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    Libro "Nunca Mas"

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    IvanDeMataderos


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    Join date : 24/05/2010

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    Post  IvanDeMataderos Wed May 26, 2010 3:43 pm

    EL LIBRO “Nunca Mas” no es un libro de literatura. Es el Informe de la Comisión sobre la Desaparición de Personas. Se trata de una investigación sobre el terrorismo de estado y la desaparición de personas durante la dictadura militar que se inició 1976 y terminò en 1984, con la vuelta a la democracia.
    En el prólogo dice “A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo peor (…) Contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos” (pág. 7).
    La Comisión que investigó estos crímenes, llegó a la conclusión de que “la Dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje” (pág. 7) y el libro “Nunca Mas”, sostiene que solamente respetando la democracia, jamás volverá a repetirse esta tragedia.
    El texto contiene testimonios y documentos; palabras de testigos directos.
    Se explica como era el Secuestro-Desaparición, tortura. Las personas eran secuestradas en su domicilio, en la calle, en sus lugares de trabajo o de estudio: “En el domicilio irrumpía una patota o grupo integrado por 5 o 6 individuos” (pág. 17); pero aveces eran 50 personas. Usaban autos sin patente, cortaban la luz, el tráfico, asustaban a los vecinos. Actuaban a cara descubierta. Así una familia era “chupada”, también se secuestraba los niños “para su posterior adopción por algún represor” (pág. 20). También se robaban los bienes materiales que eran considerado “botín de guerra”.
    Luego se trasladaba el secuestrado al CCD (Centro Clandestino de Detención). En ese lugar se los torturaban; “a la tortura física (…) se agregaba la psicológica que continuaba a lo largo de todo el tiempo de cautiverio” (pág. 31). Sobre el tema de las torturas, hay muchos testimonios: el del estudiante Luís Urquiriza, el Doctor Norberto Liwsky, Antonio Miño, Teresa Meschiati, Nelson Dean, Juan Bianchi, Daniel Pina, etc. Todos ellos cuentan con detalles, como fueron secuestrados y torturados.
    Los Centros de Detención fueron 340, “por allí pasaron millares de hombres y mujeres ilegítimamente privados de su libertad. Estor lugares fueron pensados para torturar y matar a las personas, ya que “ingresar a ellos significa DEJAR DE SER” (pag. 55). Los familiares reclamaban por sus desaparecidos, pero el Gobierno Militar siempre negó esta realidad. En 1977 el presidente de facto Jorge R. Videla decía “yo niego rotundamente que existan en la Argentina campos de concentración” (pág. 55). Sin embargo muchos secuestrados denunciaron que vieron a los Jefes Militares en los CCD. Algunos de estos centros fueron: La escuela de Mecánica de la Armada, el Liceo Militar de Campo de Mayo, el Olimpo, Pozo de Banfield, el Vesubio, Arana, etc.
    Los secuestrados eran vendados en los ojos y torturados en cualquier momento; les ponían un número. Había lugares llamados “Quirófano” donde se producía las torturas. Al principio se hacía el “ablande”, para lograr que el prisionero diera información.
    Vivían en condiciones insalubres: “La precariedad e indigencia sanitarias adquirían sus ribetes dramáticos en el caso de las mujeres que dieron a luz en cautiverio (pág. 67). Y también “Las condiciones durante el tiempo de detención fueron deplorables. Los secuestrados permanecían hacinados sobre colchonetas sucias de sangre, orina, vómito y transpiración” (pág. 68).
    En el texto, además, aparece una explicación muy detallada con la ubicación y descripción de cada CCD. También se presentan planos de estos lugares, lo cual nos sirve para darnos una idea del horror y humillación que pasaron allí los detenidos.
