcionaban, por lo tanto debían hacer sus necesidades por cualquier parte del lugar, y por esa razón el olor era insoportable y los pisos se encontraba pegajosos (“Habían calculado justo la comida para cinco personas. Había botellas de leche y galletas, pero quien calculó las raciones se olvidó de los vasos, tampoco había platos, ni cubiertos, vendrían quizás con la comida del mediodía […]” pág.78-79). Poco a poco, todos se fueron quedando ciegos, entonces la convivencia era más difícil. Algunos de los ciegos fueron muriendo por el estado en el que allí convivían, y otros fueron matados por los sargentos ya que no obedecían sus órdenes.
    Los ciegos al estar divididos en salas diferentes, eran como de distintos bandos. Los ciegos malvados empezaban a quedarse con la poca comida que llegaba, y les pedían a los demás cosas valiosas a cambio de la misma (“Estaban así las cosas cuando llegó la orden de los malvados para que les fuese entregando más dinero y objetos valiosos […]” pág.190). También abusaron de las mujeres (“Pasada una semana, los ciegos malvados mandaron aviso de que querían mujeres” pág.192).
    Los ciegos incendiaron el lugar en que se encontraban los ciegos malvados, y desde ese momento todo fue peor, todos empezaban a correr de un lado al otro por el olor de la pólvora, se tropezaban entre sí y terminaban cayendo al suelo. Los ciegos (el médico, el primer ciego, la mujer del primer ciego, el niño estrábico, la chica de las gafas negras, el viejo del parche negro) fueron saliendo guiados por la mujer del médico. Ellos sabían que ella no era ciega. Al salir se dieron cuenta que no había ningún sargento, toda la ciudad estaba ciega. La mujer del médico junto a los demás, buscaron un lugar en el que se quedaron por un tiempo (“Vamos, dijo, he encontrado un abrigo, y los llevó a la tienda de dónde los otros acababan de salir” pág.256-257). Ella fue en busca de comida pero no lograba encontrar, hasta que entro a un supermercado, se le ocurrió ir hasta el depósito y fue allí donde encontró los alimentos para lograr sobrevivir. También se tomo el trabajo de llevar a cada uno de los ciegos hasta sus casas, pero no hubo caso, todas fueron forzadas e invadidas, salvo la de ella y su marido que fue en la cual convivieron de la mejor manera posible.
    Un día inesperado, poco a poco los ciegos fueron empezando a ver, pero en ese momento fue la mujer del médico quien perdió la vista (“La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí” pág.373).
    Desde el comienzo, la novela despierta un interés en los lectores. Intriga saber cómo reaccionarán los personajes frente a los nuevos obstáculos que se le presentarán, como sobrevivirán en un mundo "sin ojos", donde reina el caos y el desorden.
    Desde mi punto de vista, el accionar de los personajes frente a esta situación, nos permite descubrir la crueldad y la avaricia de una sociedad dominada por el miedo, que se ve obligada a vivir en condiciones inhumanas. No importa cuál sea el precio, frente a la necesidad de sobrevivir. Pero también se puede observar que siempre queda un poco de bondad y humanidad para conservar la esperanza.
    Para finalizar considero que, es difícil catalogar esta obra dentro de un solo género, porque si bien la ceguera empieza de una manera casi mágica, mientras uno avanza en la lectura descubre que lo que el autor quiere, es lograr una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que vivimos, hacernos reflexionar sobre dicha situación.
    Algunos de los recursos de estilo encontrados en la novela son:
    - “El médico te curará, ya verás, ya veré” (Pág.19) – POLÍPTOTON
    - “Estaba un viejo con una venda negra cubriéndole un ojo, un niño que parecía estrábico y que iba acompañado por una mujer que debía ser su madre, una joven de gafas oscuras…” (Pág.22) - ELUSIÓN
    - “Había botellas de leche y galletas, pero quien calculó las raciones se olvidó de los vasos, tampoco había platos, ni cubiertos, vendrían quizás con la comida del mediodía” (Pág.78) “Al fin quedó la fila ordenada, detrás de la mujer del médico iba la chica de las gafas oscuras con el niño estrábico de la mano, después el ladrón en calzoncillos y camiseta, luego el médico, y, al fin, a salvo de agresiones por ahora el primer ciego” (Pág.63) – ENUMERACIÓN
    - "Los conductores, impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire” (Pág.9) – COMPARACIÓN
    - “Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven” (Pág. 373) – ANTÍTESIS
    - “Para él la luz, esta luz, se había convertido en ruido” (Pág.20) – CONCATENACIÓN
    - “Ya te lo dije, ya te dije que todo se iba a resolver.” (Pág.24) – ANÁFORA

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