En esta oportunidad, me voy a bazar en la segunda parte del título de la novela: El cólera. El cólera es una enfermedad que mata. Las ideas del título “amor” y “cólera” son más bien metáforas, que simbolizan ambos conceptos: el amor y la muerte.
La historia transcurre en el pueblo caribeño de La Manga, el cual vive sumido continuas guerras civiles y la amenaza constante del cólera, que es causado por un agente infeccioso, que sobrevive especialmente en ambientes húmedos y cálidos; este organismo sobrevive, en el agua, algunas semanas si ésta se encuentra contaminada con material orgánico. En esta historia, el cólera sirve como excusa para que el doctor Urbino, especialista en esta epidemia, inicie el conflicto de la novela, la cual trata a la loca perseverancia de un amor frustrado: Florentino Ariza, quien se ha enamorado a sus 18 años y se obsesiona con Fermina Daza.
“[…] Ella lo borró de su vida con un gesto de la mano” (Página 153)
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Fermina Daza junto a su padre, Lorenzo Daza, y su tía, Escolástica, se mudaron desde San Juan de la Ciénaga a La Manga en busca de un futuro más alentador. Una vez allí, aparece Florentino Ariza que se enamora perdidamente de Fermina, a la cual comienza a asediar con extensas cartas de amor a las que, mas tarde, Fermina corresponde. Pero, un día, Lorenzo Ariza es avisado del carteo y decide irse a pasar una temporada lejos de La Manga (“Aquella misma semana se llevó a la hija al viaje del olvido”.) (Página 125), puesto que él quería otro tipo de marido para su hija. Así pues, marcharon a San Juan de la Ciénaga (“Fue un viaje demente. La sola etapa inicial en una caravana de arrieros andinos duró once jornadas a lomo de mula por las cornisas de la Sierra Nevada”) (Página 125). Allí, Fermina, compinchada con su prima Hildebranda Sánchez, sigue manteniendo correspondencia con Florentino (“Antes de emprender el viaje, Lorenzo Daza había cometido el error de anunciarlo por telégrafo a su cuñado Lisímaco Sánchez [...]. De modo que Florentino Ariza no sólo pudo averiguar el itinerario completo, sino que había establecido una larga hermandad de telegrafistas para seguir el rastro de Fermina Daza hasta la última ranchería del Cabo de la Vela”.) (Página 129).
El tiempo transcurre, y un buen día en el que Fermina cae enferma, acude a hacerle una visita el médico del pueblo, Juvenal Urbino de la Calle (“Regresaba de una larga estancia en París, donde hizo estudios superiores de medicina y cirugía, y desde que pisó tierra firme dio muestras abrumadoras de que no había perdido un minuto de su tiempo”.) (Página 155). Éste, al ver la altanería y el orgullo de Fermina, cae rendido a sus pies y hace todo lo posible para que ella acepte casarse con él (“[…] su imagen seguía pensando en Fermina Daza.”) (Página 177). Tras varios intentos (“[…] el doctor Juvenal Urbino hizo subir el piano de la Escuela de Música en una carreta de mulas, y le llevó a Fermina Daza una serenata que hizo época.”) (Página 178), Fermina, de compromiso, cede ante la insistencia del médico y se casan (“De modo que su fiesta de bodas, una de las más ruidosas de las postrimerías del siglo pasado, trascurrió para ella en las vísperas del horror.”) (Página 223), ante la gran pena de Florentino. (“Se casó para siempre […] Sin ningún pensamiento de caridad para Florentino Ariza, que a esa hora deliraba de fiebre, muriéndose por ella.”) (Página 225)
Fermina se embarca en un "matrimonio de conveniencia" para el estimado doctor Juvenal Urbino, que en muchos aspectos funciona como un contrapunto al romanticismo exagerado de Florentino. Después de completar un curso "de estudios especializados en Francia," Urbino se convierte en un “conocido profesional en su condado para los métodos drásticos nuevos que se utilizan para protegerse de la epidemia del cólera último, sufrido por la provincia".
Un día de Pentecostés, Juvenal, al intentar rescatar a su loro que estaba atrapado en un árbol, muere al caer desde una escalera (“[..-] El médico más viejo y mejor calificado de la cuidad, y uno de sus hombres insignes por otros muchos méritos, había muerto con la espina dorsal desplazada, a los ochenta y un años de edad, al caerse de un palo de mango cuando trataba de coger un loro. Todo lo que Florentino Ariza había hecho desde que Fermina Daza se casó, estaba fundado en la esperanza de esa noticia.”) (Página 394). Ese mismo día, en el velatorio del doctor, aparece Florentino que aprovecha para recordarle a Fermina la promesa de que iba a esperarla por siempre. (“-Fermina-le dijo-: he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre”) (Página 79) La cual fue echa en su juventud, a lo que Fermina responde ofendida, puesto que lo toma como una osadía.