    Por último, venía la desaparición definitiva de los prisioneros. Por ejemplo, a quienes estaban en la ESMA, les decían que los iban a trasladar a otro lugar, y en realidad, los mataban. Otros eran asesinados adentro. Jorge Torres, un testigo, dijo: “•yo tuve conocimiento que desde la ESMA se trasladaban cuerpos de detenidos muertos, en camionetas verdes, al campo de deportes que se encuentra en los fondos de la escuela, del otro lado de la Av. Lugones, sobre la costa. Iban dos personas a cargo de cada camioneta y en una oportunidad oí que le decían al suboficial a cargo de la guardia que venían “de hacer un asadito”, forma de manifestar el procedimiento de quema de los cadáveres. Por la noche podían verse las hogueras de la quema de los cuerpos” (pág. 137).
    Por otro lado en 1979 llegó al país una comisión de Derechos Humanos de la OEA, para investigar, ya que en el exterior se sabía sobre la detención y exterminio. Pero el Gobierno militar se burló de esta comisión porque “Ante estas evidencia se pretendió burlar la presencia de la Comisión en las instalaciones de la ESMA, trasladando al grueso de los secuestrado a una quinta en la zona norte del Gran Buenos Aires (Gladstein, Lázaro Jaime- Legajo Número 4912) y a una isla del Tigre. A los pocos detenidos que permanecieron en la ESMA se los vistió con las ropas de fajina del personal incorporado” (pág. 137 y 139).
    En el caso de Campo de Mayo: “Cuando los detenidos llegaban al “campito” eran despojados de todos sus efectos personales y se les asignaba un número como única identidad, allí adentro pasaban a perder toda condición humana y estarían de ahí en más DESAPARECIDOS para el mundo” (pág. 181); es así que Javier Alvares recuerda: “Lo primero que me dicen es que me olvidara de quién era, que a partir de ese momento tendría un número con el cual me manejaría, que para mí el mundo terminaba allí” (pág. 182). Vemos así como el hombre dejaba de ser humano y pasaba a ser un número. Los CCD estuvieron en la Capital Federal y en todas las provincias, y en muchos casos de CONADEP: “La CONADEP realizó procedimientos con la participación de testigos, lo cual permitió verificar sin lugar a dudas el funcionamiento en ese lugar de un centro clandestino de detención, utilizado para distintos fines: como lugar de tránsito o de tortura para detenidos de otros campos, o como centro de desarme de vehículos utilizados en la represión o robados en la vía pública para los mismos fines. Prueba de ellos es el testimonio del señor J.C. (legajo Número 6139): “Pude observar en el patio de la casa, vehículos que eran desarmados o virtualmente desmantelados. Recuerdo un Renault 12, entre otros. Los vehículos deben haber sido arrojados al dique, porque pude ver una vez diversos chasis, cuando bajaron las aguas.” Esto fue corroborado por la CONADEP, ya que se rescataron automóviles en ese lugar por medio de buzos, entre ellos el R. 12 mencionado” (pág. 203 y 204).
    Los primeros CCD, aparecieron en Tucumán, provincia donde años atrás se produjeron cruentos enfrentamientos entre guerrilleros y militares: “A la provincia de Tucumán le cupo el siniestro privilegio de haber inaugurado la “institución” Centro Clandestino de Detención, como una de las herramientas fundamentales del sistema de represión montado en la Argentina” (pág. 213).
    La muerte fue para la dictadura un arma política: “La muerte a consecuencia de la tortura, del shock eléctrico, de la inmersión, de la sofocación y también la muerte masiva, colectiva o individual, premeditada, por lanzamiento al mar, por fusilamiento.” (pág. 223) y según el libro esto va contra toda ética y contra toda sociedad civilizada. Los prisioneras jamás tuvieron derecho a la defensa ni acceso a la justicia “Hubo miles de muertos. Ninguno de los casos fatales tuvo su definición por vía judicial ordinaria o castrense, ninguno de ellos fue la derivación de una sentencia. Técnicamente expresado, son homicidios calificados. Homicidios respecto de los cuales nunca se llevó a cabo una investigación profunda y jamás se supo de sanción alguna aplicada a los responsables.
