Ensayo: “El señor Presidente”
Tema a tratar: cómo ve el Sr. Presidente, a las mujeres.
Alumna: Guadalupe Yuliano
El Excelentísimo Señor Presidente Constitucional de la Republica Nacional de Guatemala, realiza su primera aparición cuando el General Cara de Ángel (su hombre preferido), se presenta en su despacho a pedido de él. Quería encomendarle una misión muy importante, ya que era su hombre de confianza, debía organizar la fuga inmediata del Coronel Parrales Sonriente, pues las autoridades competentes estaban ya dispuestas a concretar su arresto y debido a razones políticas, al gobierno no le convenía que eso pasara, por lo tanto debería realizar la operación con la mayor reserva posible. Se creía que el causante de la muerte del Coronel había sido El Pelele, un joven pordiosero o también llamado vulgarmente “El idiota” pero también se acusaba al General Canales y al Licenciado Carvajal.
Después de este acontecimiento, se sucedieron otros donde estuvieron involucradas varias personas y algunas de ellas perdieron la vida, después de haber sufrido engaños.
La violencia, la impunidad y la injusticia reinaban en aquellos tiempos, los lamentos, ruegos y súplicas de las mujeres de aquellos hombres condenados a muerte, dirigidos al Sr. Presidente, esperando piedad y comprensión a sus pedidos, fueron inútiles.
Mujeres indefensas, desesperadas por la situación de sus esposos, padres, hermanos, acudían a ver al Sr. Presidente creyendo que éste podría resolver sus problemas, pero no era así pues jamás éste señor se acercó a alguien para estrechar su mano y aliviarle su pena, las respuestas que recibían eran dichas por sus colaboradores y eran siempre negativas y sin esperanzas.
Un caso que resultaría ser representativo de otros tantos fue el de la esposa del Licenciado Carvajal quien iba a pedirle al Sr. Presidente por la vida de su esposo, ante sus pedidos recibía siempre las mismas respuestas: “El Sr. Presidente no recibe, Sra.”, desesperanzada no sabía qué hacer, se sentía sin fuerzas, aniquilada y así entre tanto sufrir, el fin de su espeso llegó.
Como pudo soportó la desgracia que había recibido y fue a pedir que le dijeran donde estaba enterrado su esposo, dejó una nota para el Auditor, quien al enterarse dijo a su sirvienta que las directivas del Sr. Presidente eran no dar esperanzas a nadie.
“-Señora, señora…
- Vengo a ver al Presidente…
- El Señor Presidente no recibe, señora, regrese…
- Sí, sí, sí recibe, sí me recibe a mí, que soy la esposa del licenciado Carvajal…”
“La esposa de Carvajal volvió al carruaje como sonámbula”
“- Y también estuvo a buscarte una señora enlutada de negro que parece ser del que fusilaron…
-¿Cuál de todos ellos?
- El señor Carvajal…
- ¿Y qué quiere?...
- La pobre me dejó esta carta. Parece que quiere saber dónde está enterrado su marido.”
“- Demasiado te he dicho que me disgusta que congeniés con toda la gente. No hay que dar esperanzas. ¿Cuándo entenderás que no hay que dar esperanzas?”
“En estos puestos se mantiene uno porque hace lo que le ordenan y la regla de conducta del Señor Presidente es no dar esperanzas y pisotearlos y zurrarse en todos por sí.”
Una noche se había realizado una fiesta en la residencia campestre del Sr. Presidente de la República, donde acudieron muchos invitados. Esto dio lugar a pensar que podía haber un acercamiento con las mujeres; porque en un momento éste se dirige a su general para decirle que iba a cenar solo él, el poeta y todas las mujeres, se retiraron todos los hombres rapidísimo, las damas estaban ansiosas, nerviosas y sorprendidas, pues esto nunca había sucedido.
El Sr. Presidente se dirigió al poeta y le pidió que recitara “El Cantar de los Cantares”, éste así lo hizo y de pronto dejando a todos atónitos, sin palabras el Sr. Presidente desapareció tras una puerta. El supuesto acercamiento que se iba a realizar, nunca se llevo a cabo en su totalidad.
“-General… -resonó la voz del Presidente-, haga salir a los señores, que quiero cenar con las señoras…”
“- El Poeta puede quedarse…- insinuó el Presidente
Los oficiales cerraron las puertas. El Poeta no hallaba dónde colocarse entre tantas damas.
-Recite, Poeta- ordenó el Presidente-, pero algo bueno, el Cantar de los Cantares”
“El Presidente se levantó funesto. Sus pasos resonaron como pisadas del jaguar que huye por el pedregal de un río seco. Y desapareció por una puerta azotándose las espaldas con los cortinajes que separó al pasar”
Resalta un personaje femenino en la vida del Sr. Presidente; en su juventud cuando aún no había llegado a gozar del poder absoluto sobre los demás el Sr. Presidente tuvo un amorío bastante importante con Doña Concepción este su verdadero nombre, o también llamada Doña Chon “Diente de Oro”, propietaria de un importante prostíbulo.