Pasado un tiempo de la muerte de Juvenal, Florentino retoma el carteo con Fermina, que al principio se muestra reciente. Pero al celebrar un año de la muerte de Juvenal, Florentino acude a la misa y Fermina le saluda con gran énfasis, hecho que Florentino toma como una esperanza (“Él rescató una lucecita de esperanza entre los escombros del desastre, pues le pareció que la desgracia de Fermina Daza la magnificaba, la rabia la embellecía, el rencor contra el mundo le había devuelto el carácter cerril de veinte años.”) (Página 458).
Transcurren los días y los meses, y Fermina decide hacer un viaje por el río Magdalena, que es preparado por Florentino.
Fue el río Magdalena, donde estos dos enamorados aunque viejos ya, con más de 60 años se entregaron al amor, él la miró y la vio desnuda hasta la cintura, tal como lo había imaginado (lo recibió con un temblor profundo que trató de sofocar con una risa olvidada desde su noche de bodas.”) (Página 476). Tenía los hombros arrugados, los senos (que todavía le parecían atractivos, a él, a pesar del paso del tiempo), sus costillas estaban cubiertas por una piel flácida, pálida y fría. (“Tomó la mano de ella y se la puso en el pecho: Fermina Daza sintió casi a flor de piel el viejo corazón incansable latiendo con la fuerza, la prisa y el desorden de un adolescente. Él dijo: “Demasiado amor es tan malo para esto como la falta de amo”). (Página 483)
Las meditaciones de Florentino marcan el inicio de una nueva era: una que es tan despojado de la belleza natural como es profanado en los asuntos del alma (“Ella siguió pensando en él hasta el amanecer, convencida por fin de su amor.”) (Pág. 483). Así, el viaje río arriba es testigo de el deseo retenido. (“-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir este viaje e irnos al carajo?- le preguntó Florentino Ariza, que tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. -Toda la vida- dijo.”) (Pág. 495)
“Volvieron a tutearse, volvieron a intercambiar comentarios sobre sus vidas como en las cartas de antes…” Pág. 409.
Fermina y Florentino se dan cuenta que no importa ni la edad, ni el lugar para amar y ser feliz… pero confirman que hay muchísimo más cariño y demostraciones cuando hay miedo de quedarse el uno sin el otro. (“[…] era la primera vez que hacía el amor en más de veinte años”) (Página 441).
“Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuando más cerca de la muerte.” (Página 491).
- Pregunta retórica: * Página 72 : ¿Sabes quién es?
Naiara Belén Parra Kaisserián
2º Mercantil - Instituto María Ana Mogas
http://www.librosgratisweb.com/html/garcia-marquez-gabriel/el-amor-en-los-tiempos-del-colera/index.htm
La historia transcurre en el pueblo caribeño de La Manga, el cual vive sumido continuas guerras civiles y la amenaza constante del cólera, que es causado por un agente infeccioso, que sobrevive especialmente en ambientes húmedos y cálidos; este organismo sobrevive, en el agua, algunas semanas si ésta se encuentra contaminada con material orgánico. En esta historia, el cólera sirve como excusa para que el doctor Urbino, especialista en esta epidemia, inicie el conflicto de la novela, la cual trata a la loca perseverancia de un amor frustrado: Florentino Ariza, quien se ha enamorado a sus 18 años y se obsesiona con Fermina Daza.
“[…] Ella lo borró de su vida con un gesto de la mano” (Página 153)
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Fermina Daza junto a su padre, Lorenzo Daza, y su tía, Escolástica, se mudaron desde San Juan de la Ciénaga a La Manga en busca de un futuro más alentador. Una vez allí, aparece Florentino Ariza que se enamora perdidamente de Fermina, a la cual comienza a asediar con extensas cartas de amor a las que, mas tarde, Fermina corresponde. Pero, un día, Lorenzo Ariza es avisado del carteo y decide irse a pasar una temporada lejos de La Manga (“Aquella misma semana se llevó a la hija al viaje del olvido”.) (Página 125), puesto que él quería otro tipo de marido para su hija. Así pues, marcharon a San Juan de la Ciénaga (“Fue un viaje demente. La sola etapa inicial en una caravana de arrieros andinos duró once jornadas a lomo de mula por las cornisas de la Sierra Nevada”) (Página 125). Allí, Fermina, compinchada con su prima Hildebranda Sánchez, sigue manteniendo correspondencia con Florentino (“Antes de emprender el viaje, Lorenzo Daza había cometido el error de anunciarlo por telégrafo a su cuñado Lisímaco Sánchez [...]. De modo que Florentino Ariza no sólo pudo averiguar el itinerario completo, sino que había establecido una larga hermandad de telegrafistas para seguir el rastro de Fermina Daza hasta la última ranchería del Cabo de la Vela”.) (Página 129).