    En conclusión, el régimen que consideró indispensable alterar nuestra tradición jurídica, implantando en la legislación la pena capital, nunca la utilizó como tal. El lugar de ello, organizó el crimen colectivo, un verdadero exterminio masivo, patentizando hoy en el mórbido hallazgo de cientos de cadáveres sin nombre, y en el testimonio de los sobrevivientes dando cuenta de los que murieron en atroces suplicios.” (pág. 223 y 224).
    Los fusilamientos en masa también fueron comunes: por ejemplo se fusilaba a todo un grupo. Luego se decía que estas personas murieron en un “Intento de Fuga” o en un “Enfrentamiento Armado”.
    Lo que más cuesta creer es que muchos fueron arrojados, desde aviones, al mar porque aparecieron cuerpos en la costa. Así el agua o el fuego eran las formas de hacer desaparecerlos cuerpos. También en muchos cementerios aparecían tumbas N.N, que eran de desaparecidos.
    Entre personas conocidas que fueron arrestadas se encuentran: Solari Irigoyen, el Doctor Rafael Perrota, el periodista Jacobo Timmerman, la diplomática Helena Holmeberg, el profesor Alfredo Brabo (socialista) sobre la actitud de la iglesia, ésta condenó las torturas, pero “hubo miembros del clero que cometieron o avalaron con su presencia, con su silencia y hasta con palabras justificadoras estos mismos hechos que habían sido condenados por el Episcopado. (pág. 259).
    La CONADEP llego a la conclusión de que el Gobierno Militar destruyó toda la documentación que había al respecto. También logro contar 8.961 desaparecidos, pero es una lista abierta, porque hay muchos más. La mayoría (%58) tenía entra 21 y 30 años y también desaparecieron mujeres “analizando estos porcentajes, comprobamos que la mujer también sufrió en gran medida la acción represiva. Es de destacar que el %10 de las mujeres desaparecidos (3% del total) estaban embarazadas.
    1. Mujeres desaparecidas: 30 %
    2. Varones desaparecidos: 70 %
    3. Mujeres embarazadas: 3 %” (pág. 294).
    La mayoría eran obreros y estudiantes.
    Las Abuelas de Plaza de Mayo pusieron mucho esfuerzo para encontrar a los hijos de desaparecidos porque: “Privados de su identidad para que sus familiares no pudieran reconocerlos, y recluidos en orfanatos, algunos niños se vieron marginados de toda vida social y familiar.” (pág. 315).
    Así muchos chicos sufrieron grabes problemas psicológicos y muchos fueron apropiados.
    “Nunca Mas” incluye una lista de periodistas desaparecidos, tal vez el más conocido nos resulte Rodolfo Walsh. Otros casos conocidos son los de el cautiverio de Adolfo Perez Esquivel, que recibió el premio Nobel de la Paz y Dagmar Hagelin, que fue secuestrado y asesinado por el teniente Astiz.
    El texto se cierra con un listado de personas desaparecidas. También dice que la CONADEP fue creada por el Presidente Alfonsín para investigar la desaparición de personas y dice que es necesario sancionar normas: “1: Declarar crimen de lesa humanidad la desaparición forzada de personas. 2: Apoyar el reconocimiento y la adhesión a las organizaciones nacionales e internacionales de Derechos Humanos. 3: Establecer la enseñanza obligatoria de la defensa y difusión de los Derechos Humanos en los organismos docentes del Estado, sean ellos civiles, militares o de seguridad. 4: Fortalecimiento y adecuación plena de los medios con que deberá contar la Justicia Civil para la investigación de oficios en relación a la violación de Derechos Humanos. 5: Derogar toda la legislación represiva que se encuentre vigente.” (pág. 477 y 478).
    Se sigue investigando sobre desaparecidos y buscando a los responsables de semejante genocidio.
    En conclusión, la CONADEP dio a conocer todos los detalles de su profunda investigación sobre la desaparición de personas y es un libro fundamental para entender nuestra historia y saber porque “NUNCA MAS”.


    El documento se publicó en 1984.

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