Sus amores apasionados se malograron por el temor del él hacia la muerte, porque por ese lugar pasaban justamente los entierros, era según Doña Chon un joven aniñado e inseguro, temeroso pues todo lo que le podrían decir sobre su persona, fuera cierto o no, lo creía.
“doña Chon (diminutivo de Concepción, su verdadero nombre) a la edad de veinte años”
“Vale qué con él somos viejas amistades; cuando no era más que ministro tuvo pasión por mí.”
“Lo más alegre que me acuerdo de ese tiempo es que por la casa pasaban todos los entierros. Va de pasar y va de pasar muertos… Y que por esa singraciada quebrados para siempre jamás con el Señor Presidente”
“A él le daban miedos los entierros, pero yo qué culpa tenía. Era muy lleno de cuentos y muy niño. Con nadita que fuera contra él creiba lo que le contaba, o cuando era para darle el pase de su talento.”
Analizando la vida del Señor Presidente Constitucional de la República he llegado a tener la siguiente opinión:
En los momentos en que por su investidura debía relacionarse con mujeres todo era perfecto, su presencia irradiaba respeto, solemnidad y quizás hasta algo de galantería hacia ellas, pero estas actitudes no eran más que una máscara, lo que en realidad sentía era un rechazo total hacia el sexo femenino. Como amo del poder se creía capaz de poder vivir sin el amor de una mujer, sus relaciones eran amoríos de momentos, concubinas que eran llamadas caprichosamente con urgencia, en todos sus actos faltaba lo esencial; el amor que evidentemente no lo conocía.
Como mencioné anteriormente hubo en su juventud algo con una joven que bien podía haberlo interpretado como amor, pero no fue así, pues de aquello no quedó nada.
En esta historia también existía un personaje negro, malo, asesino, pero de pronto aparece el amor, y de aquel canalla poco o nada quedó, al contrario, con toda conciencia trataba de hacer el bien para que así Dios protegiera a su amor.
Creo que el Sr. Presidente se escondía detrás de toda esa violencia, agresividad e impiedad hacia sus semejantes por temor justamente a amar, el poder lo usaba como arma para aniquilar sentimientos, sin saber que realmente si hubiera amado y no odiado, su nombre habría pasado a la historia de otra manera.
De encontrarlo un día en su camino, ¿podría cambiar su destino? ¿Lo encontrará?
Tema a tratar: cómo ve el Sr. Presidente, a las mujeres.
Alumna: Guadalupe Yuliano
El Excelentísimo Señor Presidente Constitucional de la Republica Nacional de Guatemala, realiza su primera aparición cuando el General Cara de Ángel (su hombre preferido), se presenta en su despacho a pedido de él. Quería encomendarle una misión muy importante, ya que era su hombre de confianza, debía organizar la fuga inmediata del Coronel Parrales Sonriente, pues las autoridades competentes estaban ya dispuestas a concretar su arresto y debido a razones políticas, al gobierno no le convenía que eso pasara, por lo tanto debería realizar la operación con la mayor reserva posible. Se creía que el causante de la muerte del Coronel había sido El Pelele, un joven pordiosero o también llamado vulgarmente “El idiota” pero también se acusaba al General Canales y al Licenciado Carvajal.
Después de este acontecimiento, se sucedieron otros donde estuvieron involucradas varias personas y algunas de ellas perdieron la vida, después de haber sufrido engaños.
La violencia, la impunidad y la injusticia reinaban en aquellos tiempos, los lamentos, ruegos y súplicas de las mujeres de aquellos hombres condenados a muerte, dirigidos al Sr. Presidente, esperando piedad y comprensión a sus pedidos, fueron inútiles.
Mujeres indefensas, desesperadas por la situación de sus esposos, padres, hermanos, acudían a ver al Sr. Presidente creyendo que éste podría resolver sus problemas, pero no era así pues jamás éste señor se acercó a alguien para estrechar su mano y aliviarle su pena, las respuestas que recibían eran dichas por sus colaboradores y eran siempre negativas y sin esperanzas.
Un caso que resultaría ser representativo de otros tantos fue el de la esposa del Licenciado Carvajal quien iba a pedirle al Sr. Presidente por la vida de su esposo, ante sus pedidos recibía siempre las mismas respuestas: “El Sr. Presidente no recibe, Sra.”, desesperanzada no sabía qué hacer, se sentía sin fuerzas, aniquilada y así entre tanto sufrir, el fin de su espeso llegó.
Como pudo soportó la desgracia que había recibido y fue a pedir que le dijeran donde estaba enterrado su esposo, dejó una nota para el Auditor, quien al enterarse dijo a su sirvienta que las directivas del Sr. Presidente eran no dar esperanzas a nadie.
