Reseña:
Los ojos del perro siberiano
La historia la cuenta un chico de 13 años de edad, él estaba a punto de viajar a otro país y deseaba olvidarse de toda la carga de su historia y la de su hermano muerto.
Ezequiel había muerto ya hacía 5 años. Él era 13 años más grande.
Vivía en una casa muy cómoda y grande en San Isidro cerca del río.
. A su madre le encantaba hacer manualidades y cuidar su jardín. “…Mi madre cultivaba y cuidaba sus hierbas con un amor y una dedicación que creo no nos dio a nosotros…”, (Pág. 12). Su padre era un hombre muy rigoroso e inflexible y sus energías estaban enfocadas en sus negocios.
Vivian en una casa muy confortable y enorme.”…la casa es enorme, de ambientes amplias y techos altos, de dos plantas…”, (Pág. 11).
Ezequiel era el primer hijo de esa pareja, por años había sido hijo único así que era el mas mimado por sus padres. Sus ojos era de color azul y su pelo color marrón.
El hermano menor era algo opuesto a Ezequiel, porque tenía los ojos y el pelo marrón, para esa familia ese niño no fue deseado, luego empezaron los problemas y las rebeldías de Ezequiel.
Su único mejor amigo era Mariano”… estuvimos juntos desde el jardín de infantes, durante casi todo el colegio primario nos sentamos juntos, íbamos al mismo club. Hasta un poco después de mis 11 años fuimos inseparables…”, (Pág. 19). Mariano no entendía porque razones Ezequiel ya no tenía relación con su familia, decidió investigar sobre ello y la mejor forma fue preguntarle a su hermano menor.
Ezequiel tuvo una fuerte discusión con sus padres ya que había dejado embarazada a su novia y no quería hacerse cargo de aquel niño, su novia interrumpió su embarazo.
Un tiempo después Ezequiel se enteró que estaba enfermo de SIDA, a sus padres ya no les importaba la vida de Ezequiel, hasta prohibieron que sus dos hermanos tuvieran comunicación alguna con él. “… porque tengo SIDA, porque tengo SIDA. La frase le retumbaba en la cabeza… Lo único que tiene importancia es que me voy a morir, no se cuanto tiempo de vida tengo…”, (Pág. 37 y 38). Ezequiel decide pasar más tiempo con su hermano, reparar los lazos perdidos aunque sea por el tiempo que quedara de su vida.
Ezequiel recibe a su hermano feliz, allí decide contarle la historia de su perro siberiano, “…Cuando abrí la puerta saltó sobre mí un enorme perro siberiano…se llamaba Sacha. Era el mas chico de la cría, el ultimo que nació…”, (Pág. 45 y 46). Por la enfermedad de su hermano Mariano y Ezequiel se distanciaron totalmente, tuvo que cambiarse de escuela porque no soportaba la situación de angustia. La salud de Ezequiel va empeorando cada vez más. Ezequiel fallece luego de realizarle dos operaciones, al lado de él se encontraba su hermano. Sus últimos momentos de vida los había pasado junto a él. En esa misma habitación se encontraba también su abuela. “…Ella vivía en el campo, y tenía un departamento en Barrio Norte…”. “… me apretó la mano, cerró los ojos y se quedó dormido. Nunca mas los volvió a abrir…” (Pág. 126)
“… Le debo a Ezequiel el haberme enseñado que la vida no es más que eso: Asomar la cabeza, para ver que pasa afuera, aunque haya tormenta…” (Pág. 134)
Yamila Fleitas
2º Administración
Instituto Plácido Marín
Los ojos del perro siberiano
La historia la cuenta un chico de 13 años de edad, él estaba a punto de viajar a otro país y deseaba olvidarse de toda la carga de su historia y la de su hermano muerto.
Ezequiel había muerto ya hacía 5 años. Él era 13 años más grande.
Vivía en una casa muy cómoda y grande en San Isidro cerca del río.
. A su madre le encantaba hacer manualidades y cuidar su jardín. “…Mi madre cultivaba y cuidaba sus hierbas con un amor y una dedicación que creo no nos dio a nosotros…”, (Pág. 12). Su padre era un hombre muy rigoroso e inflexible y sus energías estaban enfocadas en sus negocios.
Vivian en una casa muy confortable y enorme.”…la casa es enorme, de ambientes amplias y techos altos, de dos plantas…”, (Pág. 11).
Ezequiel era el primer hijo de esa pareja, por años había sido hijo único así que era el mas mimado por sus padres. Sus ojos era de color azul y su pelo color marrón.
El hermano menor era algo opuesto a Ezequiel, porque tenía los ojos y el pelo marrón, para esa familia ese niño no fue deseado, luego empezaron los problemas y las rebeldías de Ezequiel.
Su único mejor amigo era Mariano”… estuvimos juntos desde el jardín de infantes, durante casi todo el colegio primario nos sentamos juntos, íbamos al mismo club. Hasta un poco después de mis 11 años fuimos inseparables…”, (Pág. 19). Mariano no entendía porque razones Ezequiel ya no tenía relación con su familia, decidió investigar sobre ello y la mejor forma fue preguntarle a su hermano menor.
Ezequiel tuvo una fuerte discusión con sus padres ya que había dejado embarazada a su novia y no quería hacerse cargo de aquel niño, su novia interrumpió su embarazo.
Un tiempo después Ezequiel se enteró que estaba enfermo de SIDA, a sus padres ya no les importaba la vida de Ezequiel, hasta prohibieron que sus dos hermanos tuvieran comunicación alguna con él. “… porque tengo SIDA, porque tengo SIDA. La frase le retumbaba en la cabeza… Lo único que tiene importancia es que me voy a morir, no se cuanto tiempo de vida tengo…”, (Pág. 37 y 38). Ezequiel decide pasar más tiempo con su hermano, reparar los lazos perdidos aunque sea por el tiempo que quedara de su vida.
Ezequiel recibe a su hermano feliz, allí decide contarle la historia de su perro siberiano, “…Cuando abrí la puerta saltó sobre mí un enorme perro siberiano…se llamaba Sacha. Era el mas chico de la cría, el ultimo que nació…”, (Pág. 45 y 46). Por la enfermedad de su hermano Mariano y Ezequiel se distanciaron totalmente, tuvo que cambiarse de escuela porque no soportaba la situación de angustia. La salud de Ezequiel va empeorando cada vez más. Ezequiel fallece luego de realizarle dos operaciones, al lado de él se encontraba su hermano. Sus últimos momentos de vida los había pasado junto a él. En esa misma habitación se encontraba también su abuela. “…Ella vivía en el campo, y tenía un departamento en Barrio Norte…”. “… me apretó la mano, cerró los ojos y se quedó dormido. Nunca mas los volvió a abrir…” (Pág. 126)
“… Le debo a Ezequiel el haberme enseñado que la vida no es más que eso: Asomar la cabeza, para ver que pasa afuera, aunque haya tormenta…” (Pág. 134)
Yamila Fleitas
2º Administración
Instituto Plácido Marín