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    El amor en los tiempos del colera - Gabriel Gracia Marquez

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    niiqo95


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    Join date : 17/05/2010

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    Post  niiqo95 Mon Aug 09, 2010 12:24 am

    EL AMOR EN TIEMPOS DEL COLERA - Gabriel García Márquez
    Nicolas A. Huerta 2° CBU “a”
    Instituto María Ana Mogas

    Tema de la reseña la muerte
    “El amor en tiempos del cólera” se desarrolla en el caribe, en la época en la cual los países centro americanos sufrían guerras civiles y en la que el cólera cobraba miles de vidas. Esto crea en la historia una familiaridad de la muerte, la cual comienza con el suicidio de Jeremiah de Saint-Amour. Así se presenta al doctor Juvenal Urbino examinando el cuerpo. Urbino era un elegante doctor que había vivido varios años en Europa y tenía una gran habilidad a la hora de atraer mujeres. Apoyaba la idea de la eutanasia (cit.) “Cada quien es dueños de su propia muerte, lo único que podemos hacer, llegada la hora, es ayudarlo a morir sin miedo ni dolor.” (cit.)
    Jeremiah de Saint-Amour decide ser aquel que elija la hora de su muerte y con el apoyo de su amante decide acabar con su vida ingiriendo cianuro (cit.) Jeremiah de Saint-Amour había suspirado de pronto “Nunca seré viejo” (cit.)
    Fermina Daza conoce a Urbino y aunque no estaba enamorada se caso con el.
    Estuvieron más de medio siglo juntos hasta que ocurre la muerte de Urbino. Juvenal era un nombre al que no le gustaba los animales, al contrario de su esposa la cual lo adoraba. Luego de un pleito debido a que varias mascotas habían sido contagiadas por el cólera pero al no saber cual estaba infectado mando a matar a cada uno y quemo sus cuerpos. Entonces en modo de prueba el doctor dijo a su mujer (cit.) “no traerás nada que no hable a esta casa” (cit.). Su esposa con mucho ingenio trajo a un loro el cual decía algunas groserías de marinero. Al ser guardián al advertir si venia un ladrón, Urbino le tomo afecto. Pero un dia esta escapo, volvía después de un tiempo, ya cuando era anciano y allí ocurre el desenlace... (cit.) Lo oyó muy cerca, casi a su lado, y enseguida lo vio en la rama mas baja del mango. “sin vergüenza” le grito, el loro replico con una voz idéntica: “mas sinvergüenza serás tu, doctor”. Siguió hablando con el sin perderlo de vista, mientras se puso los botines con mucho cuidado para no espantarlo, y metió los brazos en los tirantes, y bajo al patio todavía enlodado tanteando el suelo con el bastón para no tropezar con los tres escalones de la terraza. El loro no se movió. Estaba tan bajo, que le puso el bastón para que se parara en la empuñadura de plata, como era su costumbre, pero el loro lo esquivo. Salto a una rama continua, un poco más alta pero de acceso más fácil, donde estaba apoyada la escalera de la casa desde antes que vinieran los bomberos. El doctor Urbino calculo la altura, y pensó que con subir dos travesaños podía cogerlo. Subió el primero, cantando una canción cómplice para distraer la atención del animal arisco que repetía las palabras sin la música, pero apartándose en la rama con pasos laterales. Subió el segundo travesaño sin dificultad, agarrado de la escalera con ambos manos, y el loro empezó a repetir la canción completa sin cambiar de lugar. Subió al tercer travesaño, y el cuarto enseguida, pues había calculado mal la altura de la rama, y entonces se aferro a la escalera con la mano izquierda y trato de coger al loro con la derecha. Digna Pardo, la vieja sirvienta que venia a advertirle que se le estaba haciendo tarde para el entierro, vio de espaldas al hombre subido en la escalera y no podía creer que fuera quien era de no haber sido por las rayas verdes de los tirantes elásticos. “¡Santísimo Sacramento!” grito “¡Se va a matar!” El doctor Urbino agarro el loro por el cuello con un suspiro de triunfo. Pero lo soltó de inmediato, porque la escalera resbalo bajo sus pies y el se quedo un instantes suspendido en el aire, y entonces alcanzo a darse cuenta de que se había muerto sin comunión, sin tiempo para arrepentirse de nada ni despedirse de nadie, a las cuatro y siete minutos de la tarde del domingo de Pentecostés. Fermina Daza estaba en la cocina probando la sopa para la cena, cuando oyó el grito de horror de Digna Pardo y el alboroto de la servidumbre de la casa y enseguida el del vecindario. Tiro la cuchara de probar y trato de correr como pudo con el peso invencible de su edad, gritando como una loca sin saber todavía lo que pasaba bajo lasfrondas del mango, y el corazón le salto en astillas cuando vio a su hombre tendido bocarriba en el lodo, ya muerto en vida, pero resistiéndose todavía un ultimo minuto al coletazo final de la muerte para que ella tuviera tiempo de llegar. Alcanzo a reconocerla en el tumulto a través de las lagrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miro por ultima vez para siempre jamás con los ojos mas luminosos, mas tristes y mas agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzo a decirle con el ultimo aliento “Solo Dios sabe cuanto te quise”. Fue una muerte memorable, y no sin razón. (cit.), así empieza la trama del libro, sorprendentemente por un loro que desencadenaría una nueva etapa en la vida de Fermina, la cual se sorprende con la vuelta de un viejo amor Florentino Ariza. Para el la muerte del doctor Urbino era un esperanza constante, era un milagro que esperar por mucho tiempo. Luego de que Fermina se caso decidió cobrar importancia para cuando el doctor muriera el fuera digno de ella. Tuvo varias amantes, ya que el se consideraba un esposo infiel porque sabia que estaría con Fermina. Debido a la guerra caminar por las calles resultaba insegura más la epidemia del cólera, esto pone un ambiente especial en la trama de la vida de Florentino. Al encontrarse con Fermina en el barco son detenidos por transportar a 3 personas con cólera. No les importo porque su amor calido superaba a la muerte y al cólera. Con la espontaneidad de esta cita se justifica esta idea (cit.)”Desde que nací” dijo Florentino Ariza “no he dicho una sola cosa que no sea en serio”. El capitán miro a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miro a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asusto la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene limites. “¿Y hasta cuando cree usted que podremos seguir en este ir y venir del carajo?” le pregunto. Florentino Ariza tenia la respuesta preparada desde hacia cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. “toda la vida dijo” (cit.)

    Conclusión: Gabriel García Márquez nos lleva a un tiempo en que la familia, el honor, la muerte y el amor iban de la mano.

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