“-Señora, señora…
- Vengo a ver al Presidente…
- El Señor Presidente no recibe, señora, regrese…
- Sí, sí, sí recibe, sí me recibe a mí, que soy la esposa del licenciado Carvajal…”
“La esposa de Carvajal volvió al carruaje como sonámbula”
“- Y también estuvo a buscarte una señora enlutada de negro que parece ser del que fusilaron…
-¿Cuál de todos ellos?
- El señor Carvajal…
- ¿Y qué quiere?...
- La pobre me dejó esta carta. Parece que quiere saber dónde está enterrado su marido.”
“- Demasiado te he dicho que me disgusta que congeniés con toda la gente. No hay que dar esperanzas. ¿Cuándo entenderás que no hay que dar esperanzas?”
“En estos puestos se mantiene uno porque hace lo que le ordenan y la regla de conducta del Señor Presidente es no dar esperanzas y pisotearlos y zurrarse en todos por sí.”
Una noche se había realizado una fiesta en la residencia campestre del Sr. Presidente de la República, donde acudieron muchos invitados. Esto dio lugar a pensar que podía haber un acercamiento con las mujeres; porque en un momento éste se dirige a su general para decirle que iba a cenar solo él, el poeta y todas las mujeres, se retiraron todos los hombres rapidísimo, las damas estaban ansiosas, nerviosas y sorprendidas, pues esto nunca había sucedido.
El Sr. Presidente se dirigió al poeta y le pidió que recitara “El Cantar de los Cantares”, éste así lo hizo y de pronto dejando a todos atónitos, sin palabras el Sr. Presidente desapareció tras una puerta. El supuesto acercamiento que se iba a realizar, nunca se llevo a cabo en su totalidad.
“-General… -resonó la voz del Presidente-, haga salir a los señores, que quiero cenar con las señoras…”
“- El Poeta puede quedarse…- insinuó el Presidente
Los oficiales cerraron las puertas. El Poeta no hallaba dónde colocarse entre tantas damas.
-Recite, Poeta- ordenó el Presidente-, pero algo bueno, el Cantar de los Cantares”
“El Presidente se levantó funesto. Sus pasos resonaron como pisadas del jaguar que huye por el pedregal de un río seco. Y desapareció por una puerta azotándose las espaldas con los cortinajes que separó al pasar”
Resalta un personaje femenino en la vida del Sr. Presidente; en su juventud cuando aún no había llegado a gozar del poder absoluto sobre los demás el Sr. Presidente tuvo un amorío bastante importante con Doña Concepción este su verdadero nombre, o también llamada Doña Chon “Diente de Oro”, propietaria de un importante prostíbulo.
Sus amores apasionados se malograron por el temor del él hacia la muerte, porque por ese lugar pasaban justamente los entierros, era según Doña Chon un joven aniñado e inseguro, temeroso pues todo lo que le podrían decir sobre su persona, fuera cierto o no, lo creía.
“doña Chon (diminutivo de Concepción, su verdadero nombre) a la edad de veinte años”
“Vale qué con él somos viejas amistades; cuando no era más que ministro tuvo pasión por mí.”
“Lo más alegre que me acuerdo de ese tiempo es que por la casa pasaban todos los entierros. Va de pasar y va de pasar muertos… Y que por esa singraciada quebrados para siempre jamás con el Señor Presidente”
“A él le daban miedos los entierros, pero yo qué culpa tenía. Era muy lleno de cuentos y muy niño. Con nadita que fuera contra él creiba lo que le contaba, o cuando era para darle el pase de su talento.”
Analizando la vida del Señor Presidente Constitucional de la República he llegado a tener la siguiente opinión:
En los momentos en que por su investidura debía relacionarse con mujeres todo era perfecto, su presencia irradiaba respeto, solemnidad y quizás hasta algo de galantería hacia ellas, pero estas actitudes no eran más que una máscara, lo que en realidad sentía era un rechazo total hacia el sexo femenino. Como amo del poder se creía capaz de poder vivir sin el amor de una mujer, sus relaciones eran amoríos de momentos, concubinas que eran llamadas caprichosamente con urgencia, en todos sus actos faltaba lo esencial; el amor que evidentemente no lo conocía.
Como mencioné anteriormente hubo en su juventud algo con una joven que bien podía haberlo interpretado como amor, pero no fue así, pues de aquello no quedó nada.
En esta historia también existía un personaje negro, malo, asesino, pero de pronto aparece el amor, y de aquel canalla poco o nada quedó, al contrario, con toda conciencia trataba de hacer el bien para que así Dios protegiera a su amor.
Creo que el Sr. Presidente se escondía detrás de toda esa violencia, agresividad e impiedad hacia sus semejantes por temor justamente a amar, el poder lo usaba como arma para aniquilar sentimientos, sin saber que realmente si hubiera amado y no odiado, su nombre habría pasado a la historia de otra manera.
De encontrarlo un día en su camino, ¿podría cambiar su destino? ¿Lo encontrará?