El tiempo transcurre, y un buen día en el que Fermina cae enferma, acude a hacerle una visita el médico del pueblo, Juvenal Urbino de la Calle (“Regresaba de una larga estancia en París, donde hizo estudios superiores de medicina y cirugía, y desde que pisó tierra firme dio muestras abrumadoras de que no había perdido un minuto de su tiempo”.) (Página 155). Éste, al ver la altanería y el orgullo de Fermina, cae rendido a sus pies y hace todo lo posible para que ella acepte casarse con él (“[…] su imagen seguía pensando en Fermina Daza.”) (Página 177). Tras varios intentos (“[…] el doctor Juvenal Urbino hizo subir el piano de la Escuela de Música en una carreta de mulas, y le llevó a Fermina Daza una serenata que hizo época.”) (Página 178), Fermina, de compromiso, cede ante la insistencia del médico y se casan (“De modo que su fiesta de bodas, una de las más ruidosas de las postrimerías del siglo pasado, trascurrió para ella en las vísperas del horror.”) (Página 223), ante la gran pena de Florentino. (“Se casó para siempre […] Sin ningún pensamiento de caridad para Florentino Ariza, que a esa hora deliraba de fiebre, muriéndose por ella.”) (Página 225)
Fermina se embarca en un "matrimonio de conveniencia" para el estimado doctor Juvenal Urbino, que en muchos aspectos funciona como un contrapunto al romanticismo exagerado de Florentino. Después de completar un curso "de estudios especializados en Francia," Urbino se convierte en un “conocido profesional en su condado para los métodos drásticos nuevos que se utilizan para protegerse de la epidemia del cólera último, sufrido por la provincia".
Un día de Pentecostés, Juvenal, al intentar rescatar a su loro que estaba atrapado en un árbol, muere al caer desde una escalera (“[..-] El médico más viejo y mejor calificado de la cuidad, y uno de sus hombres insignes por otros muchos méritos, había muerto con la espina dorsal desplazada, a los ochenta y un años de edad, al caerse de un palo de mango cuando trataba de coger un loro. Todo lo que Florentino Ariza había hecho desde que Fermina Daza se casó, estaba fundado en la esperanza de esa noticia.”) (Página 394). Ese mismo día, en el velatorio del doctor, aparece Florentino que aprovecha para recordarle a Fermina la promesa de que iba a esperarla por siempre. (“-Fermina-le dijo-: he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre”) (Página 79) La cual fue echa en su juventud, a lo que Fermina responde ofendida, puesto que lo toma como una osadía.
Pasado un tiempo de la muerte de Juvenal, Florentino retoma el carteo con Fermina, que al principio se muestra reciente. Pero al celebrar un año de la muerte de Juvenal, Florentino acude a la misa y Fermina le saluda con gran énfasis, hecho que Florentino toma como una esperanza (“Él rescató una lucecita de esperanza entre los escombros del desastre, pues le pareció que la desgracia de Fermina Daza la magnificaba, la rabia la embellecía, el rencor contra el mundo le había devuelto el carácter cerril de veinte años.”) (Página 458).
Transcurren los días y los meses, y Fermina decide hacer un viaje por el río Magdalena, que es preparado por Florentino.
Fue el río Magdalena, donde estos dos enamorados aunque viejos ya, con más de 60 años se entregaron al amor, él la miró y la vio desnuda hasta la cintura, tal como lo había imaginado (lo recibió con un temblor profundo que trató de sofocar con una risa olvidada desde su noche de bodas.”) (Página 476). Tenía los hombros arrugados, los senos (que todavía le parecían atractivos, a él, a pesar del paso del tiempo), sus costillas estaban cubiertas por una piel flácida, pálida y fría. (“Tomó la mano de ella y se la puso en el pecho: Fermina Daza sintió casi a flor de piel el viejo corazón incansable latiendo con la fuerza, la prisa y el desorden de un adolescente. Él dijo: “Demasiado amor es tan malo para esto como la falta de amo”). (Página 483)
Las meditaciones de Florentino marcan el inicio de una nueva era: una que es tan despojado de la belleza natural como es profanado en los asuntos del alma (“Ella siguió pensando en él hasta el amanecer, convencida por fin de su amor.”) (Pág. 483). Así, el viaje río arriba es testigo de el deseo retenido. (“-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir este viaje e irnos al carajo?- le preguntó Florentino Ariza, que tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. -Toda la vida- dijo.”) (Pág. 495)
“Volvieron a tutearse, volvieron a intercambiar comentarios sobre sus vidas como en las cartas de antes…” Pág. 409.
Fermina y Florentino se dan cuenta que no importa ni la edad, ni el lugar para amar y ser feliz… pero confirman que hay muchísimo más cariño y demostraciones cuando hay miedo de quedarse el uno sin el otro. (“[…] era la primera vez que hacía el amor en más de veinte años”) (Página 441).
“Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuando más cerca de la muerte.” (Página 491).
- Pregunta retórica: * Página 72 : ¿Sabes quién es?
Naiara Belén Parra Kaisserián
2º Mercantil - Instituto María Ana Mogas
http://www.librosgratisweb.com/html/garcia-marquez-gabriel/el-amor-en-los-tiempos-del-colera/index.htm